El animal de estos programas es un animal particular, el domesticado, y la manera en que nos lo muestran no es una sencilla descripción, más bien se trata de la continuidad y la generación de ciertos procesos que construyen lo que son estos seres, dicho de otro modo, una construcción discursiva de la animalidad doméstica por medio de este tipo de productos culturales. Así, las características, los comportamientos, las utilidades, su propia “naturaleza”, se nos narra de una manera particular, lo que tiene ciertos efectos posibles en nuestra práctica en relación con esos seres.
Escena 1. La “máquina” moderna
“Y otras vez los Llanos Orientales comienzan a recobrar su ritmo de trabajo fecundo (...) El gobierno de las Fuerzas Armadas inicia la recuperación de las regiones asoladas por La Violencia* (...) reparte auxilios de alimentos y drogas entre las poblaciones hasta ayer desamparadas, se inician los puestos médicos y los puestos de socorro…”. Y continúa:
Mazzoleni, Federico (Realizador). (1956). Colombia: ayer y hoy. Bogotá. Archivo Señal Memoria, UMT-216468.
Así presentaba la dictadura de Rojas Pinilla el proceso de “pacificación” y “modernización” de los Llanos Orientales, iniciado luego de la desmovilización de las guerrillas liberales en 1954, también incluída en ese corto propagandístico.
“Los registros cinematográficos llegaron a las salas de proyección durante la primera mitad del siglo XX y hasta mediados de la década del 70 también se transmitieron por televisión. Entre documentales, noticieros y películas de ficción que recrearon la realidad, durante esos años el imaginario colectivo sobre cómo transcurrían los conflictos sociales y políticos en Colombia, fue alimentado por esas imágenes”. Así lo cuenta la historiadora Tatiana Duplat, refiriendo a la narrativa audiovisual y su surgimiento en medio de la violencia armada que hasta hoy caracteriza al país.
Siguiendo esto, identificamos que la referencia a la ganadería, y con ella las imágenes de caballos y vacas explotados en favor del “porvenir económico de Colombia”, obedece a la imagen que el Gobierno Militar quería construir de sí, como el que pacificaría y en varios sentidos modernizaría el país, a partir del uso del trabajo y el capital: conjunto de insumos, productos, herramientas y máquinas, en el que por supuesto cuentan los animales, más que trabajadores, considerados medios de producción.
Escena 2. Objeto de uso y estudio
Ahora saltemos a los años ochenta y dirijamos la mirada a una teleclase, género educativo que, siguiendo lo dicho por Diana Díaz Soto cuando retoma los setenta años de la televisión, se desarrolló para suplir la carencia de aulas, presupuesto y docentes, y para cubrir a las personas adultas marginadas del sistema educativo. Del mismo modo, las teleclases sirvieron a docentes para complementar sus propias clases.
González Páez, Juan Carlos (Dirección). (1985). Ciencias naturales grado V : Ganadería. Bogotá : Instituto Nacional de Radio y Televisión - Inravisión. Archivo Señal Memoria, UMT-201075 corte 2.
Aquí el animal se presenta como el objeto de la actividad ganadera, siendo esta práctica productiva el centro y la que posiciona a los animales, es decir, que estos seres tienen un lugar en tanto hacen parte de la ganadería, son ante todo animales para el uso económico. No es de obviar que además se trate de una clase de ciencias naturales, lo que nos lleva a pensar que esta posición de los animales se asume como su naturaleza.
Escena 3. Explotados, productos y platos
Ya hacia finales de la década identificamos programas más cercanos a los comunes hoy en día, que presentan la ruralidad colombiana y sus actividades económicas, donde se suele enfatizar un relato sobre el desarrollo regional y su importancia para el desarrollo nacional.
Granados, Josefina (Dirección-Guion). (1988) Actividad agropecuaria: Desarrollo ganadero en Norte de Santander. Norte de Santander: Instituto Nacional de Radio y Televisión - Inravisión. Archivo Señal Memoria, UMT-203671 CORTE 1.
Nos encontramos entonces con este capítulo del programa Actividad Agropecuaria, que habla del Norte de Santander, específicamente de Cúcuta y la explotación caprina. Allí el término de explotación no tiene, evidentemente, un carácter negativo, sencillamente se presenta como descripción de una práctica de importancia económica y que “se quiere” promover y cualificar por medio de innovaciones técnicas.
¿Quiénes lo quieren?: Se habla en nombre del “interés nacional”, de las familias cucuteñas, de los comensales de “los mejores restaurantes”. De nuevo, vemos que los animales, en este caso las cabras, se producen discursivamente, y de forma literal, como productos, son “platos", en una de sus formas de “producto apetecido”.
Escena 4. “Cabezas defectuosas, un problema de todos”
Ya entrado el siglo XXI, encontramos programas más sofisticados, narrativa y estéticamente más cuidados. Lo que no es menor a la hora de hacer el mensaje más directo, ligero y convincente. Se presentan con claridad diversos tipos de ganadería, un gremio, un sector económico; las diferencias técnicas, de infraestructura y amplitud de la operación implican entonces un ecosistema económico jerarquizado y diferenciado en sus elementos.
Pardo Villalba, Pepe (Dirección). (2002). Mil agros Erradicación Fiebre Aftosa un propósito nacional. Línea & Media LTDA. para Inravisión Señal Colombia. Archivo Señal Memoria, BTCX30 009861.
