Los tres padrinos del vallenato | Señal Memoria

Los tres padrinos del vallenato
Publicado el Dom, 06/03/2016 - 11:28 Vida cotidiana
Los tres padrinos del vallenato

Estuvimos escarbando en las memorias de García Márquez y en los archivos de Señal Memoria para hacer un homenaje al escritor y ver cómo cambió el país de forma paralela a sus pasos

Colombia era otro país antes de García Márquez. No solo sus libros mostraron otros caminos. Paralelo a ese proceso se dio otro que aún sigue en desarrollo. Se trata de la proyección nacional de la música del Caribe colombiano, aquella del acordeón que, precisamente García Márquez e intelectuales afines, empezaron a llamar vallenato. Entonces, para esta ocasión quisimos acercarnos a García Márquez a través de dos importante aspectos de su vida: sus amigos y el vallenato.


 

Cualquier hora era buena para armar la fiesta con los mismos clientes y sus alegres compadres, y amanecíamos cantando con los acordeoneros grandes sin interrumpir compromisos ni pagar créditos urgentes porque la vida cotidiana seguía su ritmo natural en el fragor de la parranda.En Villanueva estuvimos con un acordeonero y dos cajistas que al parecer eran nietos de alguno que escuchábamos de niños en Aracataca. De ese modo, lo que había sido una adición infantil se me reveló en aquel viaje como un oficio inspirado que había de acompañarme hasta siempre. (Vivir para contarla, p.498)

 

Son las palabras de García Márquez con una evocación que corresponde al año 1953. Años de cambios en el país. Con la Violencia en primer plano, Gustavo Rojas Pinilla ascendió al poder enarbolando una bandera de reconciliación y la paz. Ascendían también a las frías capitales de la zona andina los cantos procedentes del Caribe, como ascendió García Márquez a Bogotá en 1947:

 

Foto archivo Biblioteca Nacional de Colombia - Fondo Nereo

Mi interés por la música se incrementó también en esa época en que los cantos populares del Caribe – con los cuales había sido amamantado, se abrían paso en Bogotá. El programa de mayor audiencia era La hora costeña, animada por don Pascual Delvecchio, una especie de cónsul musical de la costa atlántica para la capital. Se había vuelto tan popular los domingos en la mañana, que los estudiantes caribes íbamos a bailar en las oficinas de la emisora hasta muy avanzada la tarde. Aquél fue el origen de la inmensa popularidad de nuestras músicas en el interior del país y más tarde hasta en sus últimos rincones, y una promoción social de los estudiantes costeños en Bogotá. (Vivir para contarla, p.325)

   

García Márquez se ubicó en Bogotá para estudiar Derecho en la Universidad Nacional. Duró un año, antes de regresar a su tierra por efecto de “El Bogotazo”. En la Nacional, tuvo como profesor a Alfonso López Michelsen:

Mi madre me había convencido de que éramos parientes, y así era. Sin embargo, mejor que cualquier vínculo extraviado nos identificaba nuestra pasión común por los cantos vallenatos (Vivir para contarla, p.318)

 

Al igual que Gabo, López Michelsen fue persona decisiva para el arraigo del vallenato a nivel nacional, como que fue el creador del Festival de la Leyenda Vallenata en 1968. Un archivo de 1969 donde López expresa sus ideas sobre la música de Francisco el Hombre (y de paso cuestiona esa leyenda)


Alfonso López Michelsen - El vallenato - HJCK-1969

 


Al dejar atrás el frío bogotano, García Márquez volvió al fragor del Caribe para desarrollar su carrera periodística en Cartagena y Barranquilla y escribir su primera novela, La hojarasca. En aquel 1952 fue cuando conoció a Rafael Escalona.

