La estrategia de caracol, esa historia de un grupo de inquilinos que se resiste a un desalojo y desarrolla una estrategia para sabotearlo, es un ejercicio de imaginación política, pues cuestiona la posibilidades del legalismo colombiano y la lucha armada para conseguir lo que las poblaciones populares necesitan, e invita a pensar en procesos de acción colectiva para dignificar sus intereses y finalmente sus vidas.
“Todos los desalojos que han dejado a un montón de gente sin techo y hogares llenos de luto se deben única y exclusivamente a dos motivos: primero, la injusticia de la justicia, y segundo, la falta de estrategia de la clase inquilinal”.
(Gustavo Calle Izasa, el famoso culebrero “que tomó parte de la legendaria gesta del desalojo de la casa Uribe”)*.
Así como se habló de Octubre y su revolución política y cinematográfica, en este artículo se aborda una doble revolución similar, esta vez “a la colombiana”. Para esta ocasión son el rebusque y la recursividad los que se expresan en el relato de una pequeña “revolución” popular y, paralelamente, en el trabajo intenso y arriesgado que conllevó hacer la memorable película.
Con estreno el 25 de diciembre de 1993, dirigida por Sergio Cabrera y escrita junto a Ramón Jimeno y Humberto Dorado, La estrategia del caracol significó para el cine colombiano la posibilidad de llegar a nuevos y más grandes espacios, ampliando su diversidad temática y su capacidad de producción. Tuvo una formidable acogida en taquilla y por parte de la crítica, a su proyección asistieron más de un millón de personas y ganó numerosos reconocimientos.
Sin embargo, realizarla no fue fácil, se tardó cinco años desde el inicio del rodaje, y mucho más si nos remontamos a las primeras versiones del guion, cuya idea surge de una noticia sobre desalojo en 1976. La producción de La estrategia está llena de curiosidades relacionadas a cómo se fue construyendo, a las dificultades que tuvo su realización, las escenas que no quedaron y las personas que participaron directa o indirectamente de ella.
La historia de cómo se hizo la película revela los esfuerzos de muchas personas que creían en el proyecto y trabajaron con compromiso y convicción, llegar a su corte final fue posible gracias a la solidaridad, uno de sus últimos pasos contó incluso con la ayuda de García Marquez, que contribuyó a conseguir los recursos para desestancar la posproducción.
Dada su riqueza narrativa y simbólica, la película es susceptible de ser analizada en muchos sentidos, pues ofrece interpretaciones desde temas como el género, la religión, la ética y la política. Pero aprovechando que en el Archivo Señal Memoria se conservan algunas entrevistas a Sergio Cabrera, es posible enfocar estos dos últimos temas que son el corazón de la historia.
Siendo muy joven, el director hizo parte del movimiento guerrillero EPL, en una entrevista para Radio Nacional en 2012 dice que fue muy difícil darse cuenta de que estaba equivocado, cuando consideró que el proyecto revolucionario que pretendía por la vía armada no se podría dar en las condiciones del país y que las principales víctimas de estas apuestas eran las poblaciones campesinas.
Además, señala que quienes hacen arte tienen una ineludible responsabilidad política y que esta película es una suerte de metáfora sobre su vida y la de su padre, por lo que tiene un enfoque personal con el que quiso plasmar una apuesta que expresa de la siguiente forma:
Pulido, Juan Ricardo (Productor). (2012). Los personajes.[Entrevista al director colombiano, Sergio Cabrera], octubre 16 de 2012. Bogotá: Radio Nacional de Colombia - RTVC. Archivo Señal Memoria, RNDC-DGW-216038-01.
Dentro de la narración fílmica la experiencia de Cabrera tiene su correlato en el desalojo de La Pajarera, cuando se da una confrontación armada entre los inquilinos y la policía hasta que muere un niño que habitaba la casa. Así, ante los especiales riesgos que trae la violencia para quienes son más vulnerables, se comienza a gestar una estrategia alternativa en la que finalmente se centra la película. A continuación, pueden ver imágenes del rodaje, donde Jimeno y Cabrera cuentan cuál es este punto:
Alzate, Hernando (Director). (1993). Fragmento - 7 y 30 pm: La estrategia del caracol. Bogotá: Televideo Ltda Colombia; Audiovisuales. Archivo Señal Memoria, UMT-208922.
