Entre 1980 y 1989, la “caja mágica” mostró realidades diversas de las regiones del país. Se aproximó a las dinámicas en zonas apartadas y se preocupó por incentivar la unidad por medio del pasado común del territorio.
En los años ochenta, ver televisión en color se convirtió en una realidad en Colombia, luego de que en 1979 se estrenara esa tecnología de manera oficial en el país. Con las tonalidades, llegaron también nuevos programas como Don Chinche; Romeo y Buseta; y Los Cuervos. Por medio de historias de ficción, esas series se encargaron de reflejar diversas dinámicas de la cotidianidad de los colombianos: las vivencias en los barrios, la economía popular, las tragedias familiares y más.
Historias comunes
También surgieron series de tipo histórico. Una de ellas se llamó José Asunción Silva. Se inspiró en ese poeta colombiano del siglo XIX, reconocido por ser uno de los iniciadores del modernismo en Hispanoamérica. En el siguiente fragmento se aprecia la recreación del poeta interactuando con políticos del momento y recitando su poema Nocturno que habla sobre un dolor personal.
Jaramillo, María José (directora). (1986). José Asunción Silva. Bogotá: Instituto Nacional de Radio y Televisión. Archivo Señal Memoria, C1P-243195.
La divulgación de una serie de este tipo muestra la importancia de conocer sobre personajes representativos de la historia artística del país. En ese sentido, se fomentaba la unidad nacional por medio del conocimiento de figuras incluso de siglos anteriores. Casi una década después de la publicación original del audiovisual, empezaron a circular los billetes de $5.000 con el rostro de ese poeta bogotano.
Esa intención de que la población conociera sobre su historia no estaba dirigida únicamente a los adultos, sino también a los infantes. Ayudados por los avances tecnológicos, en la década de 1980 surgió un programa infantil que se llamó Caminito alegre. Se trató de un espacio televisivo que seguía el objetivo de la televisión de sus primeros años en el país: la educación de las personas. Así, por medio de caricaturas, títeres y otras puestas en escena, ese programa enseñó sobre la naturaleza, la comunicación, la música, los medios de transporte y, por supuesto, sobre Colombia. Uno de sus capítulos se tituló “Vida de los chibchas”. A continuación, se puede observar un fragmento de ese episodio.
Montaña, Rosario (directora). (1987). Caminito Alegre. Bogotá: Instituto Nacional de Radio y Televisión. Archivo Señal Memoria, C1P-241037.
A partir de la introducción de un tema relacionado con los indígenas, se destaca el deseo y la relevancia de que las niñas y los niños de la época conocieran sobre sus ancestros. Sin embargo, lo presentado en el programa es solamente visto como parte del pasado. Entonces, los indígenas no eran presentados como parte de la nación, sino como las personas que vivieron antes en el territorio. Por ello, el programa cultural Yuruparí jugó un rol significativo al mostrar que los indígenas hacían parte de Colombia en los años ochenta y noventa, incluso antes de que se reconociera al país como uno pluriétnico con la Constitución de 1991.
Esa serie documental, creada por la científica social Gloria Triana, dio cuenta de una Colombia diversa. Mostró historias y rostros de campesinos, indígenas, afrocolombianos y raizales. Por ejemplo, el siguiente fragmento restaurado hace parte del capítulo “Bienvenidos a la vieja Providencia” en el que se aprecian prácticas de los habitantes de la isla en 1984.
Triana, Gloria (directora). (1984). Yuruparí. Providencia: Audiovisuales, FOCINE. Archivo Señal Memoria, VR F16mm-802263.
Unión por medio de la televisión
La televisión ya no reflejaba una Colombia homogénea, sino diversa. A la vez, se mostraba que la unidad nacional era posible pese a las diferencias, lo que fue un aporte en conjunto con la creación de canales regionales que inició en esa década. Otra de las maneras en que se promovió la unión desde la “caja mágica” fue la transmisión de marchas por la paz en el país como se visualiza en el siguiente fragmento audiovisual del Noticiero de las Siete de 1985.
Delgado, María Piedad (realizadora). (1985). Noticiero de las Siete N7. Cali: Programar Televisión. Archivo Señal Memoria, UMT-217486.
Como se aprecia en el audiovisual, los colombianos pudieron conocer sobre una jornada por la paz promovida por artistas en Cali en los años ochenta. Esto muestra un poco acerca del rol del periodismo en un contexto de conflicto armado en el que confluían guerrillas, paramilitarismo y narcotráfico. Así como los noticieros registraban las masacres y otros tipos de violencia, también servían como herramientas para promover la paz y las iniciativas ciudadanas que se gestaban a favor de esta. La televisión no era ajena al contexto del país y apoyaba, en algunos casos, la unidad en medio de la discordia.
Para hablar sobre la actualidad en ese momento, igualmente existieron programas de otros formatos. Uno de esos fue Al banquillo con Margarita, un espacio de entrevistas presentado por Margarita Vidal. La también escritora dialogó con personalidades de la política colombiana, lo que permitió informar desde diversos ideales y narrativas. Además, fue un programa en el que se conoció más profundamente sobre personajes de la televisión como Los Tolimenses.
Vidal, Margarita (directora). (1986). Al banquillo con Margarita. Bogotá: Intervisión Ltda. Archivo Señal Memoria, UMT-217170.
Así, comediantes y artistas de los primeros años de la televisión se mantuvieron vigentes durante décadas. Se construyeron a partir de lo que al público le gustaba, pero, a su vez, fueron estableciendo los tipos de humor de los colombianos. En ese sentido, la televisión de los años ochenta tuvo una relación circular con la audiencia. Entre ambas partes fueron moldeando, construyendo y transformando aspectos que consideraban identitarios de los colombianos.