 


Foto archivo El Tiempo - Rafael Escalona y Gabriel García Márquez

Un buen consuelo de aquellos días fue la llamada de telefónica de Rafael Escalona, el autor de las canciones que se cantaban y se siguen cantando de este lado del mundo. Barranquilla era un  centro vital, por el paso frecuente de los juglares de acordeón que conocíamos en las fiestas de Aracataca, y por su divulgación intensa en las emisoras de la costa caribe. Un cantante muy conocido entonces era Guillermo Buitrago… Otro muy popular era Crescencio Salcedo… La culminación de esa pasión llegó a su clímax una tarde de sopor en que el teléfono me interrumpió cuando escribía La Jirafa. Una voz igual a las de tantos conocidos de mi infancia me saludó sin fórmulas previas: - Quihubo hermano. Soy Rafael Escalona. Cinco minutos después nos encontramos en un reservado del café Roma para entablar una amistad de toda la vida. (Vivir para contarla, p.455)

 

Por esos mismos años, 1956, Rafael Escalona visitó Bogotá y concedió una entrevista a Gloria Valencia de Castaño. Hablaron y especularon sobre la novedad de sus canciones (“La casa en el aire”) y la novedad que era en ese entonces el acordeón


Rafael Escalona - El acordeón - HJCK-1956

Ya se dijo, en el año 1968 se creó el Festival de la Leyenda Vallenata. Fue idea de Alfonso López Michelsen (nombrado en 1967 primer gobernador del recién creado departamento del Cesar, luego de abandonar las filas del MRL – Mismo año de Cien años de soledad). Contó con el apoyo de Consuelo Araújo y Rafael Escalona, quien fue organizador del evento en sus primeras ediciones. El creciente arraigo del vallenato se deja ver en la entrevista promocional que le hicieron a Escalona pocos años después, en 1974. Fue para el programa “Carta de Colombia”, emitido por la HJCK, por la Radio Nacional y por la televisión. Probablemente, este audio corresponda a la primera vez que se vio un conjunto vallenato en las pantallas colombianas: Poncho Zuleta (voz), Colacho Mendoza (acordeón), Enrique Cabas (caja) y Alfredo Calderón (guacharaca)


Rafael Escalona y conjunto vallenato – HJCK-1974


Por esos mismos años 70, luego de casi dos décadas de haber sido publicada, La hojarasca se tradujo al inglés. Seguían en ascenso el vallenato y García Márquez. Y esto último se potenció aún más cuando, en 1978, la nueva editorial La Oveja Negra empezó a editar y distribuir los libros de quien pocos años después sería condecorado con el Premio Nobel. El 27 de abril de ese mismo 1981, justo el día en que arrancó el Festival de la Leyenda Vallenata, Gabriel García Márquez publicó Crónica de una muerte anunciada. Un millón de ejemplares impresos en el primer tiraje, cifra sin precedentes en las letras latinoamericanas; inversión de 750 mil dólares en publicidad, para un precio de 3 dólares por ejemplar. Sobre ello, Señal Memoria conserva la voz de José Vicente Cataraín, presidente de La Oveja Negra.

 

La hojarasca en inglés – HJCK-1972-03-05

José Vicente Cataraín-La oveja negra – Edición obra de Gabo – HJCK-1981

Rafael Escalona - Festival Leyenda Vallenata - HJCK-1981












Premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez.  Estocolmo, Suecia, el 8 de diciembre de 1982.

Luego de recibir el Premio Nobel, García Márquez consolidó definitivamente su prestigio internacional y registró su nombre en la memoria colectiva de Colombia. Los últimos del siglo XX no fueron años fáciles ni para él, ni para el país. Sin embargo, siguió siendo buena “cualquier hora para armar la fiesta”. Continuó su carrera ascendente el Festival, el vallenato y al despuntar el siglo XXI, todos se reunieron de nuevo en Valledupar para la edición 33 de la Leyenda Vallenata. En el 2000, el Festival fue en homenaje a García Márquez y con un registro de aquella ocasión vamos a concluir estas palabras. Se trata de la “Puya literaria”, de José Ramírez.


La puya literaria (José Ramírez) - 33 Festival Leyenda Vallenata - 2000

Fecha de publicación original Dom, 06/03/2016 - 11:28

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