El 13 de junio de 1954, durante el gobierno militar de Gustavo Rojas Pinilla, tuvo lugar la primera transmisión de televisión en Colombia. Así empezó una revolución de unión nacional, educación popular y divulgación cultural. Ante un país fragmentado y con múltiples cosmovisiones, la televisión aportó a consolidar relatos cohesionados de nación; ante el analfabetismo generalizado, a enseñar a leer y escribir; ante la falta de acceso al arte, a la difusión de música, teatro y cine. Por eso, pensar en la historia contemporánea de Colombia, y en cómo ha sido narrada, necesariamente implica acudir a la televisión.
Cuando los enamorados cumplen un año juntos lo celebran con una cena romántica. Cuando un bebé cumple un año recibe regalos y mimos de su familia. Y cuando el presidente Gustavo Rojas Pinilla cumplió un año de gobierno, luego del golpe de estado que le dio a Laureano Gómez, presentó la llegada de la televisión al país.
[...]fue en blanco y negro, el color llegaría décadas después. En esa transmisión primigenia, para los hogares que ya tenían su aparato respectivo, sonó el himno, Rojas Pinilla le habló al país.
El domingo 13 de junio de 1954 a las 7 p.m. se realizó la primera transmisión de televisión en Colombia, con equipos de transmisión alemanes y cámaras estadounidenses; fue en blanco y negro, el color llegaría décadas después. En esa transmisión primigenia, para los hogares que ya tenían su aparato respectivo, sonó el himno, Rojas Pinilla le habló al país, hubo noticias, música clásica, una adaptación del cuento El niño del pantano y más. Así, Colombia fue el sexto país de América Latina con este medio de comunicación.
La televisión fue una revolución que llevó imágenes en movimiento a los hogares del país. Abrió un amplio campo de unión, educación popular y divulgación cultural para los colombianos. En 1954, más de la mitad de la población rural era analfabeta y muchos ciudadanos desertaban antes de acabar el colegio y pocos se graduaban de la universidad. La televisión cogió el testigo de la radio y, con la dimensión visual, aportó a la alfabetización de Colombia.
La llegada de la televisión revolcó la vida de los colombianos, como si hubiera un nuevo integrante en las casas a las que llegaba.
Se puede ver televisión en solitario, sin duda. Pero hay una dinámica especial que surge al sentarse con la familia y ver un partido de fútbol, una película o un documental juntos; o, también, al renegar todos ante las novedades del noticiero. La llegada de la televisión revolcó la vida de los colombianos, como si hubiera un nuevo integrante en las casas a las que llegaba. Fue el punto central de varios rituales y costumbres, de recuerdos y relatos. Y del ocio, claro: ya los colombianos podían disfrutar el placer mundano y fundamental de sentarse a ver televisión y descansar luego de un largo día.
Sí, ya existían la radio y la prensa para 1954, pero pocos leían los periódicos y la radio no tenía el aspecto visual de la televisión. Su irrupción en los medios de comunicación cambió la estructura de la información pública. Con su formato rápido y entretenido, los colombianos reflexionaron sobre el mundo, sus creencias, su cultura, su raza, su género y su clase. Además de la iglesia y la familia, de la escuela y el parque, la televisión se volvió en un canal de información primordial. Y para un país tan disímil, lleno de cosmologías distintas, la televisión aportó a generar un relato con el que la mayoría de los colombianos pudieran identificarse y reconocerse entre ellos. No es menor el hecho de poder saludar al vecino y comentar las últimas novedades que ambos vieron la noche anterior en el mismo canal.
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Es más, hasta cambió la publicidad: las empresas empezaron a pautar en la televisión para promocionar sus productos y servicios (y así se financió, en parte, una misión sumamente costosa como esta). ¿Qué sería de la televisión colombiana sin los comerciales icónicos de todo tipo de marcas? Esta dinámica también ilustra la tensión, que aún persiste, entre lo cultural y lo comercial en la televisión colombiana. Parte del reto de esos años fue cómo articular ambas variables y crear espacios en los que coexistieran la publicidad con el contenido profundo.
Conforme fue avanzando y desarrollándose, la televisión colombiana salió de Bogotá y llegó a todo el país. Incorporó programas musicales y de humor. Transmitió la primera visita del Papa Pablo VI a Colombia en el 68 y la llegada de la humanidad a la luna un año después. Como lo dice Omar Rincón, profesor titular del Centro de Periodismo de la Universidad de los Andes, con los años Colombia se volvió una potencia televisiva en la región. Este es el mejor producto cultural del país, en el que hay una marca propia nacional. Hablar de las novelas y la forma colombiana de hacerlas daría para diez textos como este.
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Es un tema de memoria colectiva, de identidad nacional, de representación. Sobre todo, es un formato que se sigue explorando,que avanza y empuja sus límites cada año.
Ya han pasado 67 años desde la primera transmisión de televisión en Colombia. Su historia muestra que ha ido mucho más allá de entretener a los colombianos y de ser una herramienta de comunicación. Desde mediados del siglo XX, para pensar a Colombia, para narrarla y reflexionar sobre cómo es narrada, hay que detenerse en la televisión. Es un tema de memoria colectiva, de identidad nacional, de representación. Sobre todo, es un formato que se sigue explorando,que avanza y empuja sus límites cada año. Si te distraes dos segundos te pierdes lo que pasó en la novela, y si no estás atento pues no pillas los cambios en esta caja de imagen y sonido que contiene lo posible y lo que hasta entonces parecía imposible.
Todo esto empezó el 13 de junio de 1954. Para recordar esta fecha, adentrémonos en este fragmento del documental 60 años al aire de Jorge Alí Triana, para ver cómo fue esa primera transmisión de televisión en Colombia.
Triana, Jorge Alí (2014). 60 años al aire [Documental]. Colombia: RTVC Sistema de Medios Públicos. Archivo Señal Memoria, ND-702331 CLIP 9.
Autor: Santiago Cembrano
