Los documentos audiovisuales conservados en el Archivo Señal Memoria nos permiten abordar el impresionismo desde la obra fundacional de Claude Monet, “Impresión, sol naciente” para, así, comprender parte de la obra de Vincent Van Gogh. Gracias a los programas televisivos A mitad de camino y Parte del Arte, podremos conocer de forma general las características del impresionismo y analizar dos obras del autor holandés: “La noche estrellada” y “La habitación en Arles”.
El impresionismo: un nuevo camino pictórico
En el transcurso del siglo XIX en Europa, el arte academicista y tradicional había dado muestras de decadencia ante nuevas formas de representación y de entender la pintura. Desde el caso concreto de Francisco Goya en España con las pinturas negras y, especialmente, con el surgimiento del realismo pictórico en Francia, la historia del arte iba a experimentar un cambio irreversible con la aparición del impresionismo en las últimas décadas del siglo. Sin embargo, para ese tiempo, en Europa el mundo de las artes y de las exposiciones seguía siendo un espacio cultural vinculado a la élite burguesa y aristócrata, que representaba la organización y mecenazgo de este ámbito. Esta misma clase social fue la encargada de desprestigiar cualquier tipo de manifestación que intentara alejarse de lo establecido.
La intolerancia a nuevas manifestaciones artísticas se profundizó con la llegada de un grupo de artistas franceses cuya aparición pública se concretó con la pintura “Impresión, amanecer”, pintada por Claude Monet en 1873, una obra rompedora para el arte de la época. A partir del título del cuadro y de forma despectiva, parte de la crítica especializada de arte llamó “impresionista” a dicha pintura e “impresionistas” a aquellos autores interesados más por el color que por el dibujo y por las reglas tradicionales de la perspectiva y la composición.
En esta obra, Monet nos presenta su impresión cromática (propia y subjetiva) del instante del amanecer, del sol naciente, en un puerto de embarcación. El dibujo pasa a ser prácticamente inexistente, circunstancia que abre paso al uso de una pincelada más libre, espontánea y directa que nunca. En consecuencia, el color toma el protagonismo en una composición poco convencional en donde la llamativa luz natural del sol se ve reflejada en el agua. El personaje central queda relegado en términos jerárquicos ante la belleza y magnitud del paisaje natural. En ese sentido, el impresionismo se reconoce como heredero del arte romántico.
En un fragmento del programa Parte del Arte, producido por Audiovisuales en 1992, se presenta una reseña general sobre el movimiento impresionista y se muestran algunas de las obras más importantes de este género.
El arte impresionista. Umaña, Claudia (Directora). (1992). Parte del Arte. [Cap 03.] Colombia: Audiovisuales. Archivo Señal Memoria, C1P-243507.
Lo novedoso de este arte fue el deseo de expresar las impresiones de color percibidas por el ojo humano ante la naturaleza, la mirada subjetiva generada por las variaciones de la luz y del color natural, razón por la que muchos de los artistas de este estilo pintaban al aire libre los atardeceres, anocheceres, ocasos y las diferentes estaciones del año. Entre los representantes más importantes de este estilo, podemos destacar al mencionado Claude Monet, a Pierre Auguste Renoir y Edgar Degas, entre otros.
Los colores de Van Gogh
Los autores que mencionamos anteriormente habían conseguido homogeneidad en su pintura y se identificaban como parte de un grupo artístico. Tiempo después, apareció en escena un pintor que no solo aceptó el legado impresionista sino que lo reinterpretó de forma genial: Vincent Van Gogh.
La obra de este autor, fuertemente influenciada por los impresionistas, adquirió originalidad debido a un moderno y poco convencional uso del pincel. Nacido en Países Bajos en 1853, Van Gogh logró acceder al novedoso mundo del impresionismo gracias a su hermano Theo, quien trabajaba en el mercado del arte como marchante en París, principal foco de los impresionistas.
En el programa A mitad de camino, transmitido por Señal Colombia en 2001, se nos muestra una reseña sobre la convulsionada vida de este famoso pintor, mientras se enseñan algunas de sus obras.
La vida de Vincent Van Gogh. López, José Guillermo (Director). (2001). A mitad de camino. [Cap 25.] Colombia: Inravisión-Señal Colombia. Archivo Señal Memoria, BTCX30-018849.
La obra de Van Gogh se caracterizó por el uso de una pincelada vertiginosa, agitada, expresiva y libre, acompañada de la utilización de colores densos y puros, aunque con un valioso factor experimental en los mismos. El pintor tenía un especial interés por los paisajes naturales, por los pueblos, por la vida del campo y sus trabajadores, así como los espacios cotidianos e intimistas. Sin lugar a dudas, la obra más famoso del holandés es “La noche estrellada” pintado en 1889.
Esta obra, que actualmente se encuentra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), nos transporta a la visión personal que el holandés construyó sobre un cielo nocturno, azulado, ondulante, en donde sobresale el brillo de la media luna ubicada a la derecha y de las estrellas de color limón amarillo presentes en un espacio dinámico y vívido.
Van Gogh va más allá del impresionismo cromático de Monet y nos transporta a un paisaje más artificioso, expresivo y movedizo, conseguido gracias al uso de una pincelada en espiral, curvilínea y cíclica. Sobresale el protagonismo del gran ciprés y la emblemática vista del pueblo en la que resalta la agujada iglesia.
La obra fue pintada desde la estancia del artista en el asilo o manicomio de Saint-Paul de Mausole en Sain Rémy, al sur de Francia, luego de que el artista sufriera una crisis que lo hizo automutilarse su oreja izquierda. La construcción general del cuadro fue realizada por el pintor desde diferentes vistas generadas a lo largo de su vida, no exclusivamente desde su habitación en el asilo. Se ha interpretado que la expresividad, a la vez que belleza y el uso de color que transmite “La noche estrellada”, tienen que ver con los estados de ánimo de su creador.
Otra de las obras importantes de Vincent es “La habitación en Arles”, en la que el pintor inserta de forma novedosa un tema casi inexistente en la historia de la pintura: una habitación como el tema en sí mismo del cuadro, su propio espacio doméstico en la ciudad de Arlés, Francia.
La sencillez, tranquilidad, intimidad que transmite la habitación se conjuga con el uso de colores vivos, que imitan, en cierta forma, la estética de las coloridas estampas japonesas decimonónicas de las que Van Gogh era admirador; es de resaltar su gusto por desarrollar los colores naranja, verde y azul y sus diferentes gradaciones.
La obra es también un testimonio de la sencillez, austeridad o pobreza material con la que vivía el artista. Dentro del cuarto, podemos apreciar la presencia de un autorretrato, uno de los temas favoritos del pintor a lo largo de su vida. Además, el espacio se aprecia inestable por una perspectiva torsionada.
La mirada especial de Vincent Van Gogh fue poco valorada por sus propios contemporáneos. Sin embargo, tiempo después, los artistas llamados vanguardistas de la primera mitad del siglo XX acogieron con entusiasmo la particularidad de su pintura ya que estos buscaban toda manifestación que rompiera o se distanciara con la pintura tradicional. Su pintura es hoy aclamada en el mundo y hace parte de las galerías de los museos más importantes.
Autor: Luis Felipe Núñez