Los archivos de Señal Memoria cuentan la historia del Festival de Ancón, el más recordado evento del movimiento hippie colombiano, organizado cerca a Medellín en 1971 e inspirado en Woodstock. Volvemos a contar esta historia gracias a los registros de la HJCK y Radiónica.
Las siguientes palabras fueron pronunciadas por el músico y periodista Edgar Restrepo Caro, quien luego de programar música rock y representar a algunas bandas de la naciente escena rock colombiana, se convirtió en uno de los voceros del movimiento hippie colombiano. Eran años en los que no solo los movimientos políticos y sociales ofrecían al país otra forma de percibirse, también era el tiempo en el que la juventud, desde miradas mucho más personales e intimistas, pretendía darle un vuelco cultural a nuestra sociedad…
Entrevista a Edgar Restrepo Caro. Extraído de: HJCK (1970). Entrevistas para Carta de Colombia. Colombia: HJCK. Archivo Señal Memoria, HJCK-DGW-074843-01-SER001CPTDGW
Del San Andrés nadaísta al Parque de los Hippies
Hacia 1969 se había iniciado esta movida, primero como una imitación del hippismo norteamericano y luego como un movimiento que adquiría identidad propia. Sus principales puntos de encuentro estaban en Bogotá (el Parque de la 60, la comuna de Lijacá, La Calle detrás del Hotel Hilton) donde se hacían conciertos, happenings y, en Chapinero y La Calle, se instalaban locales donde se vendían afiches, ropa, artesanías y música. Con esa idea, los hippies colombianos empezaron a atraer cada vez más gente y a instalar comunas y puntos de encuentro en otras partes del país.
De la misma manera, inspirados en las noticias de Woodstock, surgió la idea de organizar conciertos masivos y autogestionados. El primero de ellos se realizó en junio de 1970 en Bogotá, el Festival de la Vida, y, dos meses después, Rock en las Montañas. Sobre este último evento es que habla Edgar Restrepo Caro, demostrando no solo el carácter revolucionario que querían darle a la música rock sino también el interés inusual por abrir espacios a las músicas indígenas, demostrando el hippismo colombiano podía encontrar sus propias exploraciones estéticas y filosóficas.
Pero faltaba algo aún más grande, cuyo impacto mediático fuera tal que permitiera evocar el Woodstock Music & Art Fair. La versión más difundida es que Gonzalo Caro, “Carolo”, líder del movimiento hippie de Medellín, tuvo la idea y se apoyó en sus pares de Bogotá para materializarla, encabezados por el ya fallecido Humberto Caballero. Así lo contaban él, Álvaro Díaz y el Doctor Rock Gustavo Arenas 36 años después…
Entrevistas a Carolo, Álvaro Díaz y Gustavo Arenas. Extraídos de: Andrés Ospina, director (2007). Rockuerdos. Colombia: Radiónica. Archivo Señal Memoria, RADI-DGW-108423-01-SER001CPTDGW
The Road to Ancón…
Convencidos y unidos todos, faltaba elegir el lugar. Este fue el Parque Ancón Sur, unos terrenos en la Estrella, Antioquia, propiedad del municipio de Medellín, a donde Carolo alguna vez había ido en busca de hongos alucinógenos. En medio de la más absoluta improvisación, corrió la voz por todo el país y por no pocos oídos en el exterior de que un evento tan grande como Woodstock se haría en Colombia. Tan grande no lo fue, pero sí lo suficiente para que los medios lo cubrieran, como en esta nota de la HJCK presentada por Gloria Valencia de Castaño donde –de nuevo– Edgar Restrepo Caro advierte lo que caerá sobre las montañas de Antioquia.
