Ficha Técnica
Una afirmación tan rotunda que puede sonar antipática porque relega el trabajo de los cineastas que trabajaron en condiciones precarias durante la era soviética, sólo puede ser respaldada por la obra de Tarkovsky. Por cierto, aparte de él, el otro cineasta es Serguei Eisenstein.
El programa Sala X, una radiografía del cine de diciembre de 1999, hizo una breve semblanza de su obra en la que destaca, precisamente, ese papel innovador dentro del cine soviético de la segunda mitad del siglo XX, antes de su exilio. Una época marcada por el estancamiento cinematográfico a consecuencia de producciones altamente políticas de años anteriores.
Andrei Tarkovsky nació hace 90 años, el 4 de abril, en la Unión Soviética o Rusia, según se quiera abordar. Su primer proyecto fílmico fue La infancia de Iván (1962). Siguen Andrei Rubliev (1966), donde enfrenta la censura soviética por su contenido religioso, y tal vez su obra más conocida de ese periodo, la cinta de ciencia ficción Solaris (1972).
Dos aspectos van descollando en su producción y son el contenido autobiográfico y su obsesión por los cuatro elementos: fuego, aire, tierra y agua. Estos confluyen en su obra maestra Stalker (1979), basada en una novela de ciencia ficción.
Es aquí que se percibe ya un carácter marcadamente religioso y elitista en su obra, lo que dificulta la permanencia en la Unión Soviética. Crea sus dos últimas películas en el exilio: Nostalgia (1983) y Sacrificio (1986).
Autor: Javier Hernández