En este contexto, se habla de cabezas, para referirse a la individualización económica de esas “máquinas” de producción de leche y carne, que más que sufrir una enfermedad que afecte su vitalidad tienen un defecto que debe ser corregido, en tanto afecta el desarrollo de su “aspecto productivo”. Este, claro está, se considera un problema en la medida en que es costoso, ocasiona “pérdidas” para el gremio y en última instancia para el país, al que aporta parte importante de su producción y empleo.
En los programas agropecuarios solemos presenciar la mediación de “voces expertas” en la producción o explotación animal, allí tiene lugar una construcción discursiva que se da en la indisociable relación entre la explicación científica y la práctica de estos conocimientos. De esta manera, se ha desarrollado el campo de la zootecnia, que más adelante veremos, ocupa un papel protagónico en la definición del animal doméstico.
Corte. Estudiar críticamente la animalización
Como vimos, la representación audiovisual de los animales no es sencillamente una mirada cualquiera, objetiva y universal, sino una concreta, y más que una mirada es una enunciación dirigida de cierta forma. Lo que se dice y se muestra está relacionado directamente con intereses, valoraciones, normas e ideas establecidas y reproducidas por ciertos grupos más o menos mayoritarios.
Estas condiciones de la representación afectan el significado de los programas, en tanto generan una forma particular, ya que estos tienen estructuras específicas y organizadas, a la vez que medios y maneras por los que el mensaje es enviado y recibido.
Así, este artículo hace parte de una serie de textos producto del acercamiento a la construcción discursiva de la animalidad doméstica en la que tienen un papel los programas de televisión. Es un estudio que busca contribuir y, más aún, mostrar las posibilidades de investigación en el rastreo de los procesos de animalización, por los que esos seres que llamamos animales (separándolos de entrada de nuestra condición humana) son definidos y manipulados social, física, biológica y tecnológicamente acorde al orden especista.
¿Qué es el especismo?: Siguiendo al filósofo Ivan Darío Ávila, un orden que fundamenta la dominación animal y se basa en la dicotomía humanidad-animalidad, que posiciona de forma subordinada aquellos seres considerados animales en oposición a los considerados humanos. Este concepto es clave para el proceso investigativo que inicia con este artículo, pues se enmarca en los Estudios Críticos Animales, un campo que busca entender, interpretar, explorar y acercarse de manera multi e interdisciplinar a las relaciones que tenemos con los animales no humanos, entre las que están los procesos de animalización.
Aquí hemos presentado de forma rápida y general algunos elementos que es necesario profundizar, pues hemos concretado determinantemente el significado de lo que nos muestran los citados programas, con el riesgo de caer en las dos falacias que señala el sociólogo John B. Thompson respecto al estudio del significado de productos culturales.
La primera es la falacia reduccionista, que establece una relación directa y unilateral en la que las condiciones de producción o de recepción determinan el significado. Así, se llega a afirmaciones como que lo dicho por una película, un libro, una canción, una frase o cualquier otro producto cultural, es exactamente lo que su “autor” quería decir, o lo que en la época en que se produjo era culturalmente dominante, o la manera en que se organiza la mente de quien reciben el producto, etc.
El error allí reside en perder de vista que el producto mismo tiene una forma, una estructura material, que lo hace conectar más o menos con ciertos significados, en otras palabras, que imágenes, sonidos, y en general estímulos sensoriales, conllevan una organización que tiene un rol central cuando se interpreta el significado de un producto.
Sin embargo, la segunda, la falacia internalista, consiste precisamente en considerar que a partir de un análisis de la forma o la estructura “interna” del producto podemos concluir qué significa, con independencia de las condiciones de producción y de recepción, es decir, sin considerar lo que influyó en que tuviera tal forma y la manera en que quien recibe el producto interpreta estas condiciones y la forma misma.
Sin embargo, la segunda, la falacia internalista, consiste precisamente en considerar que a partir de un análisis de la forma o la estructura “interna” del producto podemos concluir qué significa, con independencia de las condiciones de producción y de recepción, es decir, sin considerar lo que influyó en que tuviera tal forma y la manera en que quien recibe el producto interpreta estas condiciones y la forma misma.
Dicho esto, en los sucesivos artículos presentaré un acercamiento al análisis tanto contextual como formal (en este segundo tipo de análisis retomamos la metodología usada con anterioridad en otros artículos). Lo que buscaremos es relacionar algunos elementos que caracterizan la producción de estos programas y la manera en que están construidos, con el objetivo de exponer las posibilidades investigativas que brindan y las reflexiones sobre la animalidad doméstica que posibilitan.
El segundo artículo podrán encontrarlo publicado acá en la página de Señal Memoria el próximo miércoles, 26 de junio.
*No es claro si para entonces ya se denominaba al periodo de guerra bipartidista como La Violencia, o si el narrador se refiere a la violencia como fenómeno. Sin embargo, es posible que sea lo primero, pues se sabe que la Comisión Nacional Investigadora de las Causas y Situaciones Presentes de la Violencia en el Territorio Nacional, mejor conocida como La Investigadora, creada por el Gobierno Militar en 1958, aplicó esta denominación, que se extendió con la publicación de La Violencia en Colombia en 1962.
Por Camilo Fernández.