Creado en la década de 1960, el Premio Nadaísta de Novela se planteó como reconocimiento literario alternativo, orientado a legitimar escritores que rompieran con la tradición de la novela colombiana. Modelado por el disruptivo movimiento nadaísta, del que derivó su nombre, su desarrollo generó grandes expectativas entre el público, la prensa y los grupos intelectuales. Nadie esperaba, sin embargo, que las presiones que cayeron sobre los jurados del concurso, y los resultados de este, produjeran una controversia que rivalizó con la del Premio Esso, su contendiente contemporáneo.
¿Cómo nació el Premio Nadaísta de Novela?
En un intento por alejar a la literatura de los intereses de las petroleras, Gonzalo Arango, fundador del movimiento nadaísta y ex-participante del Concurso Nacional de Novela patrocinado por la Esso en 1964, anunció la creación del ¨Premio Nadaísta de Novela” en 1966 con el fin de promover la creación literaria de autores de vanguardia. Esta no era la primera ocasión en que el nadaísmo se ocupaba de reconocer la creación literaria. Un año antes, se había entregado el Premio Nacional de Poesía Nadaísta.
Con el nuevo concurso, Arango buscaba legitimar a su manera al movimiento literario de contracultura nacido ocho años atrás, el cual abrazaba el surrealismo y existencialismo mientras rechazaba la tradición literaria nacional, arraigada aún en el costumbrismo. El propósito de este movimiento se enunció en el Manifiesto Nadaísta, escrito por Arango en 1958 y cuya lectura se ha registrado en el siguiente documento sonoro:
Valencia de Castaño, Gloria. (Entrevistadora). (1979). Carta de Colombia: marzo 24 de 1979 entrevistas. Bogotá: HJCK. Archivo Señal Memoria, HJCK-DGW-074567-01.
Para cumplir su propósito, Arango contó con la ayuda de patrocinadores como Belisario Betancur, Misael Pastrana, el Banco de Bogotá, la Editorial Tercer Mundo y la empresa de vestidos de baño Catalina, a la que había aportado su eslogan “Vestidos de baño Catalina: el secreto que embellece el secreto”. La relación entre Tercer Mundo y Arango fue, de hecho, muy fructífera, pues además de publicar textos del movimiento y apoyar sus concursos, resultó en el origen de la revista Nadaísmo 70.
Funcionamiento del Premio Nadaísta de Novela
El Premio Nadaísta de Novela ofreció a sus ganadores la edición de la novela ganadora, de la cual el autor triunfador se quedaba con 100 ejemplares, más un reconocimiento de quince mil pesos de la época. Las obras aceptadas debían ser inéditas y se enviaban tres copias para los jurados junto con un sobre con el pseudónimo y el nombre del autor.
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Los jurados calificadores de la primera y única edición del premio fueron: Helena Araújo de Albretch, crítica literaria y escritora; Héctor Rojas Herazo, pintor y poeta, y el mismo Gonzalo Arango. La labor de los jurados consistió en la lectura de las obras postuladas (un total de 33) y la elección del ganador. No obstante, lo que parecía un concurso como cualquier otro, terminó con acusaciones de conflictos de interés y desorganización.
Las controversias del Premio Nadaísta de Novela
Las críticas a la entrega del primer Premio Nadaísta de Novela, otorgado a la novela La pequeña hermana de Pablo Gallinazo vinieron de parte del mismo jurado calificador. Rojas Herazo no dudó en denunciar la improvisación en la entrega de los manuscritos para ser leídos y en su desacuerdo con la obra ganadora. Según el poeta, Araújo y él tuvieron pocos días para apreciar las obras y fueron presionados por Arango para otorgar el reconocimiento a La pequeña hermana, cuando en realidad la novela con mayor mérito era Terremoto de Germán Pinzón (la cual participó también en el Premio Esso 1965) o incluso Los días más felices del año de Humberto Navarro.
Rojas Herazo reconoció que la voluntad de Arango de presentar solamente una obra nadaísta chocaba con el interés de los jurados de ofrecer una obra esperanzadora para el panorama literario, sin distinción de su movimiento. Frente a estas acusaciones, Arango respondió diciendo que la única influencia que ejerció fue la de querer seleccionar a un verdadero representante de la literatura de vanguardia del país y, en una carta enviada al periódico El Espectador, menciona que el propósito del concurso no es lanzar obras de arte sino aprovechar el dinero.
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La controversia del Concurso Nadaísta de Novela no quedó ahí. Una de las obras finalistas, Los laberintos insolados de Marta Traba, fue retirada del concurso por su autora, aduciendo conflictos de interés con la editorial Seix Barral. La respuesta de Arango fue que la escritora y crítica argentina también debió renunciar a su premio de 3500 pesos.
Con todo y las controversias fruto de esta primera y única entrega, la recepción de las obras fue fría por parte de la crítica, que juzgó a las novelas como cúmulos de ideas desordenadas, que traían chistes sin sentido con existencialismo trasnochado, pesadas y monorítmicas.
Después del Premio Nadaísta de Novela
Con todo, el reconocimiento del nadaísmo a las letras colombianas continuó, aunque cobró otra forma con el Concurso Nacional de Novela Nadaísta en 1967, que dejó como ganadores a los escritores Elmo Valencia y Jaime Jaramillo Escobar. Si bien, los reconocimientos por parte del nadaísmo dejaron de entregarse, el movimiento siguió dejando huella en la literatura y el arte colombianos, como mencionó Samuel Ceballos a Gloria Valencia de Castaño.
Valencia de Castaño, Gloria. (Entrevistadora). (1979). Carta de Colombia: marzo 24 de 1979 entrevistas. Bogotá: HJCK. Archivo Señal Memoria, HJCK-DGW-074567-01.
En últimas, el Premio Nadaísta de Novela brinda un buen ejemplo de la búsqueda de legitimación de un movimiento literario vanguardista que, a su manera, pretendió mantenerse alejado del tradicionalismo de la literatura colombiana. Las estrategias implementadas lo llevaron, sin embargo, a caer en el mismo tipo de prácticas discutibles y controversias que ya aquejaban a su rival apadrinado por la Esso Colombiana, denotando así la falta de neutralidad que atravesaba los concursos culturales del periodo.
Por: María Angélica Guerrero Ruiz