Para algunos historiadores, el siglo XX empezó verdaderamente con la Primera Guerra y otros procesos de enorme trascendencia que ocurrieron simultáneamente: la Revolución Bolchevique y la Revolución Mexicana. Aquel contexto, en que el mundo se transformaba de manera radical, marcó el destino del compositor, pianista y director de orquesta ruso Sergei Prokoviev (Sontsovka –Ucrania-, 1891 – Moscú, 1953).
Prokoviev, que en su infancia había sido alumno de Rimsky Korsakov, recibió en 1914 el premio Anton Rubinstein como mejor estudiante de piano. Ya en 1917, con el avance del Ejército Rojo y el ambiente bélico que se vivía en Rusia y Ucrania el músico se exilia en Estados Unidos, en donde desarrolla parte de su obra. Sin embargo, su estilo innovador se enfrenta a un público que difícilmente le acepta, lo que le obliga a irse a París y finalmente, en 1933, a regresar a la ya llamada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; para aquel entonces, se encontraba en el poder José Stalin, quien dirigió la totalidad de su acción política a la consolidación de la URSS como potencia. La producción musical estaba regida por los parámetros y directrices de la Unión de Compositores Soviéticos que se orientaban al “Realismo Socialista”, una corriente que ponía las artes al servicio de la política. Prokoviev, así como los demás compositores y músicos, debió seguir aquellos parámetros, lo que no fue impedimento para que sus obras más destacadas vieran la luz en aquellos años en que la vida pública y privada estaban mediadas por el Estado y sus fines.
Ballets como Romeo y Julieta y Cenicienta; las bandas sonoras de las películas Alexander Nevsky e Iván el Terrible - dirigidas por Sergei Eisenstein-, y el cuento musical Pedro y el Lobo fueron algunas de las piezas en las que logró adecuarse a aquellas exigencias del régimen, pero innovando con planteamientos musicales que iban más allá de la aplicación de formas exigidas y traspasaban la frontera de lo político para convertirse en piezas con notable potencia expresiva. Ello le dio a Prokoviev un merecido reconocimiento en el mundo entero.
El 5 de marzo 1953 murió Stalin, que había gobernado la Unión Soviética desde 1924. Pocos minutos antes había fallecido Prokofiev. A pesar de la importancia de este gran músico, los soviéticos se enteraron de su muerte tres días después. A su entierro, casi solitario, asistieron unos pocos amigos que solo pudieron llevarle flores de papel, pues la totalidad de las flores naturales había sido confiscada para el entierro del político.
Escuchemos aquí un fragmento de Pedro y el Lobo que, para algunos biógrafos, se trata de una composición que crea Prokoviev para explicar la Primera Guerra y los autoritarismos. Sin embargo, para otros biógrafos se trata simplemente de un cuento para acercar a los niños a mundo musical. Esta versión fue grabada en 1994 con la voz del cantante español Miguel Bosé junto a la Orquesta de la Ópera de Lyon.
Ana María Lara Sallenave
Fecha de grabación: 1994, para Pedro y el Lobo. Ca.1944 para la voz de José Stalin
Fecha de emisión: Ca.1944 para la voz de José Stalin
Referencias: 1891, 1953