La estrategia plantea un conflicto de base entre los dos personajes que se disputan la casa, de un lado está el burgués que heredó la propiedad y la ve como un medio más para aumentar su riqueza y, de otro, el grupo de personas conformado por gente trabajadora y marginada que ha construido sus vidas en torno a este lugar, con el que tiene un vínculo afectivo. De esta manera, como concluye René Palomino en su análisis del filme, este presenta un modelo de valores donde predomina el arraigo. A propósito del tema, el director cuenta que en la versión final el guion pudo ir más allá del planteamiento inicial:
Pulido, Juan Ricardo (Productor). (2012). Los personajes.[Entrevista al director colombiano, Sergio Cabrera], octubre 16 de 2012. Bogotá: Radio Nacional de Colombia - RTVC. Archivo Señal Memoria, RNDC-DGW-216038-01.
La importancia cultural de este relato, además de exaltar el arraigo popular hacia los espacios de vida comunitaria, reside en que los valores de la justicia y la dignidad también son centrales, en tanto la búsqueda de los personajes por defenderse de la desigualdad económica y judicial es un elemento que dota de profundidad y potencial emocional a la película, de la siguiente manera lo retoma el director refiriéndose a qué le conmueve en el cine:
Nieto, Bernardo y Pratt, Betsy (Presentadores). (1999). Viva el arte - Sergio Cabrera. Bogotá: Señal Colombia. Archivo Señal Memoria, BTCX30-007884.
Una película es en sí misma una acción colectiva, que además deriva en un resultado muy concreto, esta vez el objeto fílmico resulta en un relato sobre el carácter popular de la organización, principalmente expresado a través de sus personajes. Al situar una alternativa a las vías de lucha tradicionales de la izquierda, yendo más allá de la violencia armada y de los mecanismos jurídicos que derivan en un laberinto kafkiano, La estrategia pone de presente la fe en la creatividad de las personas comunes, que en su diversidad logran contribuir al proyecto colectivo.
Siguiendo a Martín Agudelo, aunque el proyecto es una quimera intencionalmente narrada, al mejor estilo del realismo mágico, no pierde por ello su potencia política. Es allí donde reside parte de su maestría, pues esa empresa irrealizable en la que se trabaja con convicción es metáfora del carácter utópico de las ideas revolucionarias. “Lo único que vale es lo que hagamos de ahora en adelante”, dice Jacinto, el paradójico líder anarquista de la estrategia.
Con esta vía heterodoxa se revaloran las contribuciones personales, y en palabras de Martínez López, “el humor, la dramatización y la creatividad de los desposeídos son incorporados a su organización y lucha, la película posee la virtud de señalar la relevancia que también desempeñan las creencias religiosas, los estilos de vida, las preferencias sexuales y las trayectorias laborales de las clases populares a la hora de sus deliberaciones y con respecto a las posibilidades de alcanzar consensos prácticos entre ellos”.
Cuando Cabrera enfatiza que La estrategia se ideó en parte como una guía para la acción, refería a esta especie de microcosmos ficticio que ilustra la actividad de los movimientos sociales; una estrategia global que se construye con pequeñas tácticas, que van desde luchar dentro y en contra del legalismo de herencia santandereana, que promete que “las leyes nos darán la libertad”, hasta ridiculizar el poder reinante, suscitando hacia él desconfianza e insumisión.
De esta manera, treinta años después, tiene sentido preguntarse si esa narración culebrera de personajes caricaturescos y hazañas imposibles que quedó capturada como película es la “luminosa enseñanza que aún no ha sido debidamente asimilada”*.
*Aquí se siguen las palabras del personaje al inicio de la película.
Autor: Camilo Fernández J.