Casi tan antiguo como nuestra televisión, el Minuto de Dios es ya todo un símbolo de la pantalla. Convertido en una rutina poco antes de las 7 de la noche, las invitaciones a la oración y la caridad han acompañado a los colombianos por setenta años, primero con el sacerdote Rafael García Herreros y luego con su discípulo Diego Jaramillo. Este espacio inspiró la creación de una corporación homónima que es sinónimo de programas de vivienda, educación y asistencia social.