Ficha Técnica
Tras la Batalla de Boyacá, el 7 de agosto de 1819, un grupo de prisioneros realistas fue trasladado a la capital. Lo que pasó con ellos sigue siendo una controversia histórica.
39 hombres fueron fusilados en la plaza mayor de Santafé el 11 de octubre de 1819. 38 hacían parte del alto mando realista y solo uno era un civil que públicamente se manifestó en contra del ajusticiamiento. La orden fue dada por el entonces vicepresidente Francisco de Paula Santander. Este hecho hace parte de la negra leyenda que hasta la actualidad genera ríos de tinta en torno a su figura.
En el capítulo 23 de la serie el Archivo Señal Memoria se encuentra la serie Bolívar, el hombre de las dificultades, emitida por los medios públicos en 1981 y que reposa en el Archivo Señal Memoria, se aborda la difícil situación de qué hacer con los prisioneros y perdedores de la batalla que selló la libertad en la Nueva Granada, el de 7 de agosto 1819.
La decisión final ha enfrentado desde aquel entonces a dos visiones historiográficas que abordan el asunto como una imperiosa necesidad o como un grave despropósito. Dos ejemplos se pueden tomar para cotejar estas visiones: la biografía de John Lynch sobre Bolívar y la de Pilar Moreno de Ángel sobre Santander.
Para Lynch este fusilamiento fue un despropósito para satisfacer la sed de sangre y ambiciones de Santander, cuya “crueldad innata se impuso a su buen juicio (…). A Barreiro le ordenaron que se pusiera de rodillas y le dispararon en la espalda (…). Santander miraba desde su caballo, en la entrada del palacio de gobierno. Después encabezó un desfile acompañado de marchas triunfales por las calles de la capital y terminó la celebración con un baile en el palacio”.
Para Pilar Moreno los prisioneros se convertían en un problema en aumento cuya permanencia tendía a alborotar los sentimientos realistas de la población. Se temía la fuga de algunos. Para José Manuel Groot, citado por la historiadora, las damas de la clase alta de Santafé solían visitar a los prisioneros de forma piadosa: “(...) las bogotanas, son muy propensas a los sentimientos de compasión, y siempre quieren ser redentoras de cautivos. Estas visitas seguramente perjudicaron a los presos”.
Pero además, la situación de orden público, el débil equilibrio militar que existía en los territorios liberados y la presencia de algunos conocidos genocidas entre los prisioneros (según explicó Santander en una carta a Bolívar), hizo que la situación fuera insostenible y se llevara a cabo la fusilación el 11 de octubre a mediodía. En ella se incluyó a Juan Francisco Malpica, furibundo realista, que cometió un acto de abierta insurrección pública, representada en la serie, lo que motivó a Santander a un rápido paso a las armas sin un previo proceso.
Este fue uno de los hechos que contribuyó a la creación de la leyenda negra, al rededor de la figura de Francisco de Paula Santander.
Autor: Javier Hernández