El Memorial de agravios, como se le conoce a este documento, nunca llegó a sus destinatarios y expresaba lo que muchos criollos pensaban acerca de cómo debía ser el orden social. Recordamos al hombre que redactó este documento, quien murió durante el proceso de Reconquista el 5 de octubre de 1816.
Camilo Torres, primo del Sabio Caldas, se había formado como otros próceres en el Colegio Mayor del Rosario, era abogado de oficio e hijo de un comerciante acomodado y durante el periodo que se conoce como la “Patria Boba”, fue uno de los contrincantes de Antonio Nariño. La postura de Nariño y Torres frente a la corona española, a cómo debía llevarse el proceso de independencia y a la construcción de la nación, los convirtió en rivales; pero lo que más logró distanciarlos fue la negativa de Camilo Torres para defender a Nariño en el proceso que se adelantó en su contra tras la traducción de la Declaración de los Derechos del Hombre.
El memorial de agravios
En el año 1809, al conocerse la noticia de la invasión napoleónica a España y la consecuente resistencia de los españoles reunidos en la Junta Cádiz, Torres manifestó su adhesión al rey Fernando VII.
Los españoles, que requerían refuerzos y la lealtad de los americanos, los invitaron a participar en la Suprema Junta Central. Para ese momento el concepto de “representación” ya se conocía plenamente en América y la invitación de España hizo pensar a los criollos que por fin la tendrían. Sin embargo, el Memorial escrito por Torres era elocuente:
“(…) el Ayuntamiento de la capital del Nuevo Reino de Granada, no ha podido ver sin un profundo dolor que, cuando de las Provincias de España, aún las de menos consideración, se han enviado dos vocales a la Suprema Junta Central, para los vastos ricos y populosos dominios de América, sólo se pida un diputado de cada uno de sus reinos y capitanías generales, de modo que resulte una tan notable diferencia, como la que va de nueve a treinta y seis”.
Pero este y otros apartes igual de vehementes resultan contradictorios si se mira la manera como Camilo Torres da inicio y cierre a su Memorial:
El Inicio:
“Desde el feliz momento en que se recibió en esta capital la noticia de la augusta instalación de esa Suprema Junta Central, en representación de nuestro muy amado soberano el señor don Fernando VII, y que se comunicó a su Ayuntamiento para que reconociese este centro de la común unión, sin detenerse un solo instante en investigaciones que pudieran interpretarse en un sentido menos recto, cumplió con este sagrado deber prestando el solemne juramento que ella le había indicado; aunque ya sintió profundamente en su alma, que, se asociaban en la representación nacional los diputados de todas las provincias de España, no se hiciese la menor mención, ni se tuviesen presentes para nada los vastos dominios que componen el imperio de Fernando en América, y que tan constantes, tan seguras pruebas de lealtad y patriotismo acababan de dar en esta crisis”.
Y el final:
“¡Igualdad! Santo derecho de la igualdad; justicia, que estribas en esto y en dar a cada uno lo que es suyo, inspira a la España europea estos sentimientos de la España americana: estrecha los vínculos de esta unión; que ella sea eternamente duradera, y que nuestros hijos, dándose recíprocamente las manos, de uno a otro continente, bendigan la época feliz que les trajo tanto bien. ¡Oh! ¡Quiera el cielo oír los votos sinceros del cabildo y que sus sentimientos no se interpreten a mala parte! ¡Quiera el cielo que otros principios y otras ideas menos liberales no produzcan los funestos efectos de una separación eterna!”.