Fue un olvidable regreso, después de una corta ausencia, el de Héctor Lavoe con su álbum Comedia, lanzado en 1978. En la portada, Lavoe viste como Charlot, mítico personaje de un triste vagabundo que hizo reír a millones, creado e interpretado por Charles Chaplin. En consonancia, el nombre de este disco refleja la ironía de su propia vida, en la que la tragedia se solía presentar como comedia, dado el carisma y sentido del humor que siempre lo caracterizó.
En sus canciones, además de su particular y potente voz, el bautizado ‘cantante de los cantantes’ se caracterizó por la interpretación sentida de letras de desamor y por su soneo cargado de humor. El soneo es la improvisación musical de letras, que se expresa principalmente en los pregones, esa sección de las canciones de salsa en la que un coro repite un estribillo y la voz principal responde con frases ingeniosas o expresivas.
En palabras de Willie Colón, Héctor “tenía un don, una habilidad para la inspiración. También mezclado con un sentido de humor, no es solamente sonear, sino sonear con cosas que tienen gracia, que no es lo mismo. Hay muchos tipos que se llaman soneros, pero no tienen esa malicia, que es lo que hace falta, son pocos”.
El humor de El Cantante era una habilidad indisociable de su musicalidad, seguramente con él se abrieron puertas y se liberaron tensiones causadas por su personalidad desorganizada y, para algunos, poco seria. Hoy, en conmemoración de su nacimiento el lunes 30 de septiembre de 1946, recordamos su humor con una anécdota que cuenta el cantante puertoriqueño Pete ‘El Conde’ Rodríguez, sobre las bromas de Lavoe, particularmente una que le hizo a Cheo Feliciano.
Por: Camilo Fernández