Cien años de Soledad, un vallenato que lo cuenta todo | Señal Memoria

Publicado el Sáb, 02/05/2015 - 13:35 Artes y oficios
Cien años de Soledad, un vallenato que lo cuenta todo

En una entrevista, Gabriel García Márquez dijo: Cien años de soledad no es más que un intento por escribir un vallenato de 450 páginas. Tremendo vallenato es ese, que lo cuenta todo. Que Aureliano Babilonia, personaje de la novela, lea en los manuscritos de Melquiades la historia de su familia hasta en sus detalles más triviales y el instante de su propia concepción hace pensar que en ellos está todo, no solo los hechos gruesos de la historia de los Buendía, sino el polvo que flota en las casas, las tardes de tedio, la sangre que corre en las venas, las horas, los segundos, las porciones más pequeñas del tiempo de Macondo, que puede ser también el del mundo. Menos que un adivino o que un mago que forja el destino de unos personajes mediante conjuros, Melquiades es el redactor de un mundo. Es el transcriptor de lo que ya está prefijado o el demiurgo de un universo. Sus manuscritos son una transcripción clarividente de la realidad o un texto que engendra la realidad.

Dadas su minuciosidad y su naturaleza totalizadora, los manuscritos pueden ser el libro del universo, en el que están contenidas, incluso, las vidas de los lectores de Cien años de soledad, aun si no las encuentran en la novela, lo que no es de extrañar porque ¿quién puede leerlo todo? El mismo Aureliano hizo saltos en su lectura de los manuscritos, sin dudar que abarcaban toda la historia de su familia y de Macondo. Quien lee Cien años de soledad lee lo mismo que Aureliano en los manuscritos. Lo que no explicitan sus líneas corre subrepticio entre ellas. La novela juega muy bien el juego de ser más que un libro; crea la ilusión de ser la memoria del universo. Esa novela, que en este momento puede hallarse en un bolsillo, una maleta o una biblioteca de un lector, no es un objeto inerte. Pertenece a la especie de los libros que parecen vivir bajo sus portadas, como el de arena, de Jorge Luis Borges.

Lo más asombroso de Cien años de soledad, superior a todos los prodigios que suceden en sus páginas, es que el mundo, el tiempo, la realidad, esas entidades abstractas, estén escritas o sean ellas mismas un libro; y que tengan un final de ficción que, además, es literario: Aureliano lee a Macondo como un relato y el pueblo finaliza cuando acaba de leerlo. Cien años de soledad es la escritura de la realidad o del universo y ambos terminan cuando concluye su lectura. Más allá del punto final de todo, no hay nada. Ser tan rotundo es una de las virtudes del final de la novela.

Si Cien años de soledad consigue ser más que un libro, la lectura de Aureliano, con la que se cierra la obra, es extraordinaria. No sucede en la intimidad, sin afectar de inmediato la realidad: es la acción que pone fin a su existencia y a la de Macondo o el universo. A cualquiera podría sucederle que tomara un libro, comenzara a leerlo y, al momento, descubriera que esa lectura es el acto culminante de todo y que la escritura y la realidad tienen una relación muy estrecha. García Márquez lee un pasaje de Cien años de soledad o de su asombroso vallenato en el programa De Viva Voz, de la Radiodifusora Nacional de Colombia, realizado por Germán Vargas Cantillo. También lee su cuento Un día de estos y un fragmento de su novela La Hojarasca. El programa está identificado con el código CD016469 y se puede escuchar en el catálogo en línea de la Fonoteca de Señal Memoria.

Por: Carlos Fernández

Fecha de grabación: desconocida; posiblemente, primera mitad de la década del 70 del siglo XX.
Fecha de emisión: desconocida; posiblemente, primera mitad de la década del 70 del siglo XX.
Lugar de grabación: Radiodifusora Nacional de Colombia, Bogotá.

 

Fecha de publicación original Sáb, 02/05/2015 - 13:35

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