San Pacho: la fiesta y la protesta se juntan | Señal Memoria

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Publicado el Mar, 05/10/2021 - 11:53 CULTURA Y SOCIEDAD
San Pacho: la fiesta y la protesta se juntan

En el siglo XVII, durante la Colonia, San Francisco de Asís se erigió como el patrono de la recién fundada Quibdó. Desde ahí, el vínculo se fue haciendo más y más cercano. Las anuales Fiestas de San Pacho, llenas de baile y de rezos, son un evento sincrético que combina la herencia afro con el legado colonial y católico. También son la ocasión para los chocoanos de, con ingenio y sátira, denunciar la corrupción, carencias y violencia que sufre el departamento, uno de los más pobres de Colombia. La fiesta y la protesta van de la mano. 

Los apodos, diminutivos o apócopes, muchas veces, son muestras de cariño. Claro, esa persona tiene un nombre, como lo bautizaron sus padres, pero si lo conoces bien, puede que quieras mostrarle lo bien que te cae y lo cercano que lo consideras creándole o llamándolo por un apodo. Si eres amigo de un Antonio, llamarlo Toño demostrará que lo aprecias. Sergio pasa a ser Checho cuando conoce tu vida y tus historias. Y si un Francisco te cambia la vida y significa mucho para ti, a lo mejor pases a referirte a él como Pacho. 

Así les pasó a los ciudadanos de Chocó cuando, en el siglo XVII, durante la Colonia española, los frailes franciscanos llegaron al departamento para evangelizar en nombre de San Francisco Asís. Cuando se fundó Quibdó, la capital del departamento, San Francisco fue el patrono. Rápidamente los quibdoseños empezaron a celebrar su historia, su herencia, su nombre. Pero el vínculo fue tan fuerte y cercano entre la gente y su santo que no lo iban a llamar San Francisco, tan distante y seco. No, él era San Pacho. 

La relación pasó de ser totalmente jerárquica —entre personas esclavizadas y un santo de la religión que justificaba su opresión— a una mezcla híbrida y sincrética. Al llamarlo Pacho, los quibdoseños llevaron la fiesta más allá de lo meramente católico y le añadieron su cultura y la memoria de África. Hay carrozas, religión, juegos, rezos, alabaos y devoción. Hay disfraces y reflexión. Tiene las características de los carnavales que vienen desde la Edad Media y, a la vez, es absolutamente único en el mundo. Estas son las Fiestas de San Pacho.

Cada año, entre el 20 de septiembre y el 5 de octubre, Quibdó se paraliza para celebrar a su santo. La forma contemporánea de estas fiestas data de hace más o menos cien años, con las comparsas, los juegos pirotécnicos, las bandas musicales y los disfraces. El quehacer artístico y artesanal brilla en esta época, pero burbujea a fuego bajo durante todo el año, nunca para, pues desde meses antes se empieza a preparar toda la parafernalia. Entre sancocho de tres carnes y viche, los doce barrios de Quibdó saben que tienen que mostrar todo su poder para destacar. Estos son: La Yesquita, Yesca Grande, Pan de Yuca, Alameda, César Conto, Cristo Rey, Tomás Pérez, El Silencio, Las Margaritas, Kennedy, Roma y Esmeralda. 

¿Cómo una fiesta tan religiosa puede tener tanto desparpajo? Esa es la pregunta que se hace Marino Aguado, de Festivaliando, sobre las Fiestas de San Pacho que es tan mística como espontánea. Omar Palacios, docente quibdoseño, explica: “la etnia negra, en este calor del trópico, somos por antonomasia alegres, festivos, parranderos, rumberos en medio de tanta vicisitudes. Es una buena terapia la fiesta en medio de tanto sufrimiento. Se confunde con el ideal franciscano, acopló la escogencia de Francisco, patrono de Quibdó, en aquello de que él fue alegre, descomplicado, humilde, servicial y, sobre todo, un gran cantor de la vida”. La llegada de San Francisco, su impacto y la forma en que se fueron formando las fiestas quedan patentes en este episodio, del archivo de Señal Memoria.

 

Aguado, Marino [director] (2006). Festivaliando [Fiestas de San Pacho]. Quibdó-Chocó: Señal Colombia. Archivo Señal Memoria, BTCX60-060817F.

 

El final de las fiestas de San Pacho llega con un día de recogimiento, una liturgia silenciosa en la que destaca todo el lado más religioso de la ocasión. Antes de eso, sin embargo, hay un clamor que, amplificado por los tambores y las danzas, se eleva por encima de todo el ruido. Para los chocoanos, las fiestas de San Pacho son la oportunidad para denunciar la corrupción y todas las carencias que adolece el departamento. Sin perder el humor, y sin reducirle el filo, los mismos bailes, comparsas y disfraces son una herramienta de la ciudadanía para hacerle frente al contrapoder. En este sentido, se continúa con la tradición de los carnavales alrededor del mundo, que funcionan como vehículo para decir y hacer lo que en el resto del año no se puede. 

El Chocó está entre los departamentos más pobres de Colombia. Sus aparentes riquezas, como la diversidad biológica y el oro que hay en su territorio, no han redundado en mejores condiciones de vida para sus habitantes, al contrario: son parte del saqueo. Si a esto se le suman las personas desplazadas que han tenido que huir de su tierra por la violencia —y que, de hecho, celebran San Pacho allá a donde van—, queda claro que aunque es una época alegre, estas fiestas no pueden omitir todo el sufrimiento y las necesidades que abundan todo el año en la región. Por eso es tan potente esta combinación que, a través de la parodia y el ingenio, le hace frente a la violencia. 

Así quedó plasmado en ¿San Pacho, para quién?, un documental de Daniel Mosquera que indaga sobre el carácter político de esta fiesta.

 

Mosquera, Daniel (2002). ¿San Pacho, para quién? Quibdó, Chocó, Colombia: N.A. Archivo Señal Memoria, BTCX30 015708.

 

Si solemos pensar la fiesta como un tiempo para olvidarse de los problemas, San Pacho ofrece una alternativa: la fiesta como una manera de reflexionar sobre ellos desde otra perspectiva, y avanzar hacia su solución.

 


Autor: Santiago Cembrano

 

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Fecha de publicación original Mar, 05/10/2021 - 11:53