Fue por esos años que, debido en parte a la labor de columnistas costeños como Gabriel García Márquez, la música interpretada por conjuntos como “Buitrago y sus muchachos”, pero principalmente la de “Bovea y sus vallenatos”, justamente empezó a ser denominada “Vallenato”. De la época se tienen los textos: “No sé qué tiene el acordeón…”, publicado en el periódico El Universal, 22 de mayo de 1948; “Abelito Villa, Escalona y Cia.” y “Rafael Escalona”, estos dos publicados en el periódico El Heraldo, 14 y 24 de marzo de 1950, respectivamente. “Un plagio a Escalona” y “Cantos viejos de Escalona”, publicados en El Heraldo en los meses de marzo y abril de 1951.
Un texto posterior, “El poder y la gloria”, se publicó en mayo de 1955 en El espectador.[1] Ya para ese momento “Discos Fuentes” lleva uno de los 58 años que ha pasado en Medellín, luego de trasladar sus oficinas desde Cartagena, donde se fundó en 1934. El movimiento es provocado por el ascenso industrial de la capital antioqueña, que se convierte entonces en epicentro de la industria discográfica. Y si bien por esos años el mercado musical es diverso, la llamada “música tropical” gana cada vez más terreno frente a géneros de otras regiones.
A nivel internacional, hay que destacar la presencia de Lucho Bermúdez en Argentina durante esa década de 1940. Allí mismo, el sello “Odeón”, de Argentina, se encargó de publicar algunas de las canciones grabadas de manera independiente por Buitrago en Barranquilla. Con la popularidad alcanzada, prepararon el terreno para la exitosa temporada que tuvo posteriormente “Bovea y sus vallenatos” en Buenos Aires y otras ciudades del país.
Muerto Buitrago, de manera prematura con tan solo 29 años de edad y una ascendente carrera, Antonio Fuentes, regente del notable sello discográfico que lleva su apellido, tuvo que olvidar el contrato que traía consigo de Cuba, donde había hecho las gestiones pertinentes para grabar la voz del “Jilguero”, como se conocía al cantante cienaguero, acompañada por la Orquesta Casino de la Playa. Libre la plaza, Fuentes inició la búsqueda de un artista capaz de llenar el enorme vacío.
Por efecto de una convocatoria para tal fin, Julio César San Juan, conocido como “Buitraguito”, debutó en el mundo de la grabación como honorable ganador de la contienda, y sobre la base de la imitación a Guillermo Buitrago, inició una fuerte competencia con quien en realidad venía capitalizando ese estilo musical centrado en el juego de dos guitarras, acompañante y puntera, y la suma de instrumentos de percusión como la guacharaca u ocasionalmente algún tipo de tambor. Se trataba del bogotano Julio Torres Mayorga, cerebro musical y director de “Los Alegres Vallenatos”.
Esa sorprendente agrupación, desde el interior del país y contra todo imaginario, supo cautivar el gusto por la música popular del Caribe y con sus primeras grabaciones alcanzó reconocimiento nacional y un gran volumen de ventas. Hasta nuestros días, son de referencia canciones como “Los Camarones” o “El aguacero”. La diferencia con “Buitrago y sus muchachos”, es que Julio Torres sumó a la instrumentación de su grupo la presencia del acordeón, tan admirado por García Márquez en sus escritos del momento.
Irónica fortuna para “Buitraguito”, en el momento que Julio Torres viajó a Cartagena, al parecer en busca de un acuerdo con Fuentes y de paso a conocer el mar, allí mismo murió ahogado. Dos años escasos habían transcurrido desde la muerte de Buitrago y para el momento, Julio César San Juan, que había dejado atrás la zapatería, contaba ya con grandes éxitos producto de su primera grabación. “Regalito de navidad” y “Rosa Valencia” fueron entonces y son actualmente, sus cartas de presentación.
Deudor del estilo de Buitrago, como lo fueron Julio Torres, “Bovea y sus vallenatos”, “Los vallenatos del Magdalena” (con Aníbal Velásquez a bordo), Noel Petro y tantos otros, junto a ellos “Buitraguito” se encargó de configurar un tipo de repertorio que gracias al paso del tiempo y la notable presencia de canciones como “Regalito de Navidad” (voz de “Buitraguito”) o “La víspera de año nuevo” (voz de Buitrago), poco a poco se fue decantando en el nostálgico gusto que propician los días en torno al fin de año.
Evocar es propio de momentos coyunturales como la celebración de el “Año nuevo”, y quizá sea allí donde radica el éxito de aquellos proyectos que desde la década de 1990 y hasta hoy, se enfocan en el denominado “reencauche” de viejas glorias, con la inclusión de repertorios que ya incluyen canciones posteriores interpretadas por los “Corraleros de Majagual”, agrupación de presencia primordial durante los tres lustros siguientes a su fundación en 1961.
Así, desde los éxitos que Buitrago alcanzó en tres años que duró su fama, con el destinado límite de 1949, hasta las glorias nacionales e internacionales de la música tropical, con los “Corraleros” a la cabeza ya entrados los 70, sean o no canciones que traten en sus textos sobre la Navidad y su aliado Fin de año, todas se aúnan en el solo propósito de entrega a los tiempos idos, en medio de la fértil parranda que, dicho sea de paso, en el Caribe colombiano puede prolongarse hasta febrero.
Frente a ello, cabe recordar que la presencia de Buitrago en su momento fue constante y su principal medio de difusión, la radio y concretamente la “Emisora Atlántico” de Barranquilla, contó con él a lo largo del año. Su seguidor “Buitraguito”, que sigue con vida y a los 85 de edad se precia de la apretada agenda de conciertos que se arma cada fin de año, puede sumar a la dicha que ese Fin de Año ha crecido y la presencia de su ídolo hoy se retoma con treinta días de anticipación a lo previsto en otros tiempos.
Es el gusto por una fiesta que pervive en generaciones y mantiene consigo la marca del aludido estilo musical, como ingrediente destacado del plato.
Entrevista con Julio César San Juan por Deysa Rayo para el programa “Grandes Músicos Colombianos” de la Radio Nacional de Colombia (Diciembre de 2012 – Extracto)
Parte 1
Parte2
Regalito de navidad (Rafael Escalona; voz de Guillermo Buitrago)
La víspera de año nuevo (Guillermo Buitrago; voz del compositor)
[1] García Márquez, Gabriel, “Textos Costeños, I”, pp. 65-66, 167-168 y 178-179; “Textos Costeños, II”, pp. 492-493, 506-507; “Entre cachacos, II”, pp. 791-792. Ed. J. Gilard. Bogotá: La Oveja Negra, 1983. “No sé qué tiene el acordeón…” es un texto sin título. La denominación se toma de su primera frase.