Aunque en su texto “Las elecciones en Colombia: siglo XIX”, David Bushnell da noticia de un temprano reconocimiento al voto femenino, decretado en 1855 por la Constitución de la Provincia de Vélez, perteneciente a la Nueva Granada -nombre que llevó Colombia hasta 1858-. También cuenta que la Corte Suprema de la época derogó ese vanguardista reconocimiento, pionero en el mundo, aduciendo que era contrario a la Constitución Nacional.
El primer voto femenino
La mujer colombiana votó por primera vez en 1957 en unas elecciones multitudinarias que aprobaron la propuesta de las colectividades conservadora y liberal de elegir, a partir de entonces, una serie de gobiernos de coalición en los que estuvieran representados en proporciones iguales. La mujer colombiana empezó a ejercer su derecho al sufragio en las elecciones más numerosas celebradas hasta entonces en el país, cuya votación ascendió a casi cuatro millones y medio de votos.
El reconocimiento del derecho al voto femenino se había aprobado unos años antes de este plebiscito. Fueron varias décadas de luchas políticas femeninas por conseguir que sus derechos civiles se equipararan a los de los hombres. Por fin, en un acto legislativo de la Asamblea Nacional Constituyente de 1954, que sesionó bajo el gobierno del Teniente General Gustavo Rojas Pinilla, se les reconoció el derecho al sufragio.
Voto femenino
En octubre de 1954, Josefina Valencia de Hubach, miembro de la Asamblea Nacional Constituyente que había aprobado el derecho de las mujeres a votar, dio una conferencia titulada “Sentido y finalidad del voto femenino en Colombia”. En su charla, invitó a la mujer a adoptar una posición sensata en las próximas elecciones, una vez que la vida civil recobrara su cauce y volvieran a abrirse las urnas. En vez de atizar odios partidistas, dijo, las mujeres deberían elegir gobiernos de plataforma nacional.
Uno de los escollos que tendrían que enfrentar las mujeres fueron las ideas que durante muchos años habían impedido el disfrute pleno de sus derechos civiles, especialmente el del sufragio. Ideas que seguían escuchándose por todas partes: en la prensa, en la radio y en las conversaciones privadas.
¿Cuáles eran los temores que inquietaban a algunos ciudadanos ahora que la mujer podía votar?
-Que con la adquisición y ejercicio del derecho a votar, la mujer se desviaría de su vocación natural: el hogar.
-Que perdería su encanto y femineidad.
-Que el derecho a votar llevaría discordia política a los hogares y amenazaría la estabilidad de las familias.
Doña Josefina contradice cada uno de estos argumentos, aclarando que no son de cosecha nacional, sino que, con ligeras variaciones, son las mismas razones que se vienen escuchando en el mundo desde hace un siglo para negar a las mujeres el derecho a votar.