Con la riqueza musical que ofrecieron al país el municipio de San Jacinto y los Montes de María, apareció uno de los grandes compositores del folclor colombiano: Adolfo Pacheco. Si bien sus aportes más célebres (“El mochuelo” y “La hamaca grande”) le llegaron al país a través de la música vallenata, al maestro Pacheco le debemos que no se olvide el debate de que los juglares, los acordeoneros y la riqueza musical de la Costa Caribe va mucho más allá de los cuatro aires del vallenato.
Sus padres lo llamaron Adolfo en medio de la inocencia que significaba recibir por radio las lejanas noticias de la Segunda Guerra Mundial. Era una familia que, más allá de aquella ingenua anécdota familiar, poseía los ricos dones del saber campesino, un saber que además estaba aderezado con música gracias a ese particular lugar del mundo que les tocó en suerte: los Montes de María, esa extensa cadena de colinas que en los departamentos de Bolívar y Sucre separa al litoral de las sabanas. Allí el pequeño Adolfo creció para conocer a la última generación de juglares del folclor costeño (aquellos hijos de la oralidad que recorrían los pueblos mientras cantaban las noticias) y la primera de los ídolos de la música tropical (aquellos hijos de la cultura de masas y la industria discográfica). Mientras bebía de ambos mundos, Adolfo Pacheco se hizo abogado y, ante todo, compositor.
Cepeda, Consuelo (directora). (1996). Maestros. Adolfo Pacheco: desde las Montañas de María. Colombia: Audiovisuales. Archivo Señal Memoria, BTCX30-028683
Adolfo Pacheco Anillo nació en 1940 en San Jacinto, Bolívar, en la región de los Montes de María, una comarca que al ser lugar de tránsito de diferentes poblaciones del Caribe y del interior se convirtió en uno de los principales epicentros del folclor colombiano. De madre cantadora y abuelo tamborero, Pacheco se convirtió desde muy joven en uno de los grandes compositores de la “música de acordeón”, nombre que recibían los diferentes aires que ejecutaban los juglares que recorrían los pueblos de la Costa antes de que se estandarizara la música vallenata con la creación en 1967 del Festival Vallenato. Precisamente este certamen lo distinguió en 2005 como Compositor Vitalicio, un honor que compartió con autores de la talla de Rafael Escalona o Leandro Díaz.
Cepeda, Consuelo (directora). (1996). Maestros. Adolfo Pacheco: desde las Montañas de María. Colombia: Audiovisuales. Archivo Señal Memoria, BTCX30-028683
El vallenato le debe a Pacheco composiciones como “La hamaca grande” (famosa en las voces de Andrés Landero y Carlos Vives), “El viejo Miguel” (de los Hermanos Zuleta) y “El mochuelo” (de Otto Serge y Rafael Ricardo). En estos temas se inmortalizaron ante el mundo su pueblo natal San Jacinto y los Montes de María, además de otras leyendas de la cultura local como Toño Fernández (fundador de los célebres Gaiteros de San Jacinto) y “el compadre” Ramón Vargas. Sin embargo, Pacheco fue un detractor de que la etiqueta “vallenato” solo le diera importancia a la música del Magdalena Grande, relegando los ritmos del resto de la Costa. De esa polémica surgió la letra de “La hamaca grande”.
Dangond, J. (director). (1998). Aquí nacen las canciones. Colombia: Señal Colombia. Archivo Señal Memoria, BTCX30-028683
Todas esas historias eran contadas en boca del propio Pacheco en 1996 en la exitosa serie documental Maestros, dirigida por Consuelo Cepeda y producida por Audiovisuales, al igual que en la serie de Señal Colombia Aquí nacen las canciones.
Autor: Felipe Arias Escobar