Cuando nació la HJCK El Mundo en Bogotá, ni el país ni la propia emisora sabían qué hacer ¿Seducir anunciantes en una radio dedicada exclusivamente a la programación cultural? ¿Hacer radio con la sola voluntad de un grupo de amigos en una época en la que el medio estaba siendo tomado por el Estado y las grandes empresas privadas? Todas estas preguntas se las hacían los gestores de una emisora que entonces sí que supo ser para "la inmensa minoría". Aquí algunas de esas historias.
Romero Lozano, Bernardo (1950). [Anuncio de programación y mensaje del gobierno nacional]. Colombia, HJCK. Archivo Señal Memoria, HJCK-DGW-073924-01-SER001CPTDGW
Una ciudad hostil a la radio cultural
El 15 de septiembre de 1950, cuando nació la HJCK, las noticias culturales en la capital de Colombia eran intensas, pero pocas: unas pocas compañías teatrales se turnaban el Colón y el Municipal, donde también se daban unos cuantos recitales, el Salón Nacional de Artistas consagraba a Acuña, mientras las pocas galerías de arte veían los debuts de Grau y Rayo. Le Corbusier continuaba elaborando su plan urbanístico de modernización y Seki Sano acababa de llegar a revolucionar una nueva generación de actores de teatro. Un gran porvenir, visto en retrospectiva, pero en un mundo donde mucho estaba por hacerse, pensarían quienes padecían las dificultades de aquella época. Tampoco eran días felices para un país sumido en la violencia política, bajo la represión del estado de sitio y el acallamiento de una oposición mayoritaria.
En medio de esas tensiones sociales y de las limitaciones a la cultura, un grupo de jóvenes entusiastas querían ofrecer un nuevo espacio para la divulgación de las artes y la educación de los colombianos. A pesar de los obstáculos evidentes, el panorama era esperanzador: se trataba de la misma generación que entonces surgía como revelación en el periodismo, la literatura, las artes plásticas o las ciencias sociales. Eran el mismo grupo de los García Márquez, Gutiérrez de Pineda, Ramírez Villamizar o Zapata Olivella, por mencionar solo algunas de sus estrellas más brillantes. Allí estaban Gonzalo Rueda Caro, Alfonso Peñaranda y Álvaro Castaño, que acababa de dejar su cargo como secretario privado del registrador Eduardo Caballero Calderón, cuya renuncia se había dado en medio de la violencia bipartidista y que también se sumó al proyecto con los médicos Hernando y Alfonso Martínez Rueda.
Valencia, Gloria (1950). [Transmisión de desfile de modas]. En 45 años de la HJCK, primer aniversario. Colombia, HJCK. Archivo Señal Memoria, HJCK-DGW-071515-01-SER001CPTDGW
La idea original consistía en buscar alguna de las emisoras existentes en Bogotá para establecer un “radioperiódico”, práctica habitual en la época en la que una estación arrendaba su espacio a un grupo político. En la radio solo habían tenido experiencia Caballero y en menor medida Castaño. Para entonces apareció la propuesta inesperada de Radio Granadina de no arrendar un espacio sino de venderles toda la emisora. Las condiciones técnicas de la emisora que adquirieron eran muy precarias, en una época en la que la radio colombiana se enorgullecía de alcanzar un desarrollo tecnológico y empresarial inéditos (un par de años antes habían nacido Caracol y RCN y pronto llegaría Todelar). Empezaba así, con ese primer desafío, una aventura de siete décadas luchando contra todo tipo de obstáculos: los estudios eran una modesta oficina en el centro de Bogotá, el transmisor consistía en una pequeña casa en Puente Aranda, la antena era un alambre, la fonoteca estaba integrada por discos que les prestaban amigos o realizadores… Y por supuesto, no había anunciantes. Pero había que empezar a rodar ese sueño que inició el 15 de septiembre de 1950
Nace la HJCK, el mundo en Bogotá
Además de los personajes ya mencionados, a la programación de la naciente emisora se sumaron Emilia Pardo Umaña, Eduardo Carranza, Hernando Martínez Rueda, Hernando Téllez, Humberto Martínez Salcedo, Santiago Salazar Santos y dos importaciones de la Radio Nacional: el grupo de actores de Bernardo Romero Lozano y el locutor Hernán Mejía, quien llegó con su secretaria propia con el pretexto de ser la única que podía escribir bien Dvorak, Prokofieff y Szymanowsky. La única grabadora en los primeros programas era un equipo rudimentario de cintas de papel, formato frágil y desechable que aun así Castaño conservó para iniciar el excepcional archivo de la emisora. Las agencias de publicidad y la prensa miraban aquel milagro con el respeto que indicaba emprender un proyecto cultural de tales dimensiones, pero también con el pesar que daba una audiencia tan escasa (“la inmensa minoría”, como la llamó desde entonces Álvaro Mutis). Allí se empezaron a registrar los primeros conciertos, radioteatros, noticieros y, en general, programas encaminados a “elevar el nivel cultural de los colombianos”.
Valdiri, R. (1950). [Transmisión desde el Hotel Granada]. En 45 años de la HJCK, primer aniversario. Colombia, HJCK. Archivo Señal Memoria, HJCK-DGW-071515-01-SER001CPTDGW
Además de las limitaciones económicas, el contexto político también hizo de las suyas. Para entonces la emisora Nuevo Mundo de Caracol transmitía la radionovela cubana El derecho de nacer, gran clásico en su género, en medio de una sorpresiva tolerancia de los censores de la Iglesia, lo cual fue comentado en su programa por Eduardo Caballero, valiéndole una queja de la Arquidiócesis y un proceso del Ministerio de Correos y Telégrafos que le costó 300 pesos a la emisora. Esas penurias, sin embargo, alentaban la imaginación de la HJCK: la Licorera de Cundinamarca fue convencida de anunciar sus lociones en el concierto mañanero, en lo que se llamaría Música para afeitarse; se planearon desfiles de modas en el restaurante Temel, presentados por Gloria Valencia de Castaño; Gonzalo Rueda, como socio del Santa Fe, realizaba entrevistas a los futbolistas más destacados del domingo; se transmitieron conciertos de la orquesta de Alex Tovar desde el Hotel Granada, auspiciados por la cervecería Bavaria y los almacenes Valdiri; mientras los libretistas de la emisora se ensayaban como autores y productores de cuñas publicitarias.
¿Qué tenía que ver eso con “la emisora de los intelectuales”? Posiblemente no mucho para la mentalidad de la época, pero ese ingenio se anticipó a la ampliación contemporánea de “lo cultural” y, además, fue el punto de partida para un archivo sonoro que, con los defectos que seguramente encontrará cualquier investigador crítico, se esmeró desde muy temprano en retratar un acontecer cultural colombiano muy variado.
Caballero Calderón, Eduardo (1951). [Crítica a la radionovela El derecho de nacer]. En 45 años de la HJCK, primer aniversario. Colombia, HJCK. Archivo Señal Memoria, HJCK-DGW-071515-01-SER001CPTDGW
Autor: Felipe Arias Escobar