En 1947 el gobierno de Mariano Ospina Pérez introdujo en Colombia el uso de gases lacrimógenos como una nueva arma para la policía. En medio del ascenso de la violencia bipartidista, el tema encontró una enconada oposición de Jorge Eliécer Gaitán, en un debate que invocó por igual los temores a que el régimen conservador agudizara la represión de la protesta social, la preocupación por una relación servil del país con Estados Unidos y la necesidad del caudillo liberal de ser reconocido como el líder de su partido.
Girón, Jorge Eduardo (director). (1966). Caudillos y muchedumbres: Cómo ocurrió el debate de gases en el Senado. Colombia: Todelar. Archivo Señal Memoria, TDLR-DGW-009832-01
Entre la división y la represión
En 1946 la división liberal condujo a la elección del conservador Mariano Ospina Pérez como presidente y al fin de dieciséis años de una República Liberal que, cuando se lo propuso, emprendió un proyecto de ampliación de la democracia en Colombia. Aquel entierro del liberalismo ocurrió en medio de la paradoja de ser una oposición mayoritaria, la cual pronto terminaría liderada sorpresivamente por Jorge Eliécer Gaitán, tras pasar de ser disidente y colero en la elección presidencial del 46 a convertirse en el líder de las listas liberales mayoritarias en las elecciones legislativas de 1947. Aquel triunfo llevaría a los viejos líderes del partido a dar un paso al costado y entregarle a Gaitán la dirección de un liberalismo que llevaba un año debatiéndose en acceder o no a la participación que les ofrecía el gobierno de Ospina.
Aquella situación ocurría en medio de un ambiente de polarización política y profundas contradicciones en la vida pública del país. Sectores de ambos partidos protagonizaban persecuciones y asesinatos en las zonas rurales, de lo cual la oposición liberal culpaba al gobierno conservador, al agudizarse esa situación tras su triunfo. Mientras tanto y al margen de esa contienda, los trabajadores de Cali, Bogotá y Barrancabermeja se fueron a la huelga a finales del 46, en protesta por la política monetaria de Ospina Pérez. En respuesta a la ocupación de las calles por los manifestantes, el gobierno ordenó al Ejército patrullar y desalojar las calles, con enfrentamientos que cobraron la vida de un trabajador. Los hechos detonaron una más de las crisis ministeriales que se hacían sentir bajo relación ambigua de Gaitán y los liberales frente al gobierno, la presión popular y otra huelga que se sucedía en mayo del 47.
Ospina Pérez, Mariano. (1947). [Uso de gases lacrimógenos en Colombia]. Colombia: Radio Nacional. Archivo Señal Memoria, RDNC-DGW-038052-02
Llegaron los lacrimógenos
"La ciencia moderna ha descubierto un método sencillo y eficaz para evitar el derramamiento de sangre cuando quiera que la autoridad se ve precisada a cumplir con el empleo de la fuerza", declaró el presidente Ospina en una alocución radial. Hablaba de los gases lacrimógenos, un arma con la que, a su juicio, la policía podía evitar sucesos trágicos como los del último paro. Con esa convicción se autorizó la importación de un cargamento de máscaras, ampolletas y granadas fabricado en Estados Unidos, el cual fue introducido al país desde la Zona del Canal de Panamá por la fuerza aérea norteamericana. Enterado de la situación, Gaitán preparó un debate en el Senado donde denunció la compra como “ilegal” y “secreta”, al tiempo que acusaba al gobierno de usar la nueva arma para reprimir y atemorizar a los trabajadores y al pueblo liberal.
Los ministros de guerra Guillermo León Valencia y de gobierno Roberto Urdaneta fueron citados al Senado, mientras la mayoría gaitanista de la Cámara de Representantes preparaba un juicio político contra Ospina. En ambas cámaras, el público de ambos partidos se tomaba las tribunas para lanzar vivas o abucheos a su partido. Pero la acusación se vino abajo cuando el gobierno explicó que los lacrimógenos fueron solicitados por el gobierno saliente del liberal Alberto Lleras, mientras que el uso de aviones estadounidenses se debió a que Colombia no poseía los recursos para un traslado que había contado con los trámites correspondientes de todas las autoridades competentes. Al final, Gaitán guardó silencio ante un liberalismo donde aún se dudaba de su liderazgo, el gobierno no fue juzgado y se selló el distanciamiento del caudillo liberal con Ospina y de paso con toda la élite de ambos partidos que lo calificaron de demagogo e irresponsable.
Gaitán, Jorge Eliécer; Urdaneta, Roberto. (1947). [Debate en el senado por cargamento de gases lacrimógenos]. Colombia: Radio Nacional. Archivo Señal Memoria, RDNC-DGW-038061-01
La frágil concordia de los partidos
Con este debate, Jorge Eliécer Gaitán aseguraba su fama de defensor de causas populares y decidido contradictor de la oligarquía bipartidista. Pero el fracaso de ese mismo debate también tuvo dos caras. Por un lado, Gaitán debía defender las decisiones de una élite liberal que ahora él también dirigía, representada en el gobierno pasado y en el presente, pues la colaboración liberal se mantendría hasta principios de 1948, cuando el aumento de la Violencia por fin la hizo inviable. Pero, por otro lado, otra vez volvía a crecer la desconfianza entre el jefe liberal y la dirigencia calificada por él mismo como “la oligarquía”, el mismo conflicto que desencadenó la división del partido y su derrota en las elecciones. Mientras tanto, la represión y la persecución continuaban en el campo por parte de una policía cada vez más politizada y de bandas armadas al servicio del conservatismo. Aquí ya no se hablaba del uso de armas inofensivas.
Así fue como de la discusión sobre un arma policial aparentemente disuasiva se acabó pasando al debate por otras armas, en este caso políticas, en medio de la aguda crisis que el 9 de abril de 1948 cobraría la vida del propio Gaitán y la suerte del país.
Autor: Felipe Arias Escobar