Ficha Técnica
Hoy se cumplen veinticinco años del asesinato de Jaime Garzón, quien a estas alturas no necesita ser presentado y quey que, a un corto e intenso paso por la vida, se sumó a la lamentable lista de víctimas de las armas apuntadas por el poder estatal y paramilitar. Aunque este pequeño texto no trata sobre el magnicidio de Garzón, del que aún queda mucho por desvelar, será inevitable recordarlo sin denunciar la violencia que puso un alto a su vida y que atraviesa este país de la manera más profunda y descarnada.
Por lo anterior, queremos compartirles una pequeña conmemoración que realizamos a través de documentos que se conservan en nuestro archivo Señal Memoria. Así, recordamos mediante sus gestos, sus voces y sus símbolos, al que ha sido considerado por muchas personas como genio del humor político en Colombia. Quien marcó una ruptura con lo dado, un antes y un después para un género que ha sido cuanto menos soterrado por su irreverencia al poder y su poca rentabilidad.
Sin embargo, lejos de recordar la vida de este personaje fractal desde el pesimismo y la resignación, podemos reconocer en él la lucha incansable por un país más justo y en paz, la alternativa radical por una mediación no violenta de los conflictos más enraizados en nuestras realidades latinoamericanas, un llamado al pensamiento y la acción crítica.
Como veremos en algunos fragmentos del video, Garzón se describía como alguien que decía la verdad, caracterizado por su personalidad imprudente. La verdad periodística, la histórica, y de cualquier tipo, es al fin y al cabo provisoria, su correspondencia con lo que consideramos la realidad está siempre dispuesta a cambios, si es que no se quiere arrastrar el dogmatismo. De manera que si atendemos con crítica a la idea de objetividad, como aquella según la que hay puntos de vista totales y fieles a la realidad, podemos interpretar que la verdad de la que habla Garzón no es tanto facticidad, como sinceridad, atrevimiento e irreverencia.
No obstante, más que un reproche a la búsqueda de interpretaciones del mundo que pretendan mayor validez, este es un argumento a favor de hacerlo con humildad y con apertura. El humor político del que Garzón hizo parte fue particularmente crítico; era expresión de sensibilidad y compromiso con la justicia, más allá de partidismos y compromisos personales, allí se asentaba su veracidad.
Como Jaime Garzón, son muchas las víctimas que ha dejado la guerra en Colombia, y conmemorarlo es una excusa también para conmemorarlas a ellas, porque la verdad no es ajena a la justicia. Recordando las Tesis sobre la filosofía de la historia de Walter Benjamín, restituir a las víctimas por medio de la narración histórica es resistir al paso del tiempo que lleva al olvido, oponernos al huracán del progreso que todo lo deja atrás, especialmente sus ruinas.
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