El Carnaval de Riosucio tiene lugar cada dos años y hace parte del patrimonio inmaterial de Colombia, con fuertes raíces en las herencias indígena de la Montaña, negra de Quiebralomo y europea de los españoles. Este sincretismo cultural se expresa a través del Diablo, protagonista del Carnaval. No es un diablo católico sino un espíritu que concentra la identidad riosuceña con todos sus matices. El Carnaval se celebra en los años impares, aunque en 2021 no pudo llevarse a cabo debido a la pandemia. Volverá en 2023. Sin embargo, en 2022 empieza el precarnaval con los decretos y la literatura matachinesca con los que Riosucio se ríe de sí mismo.
En sus orígenes, el pueblo era dos pueblos, enemigos en el siglo XIX: Quiebralomo y la Montaña. La paz llegó gracias a los párrocos y tras la reconciliación, ambos se hicieron uno: Riosucio. Como un recordatorio de su pasado dual, aún se ven las dos plazas de este municipio del occidente de Caldas, fundado en 1819. Riosucio destaca por su abundancia de oro, su economía cafetera, sus cultivos de fríjol, plátano y yuca, su industria ganadera. Pero por encima de todo está el Carnaval, el cual condensa la historia y la identidad del municipio.
También puedes leer: El origen de las fiestas en Colombia
El Carnaval de Riosucio se hace entonces cada dos años: no hay cuerpo que aguante tanta fiesta y tan seguido. Es parte del patrimonio inmaterial de Colombia, así como un atractivo irresistible que cada 6 de enero de los años impares llena el pueblo de colombianos y extranjeros que quieren festejar al lado del Diablo. Sí, así se le llama también, Carnaval del Diablo. Este Diablo es el protagonista absoluto, aunque no es el mismo de la tradición judeocristiana. La fiesta es la cristalización del sincretismo cultural de la región, un estado de ánimo que suspende las normas y permite dejarse llevar por la fuerza del espíritu, la danza, la poesía y el folclor.
En Riosucio, así como en su carnaval y en su Diablo, conviven las tres culturas que conforman la herencia histórica del pueblo: la cultura negra de los esclavos de Quiebralomo, la indígena de la Montaña y la española de los colonizadores. Cuenta la historia que el origen del Carnaval viene de la intervención que los indígenas de la Montaña hicieron de la fiesta de Reyes Magos que se celebraba en Quiebralomo. De ahí que empiece el 6 de enero. Es una expresión de sincretismo que se ha cumplido siempre, con las únicas excepciones de los años 20, cuando llegó la gripe española; los años 40, por cuenta de La Violencia, y 2021 debido a la pandemia de la covid-19.
Tratándose de una de las principales manifestaciones culturales de Colombia, el Carnaval de Riosucio fue objeto de la atención de los realizadores de la serie Yuruparí, que registró decenas de fiestas en Colombia. En 1984, dirigida por Gloria Triana, se produjo y publicó un episodio sobre el Carnaval, explorando su tejido y sus particularidades. Este fragmento que rescatamos del Archivo Señal Memoria nos acerca a la manera en la que se vive el Carnaval de Riosucio, a su importancia más allá de la fiesta.
Triana Varón, Gloria (1984). Yuruparí [Carnaval del Diablo].Riosucio-Caldas: Audiovisuales. Archivo Señal Memoria, C1P-242906.
El Carnaval volverá en 2023 luego de una larga espera, aunque de alguna manera empieza en 2022. Solo dura seis días, pero su impacto se siente a lo largo de varios meses. En julio llega la Instalación de la República Carnavalera y con ella comienzan los Decretos: piezas orales de sátira con contenido político, social y cultural que dirigen el camino hacia la fiesta principal y logran plantear reflexiones urgentes. Entretanto, Riosucio se ríe de sí mismo. Alrededor del Carnaval se establece la literatura matachinesca, de la que hacen parte los decretos y todas las obras que se crean para el Carnaval. Los temas son variados, así como sus expresiones: la literatura matachinesca puede aparecer además en el convite, en el saludo al Diablo y en el testimonio del mismo en las comparsas. Destaca por su oralidad, que permite que todo Riosucio pueda replicar las palabras de una obra, como un gran coro. En algunas ocasiones la literatura matachinesca es música, y con ritmo de canciones conocidas la letra puede apuntar a la exaltación del folclor riosuceño o a la denuncia política.
Una vez llega enero, todo lo que ha estado cocinándose en el caldero burbujeante, estalla. La consumación del Carnaval empieza el viernes en la noche, con un gran desfile que abre las puertas a seis días de explosión, fiesta y júbilo. Y tras la inauguración, el sábado en la noche llega el Diablo. Avanza por las calles mientras la multitud lo rodea hasta su arribo a una de las plazas principales. Allí permanece hasta que el Carnaval termina, como centro de este, como inspiración para el descontrol o la reflexión. Cómo negarlo, es una experiencia especial dejarse llevar por la fiesta rodeado de amistades y mirar hacia arriba y ver un diablo enorme, a semejanza de un guardián, que asegura que es necesario seguir bailando.
El ya mencionado episodio de Yuruparí sobre el Carnaval de Riosucio registró la entrada del Diablo al Carnaval, momento fundamental:
Triana Varón, Gloria (1984). Yuruparí [Carnaval del Diablo].Riosucio-Caldas: Audiovisuales. Archivo Señal Memoria, C1P-242906.
Otro aspecto fundamental del Carnaval de Riosucio son las cuadrillas, comparsas tradicionales con disfraces coloridos que reflejan la cultura riosuceña. Van de casa en casa mientras cantan. Adoptan distintos temas y estilos que plantean su particular visión del mundo. Sociedad, folclor, filosofía, política… o acaso una mezcla satírica de todas ellas, las cuadrillas siempre llevan distintas temáticas. La constante es que sus cantos transmiten el mensaje profundo del Carnaval. Las alboradas para recibir el día con música y pólvora, las corralejas con novillos, el desfile de carrozas y faroles, y las verbenas llenas de baile popular al aire libre, son algunas otras dinámicas características del Carnaval de Riosucio.
Al final, queda la cultura viva, la fiesta, la unión, el espíritu de Riosucio encendido como una llama. Pero para cerrar el Carnaval no basta dejar de bailar. El último día se quema una representación del Diablo, una suerte de despedida y purificación para finiquitar el ciclo. Entonces el Diablo se retira y espera en su guarida. Sabe que dos años después volverá a salir para ratificar su reinado e invitar al baile a los que no recuerdan su vida sin Carnaval y también a quienes asisten por primera vez.
Autor: Santiago Cembrano