Nota sobre el Festival de Ancón. Extraído de: HJCK (1971). Carta de Colombia. Colombia: HJCK. Archivo Señal Memoria, HJCK-DGW-070217-01-SER001CPTDGW
Tres días de paz y música Festival de Ancón
“Una cosa armada con más buena voluntad que conocimientos”, lo calificó el periodista Germán Castro Caicedo, quien cubrió el Festival de Ancón para El Tiempo. Una caseta metálica cuyos cimientos aún estaban frescos, sin luces, sonido limitado e instrumentos que se turnaban entre los artistas, algunos de los cuales tocaban en más de una banda. Aun así, el impacto persistió para que los grandes medios lo cubrieran: radio, televisión, periódicos, prensa extranjera y, claro, el establecimiento político personificado en el Arzobispo de Medellín que amonestó públicamente a los organizadores y el Alcalde, quien decidió darse un baño de fama inaugurándolo.
Para quienes lo vieron, el escenario era impactante: una atmósfera de jóvenes provenientes de todo el país, una nube de marihuana y, para unos pocos, de dosis de hongos y cacao sabanero. Cientos de ellos pasando la noche en el mismo prado del festival, sin que los detuviera la lluvia o la intimidación de los finqueros del sector; otros, acampaban en el Parque Bolívar de Medellín, donde días después serían desterrados por orden de la policía. Miles de anécdotas inverosímiles de cada combo de amigos que asistió, que ni los testimonios fotográficos, audiovisuales o sonoros alcanzaron a registrar. Pero algo, aunque muy poco, alcanza a recogerse de las palabras de Carolo y de Armando Plata Camacho, quien estuvo allí como fanático y periodista.
Entrevistas a Carolo y Armando Plata Camacho. Extraídos de: Andrés Ospina, director (2007). Rockuerdos. Colombia: Radiónica. Archivo Señal Memoria, RADI-DGW-108423-01-SER001CPTDGW
Es cuestión de fe y nos unimos con música
Para entonces el movimiento rock en Colombia había llegado a una etapa de madurez creativa e independencia, sin embargo, esas mismas virtudes lo habían puesto en su gran mayoría al margen de la gran industria discográfica.
Es así como bajo el lema Es cuestión de fe y nos unimos con música, Ancón logro reunir a buena parte de esa generación del rock colombiano, pero de artistas que en su gran mayoría no pudieron editar su música: de Bogotá, La Banda del Marciano, Gran Sociedad del Estado, Carne Dura y La Planta (base de lo que poco después se convertiría en Malanga); de Medellín, Los Monsters, Conspiración del Zodiaco, La Banda Universal del Amor, Los Láser y Free Stone, más músicos de las orquestas tropicales Los Graduados y Los Black Stars que decidieron ensayar un repertorio rockero.
Los pocos que sí dejaron grabaciones, fueron Terrón de Sueños y, especialmente, La Columna de Fuego, quienes acababan de editar su primer sencillo, una versión rock del tradicional currulao “La jorivcamba”. Roberto Fiorilli, integrante de La Columna y una de las fecundas figuras del rock colombiano, también recordaba su experiencia en Ancón en 2007, para el programa Rockuerdos, realizado por Andrés Ospina para Radiónica.
Entrevista a Roberto Fiorilli. Extraído de: Andrés Ospina, director (2007). Rockuerdos. Colombia: Radiónica. Archivo Señal Memoria, RADI-DGW-108423-01-SER001CPTDGW
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Cómo decirte…
Pasada la moda, muy pronto la mayoría de jóvenes abandonaron el barco del hippismo, mientras que muchos otros de los que permanecían radicalizaban su estilo de vida. En cuanto al rock, nadando contra la corriente, se daba inicio a una etapa creativa donde este adquiría una identidad cada vez más colombiana de la mano no solo de La Columna, sino también de Malanga, La Banda Nueva, Los Flippers y Génesis. La necesidad de supervivencia económica, los excesos del público y la estigmatización de buena parte de la sociedad hicieron que a mediados de los 70 este movimiento ya estuviera herido de muerte.
Sin embargo, quedaba una poderosa experiencia y una lección para las siguientes generaciones que, aun sabiendo muy poco de Ancón, volvían a inventarse el rock en La Batalla de las Bandas, el Concierto de Conciertos, Rock al Parque o Altavoz.
Imágenes del Festival de Ancón (1971). Extraído de: María Elvira Talero, directora (1993). En los criollos 60’s. Colombia: Audiovisuales. Archivo Señal Memoria, C1P-243526
Autor: Felipe Arias Escobar