El vallenato, la música del Pacífico y los cantos de Los Llanos han sido catalogados como Patrimonio Cultural Inmaterial por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Estos ritmos reflejan tradiciones y costumbres de tres regiones de nuestro país. Tras sus sonidos se esconden legados indígenas, africanos, españoles y mestizos.
El vallenato
Rafael Escalona, Diomedes Díaz, Jorge Oñate, Rafael Orozco, Leandro Díaz, entre muchos otros, son considerados leyendas vallenatas gracias al legado de sus aportes a este género colombiano que trasciende las barreras de clases sociales y distinciones entre naciones. El vallenato se originó en lo que hoy conocemos como Valledupar, donde vivían tribus indígenas al mando del Cacique Upar, por lo que la zona llevó el nombre de Valle-de-Upar y de allí el gentilicio vallenato, que significa “nacido en el valle”.
Esta expresión musical vincula en sus ritmos elementos africanos, indígenas y españoles. Es el resultado de los procesos de mestizaje que ha vivido el territorio del Caribe, ámbito en el que habitaron comunidades nativas que utilizaban la gaita. Los africanos que arribaron a la región trajeron consigo tradiciones de aquel continente. Por eso es común escuchar sonidos de tambores en el vallenato, a lo que se sumó el acordeón europeo, importado a nuestro país tras la conquista española.
Así, el vallenato es la representación de una nación, específicamente del norte del país, declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco en 2015. Sus ritmos se han convertido en mecanismos para narrar mensajes íntimos provenientes de las experiencias de los compositores, pero también de la cotidianidad del Valle-de-Upar. El género se ha caracterizado por ser un articulador en las comunidades, ya que es el acompañamiento musical de las parrandas vallenatas. En esos escenarios se presentan expresiones culturales, valores sociales, gustos y hábitos.
“Que viva alegre en la sabana, ya tiene su diosa coronada”, es un verso de una de las tantas canciones vallenatas, La diosa coronada, escrita e interpretada por Leandro Díaz. En la serie documental Yuruparí el juglar vallenato contó cómo se inspiró para crear esta melodía que continúa escuchándose en nuestro país.
Triana, Gloria (Directora). (1985). Yuruparí. [Serie documental] [Los últimos juglares y el nuevo rey]. Colombia: FOCINE. Archivo Señal Memoria, VR F16MM 802259.
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Música de marimba y cantos del Pacífico
Los ritmos africanos llegaron al Pacífico colombiano durante el proceso de colonización. Quinientos años después, sus tradiciones perviven en esta zona del país a través de las marimbas y los cantos. Sus melodías suelen ser cantadas en grupos, reflejando su unión comunitaria. Desde 2015 estas expresiones comenzaron a integrar la lista patrimonial de la Unesco, pero su valor antecede a este reconocimiento ya que es considerado uno de los sonidos típicos de pertenencia regional.
Esta música está presente en todo tipo de actividades propias de la vida de los habitantes del Pacífico, desde su nacimiento hasta su muerte. Por ejemplo, en los chigualos, danzan y cantan para despedir a los niños difuntos. De manera similar ocurre en el caso de los adultos. No se trata de una ceremonia enmarcada por llantos, sino por cantos alegres, denotando un sentir de celebración.
Estos cantos también han sido utilizados para enamorar y solventar el desamor. Son compañeros en las actividades rutinarias del hogar y en las ocupaciones económicas, como la pesca, haciéndolas más llevaderas. Como está en todo momento, no excluye sexos. Por ello, mujeres y hombres se apropian y disfrutan de esta expresión oral que los acerca a su comunidad.
Esta música ha sido transmitida de generación en generación. La ausencia de barreras de edad al momento de cantarla, hace que sea más sencillo continuar con una tradición que llegó a nuestro país desde África, pero que ha tomado características propias. La serie Aborigen registró detalles de este patrimonio nuestro.
Piñacué, Daniel. (Director). (2001). Aborigen, todas las voces. [Serie documental] [Cap. 04, Pacífico negro]. Colombia: Señal Colombia. Archivo Señal Memoria, BTCX60 062246B.
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Cantos de trabajo de Los Llanos
Arriar ganado es un oficio característico del trabajo del llanero. Los departamentos del Meta, Casanare, Arauca y Vichada, donde las extensiones de tierra plana decoran el paisaje, son exaltados por su música que en 2017 fue considerada patrimonio por la Unesco. Estos cantos se destacan porque dan cuenta de qué es ser llanero, los retos que enfrenta en el campo, su gallardía al momento de superarlos.
Aunque la voz está en primer plano, el acelerado uso de los instrumentos de cuerda marca el ritmo de este género musical. De manera similar se pueden observar los pasos de sus danzas, cuando los pies golpean hábil, fuerte y rápidamente el suelo. Las representaciones de los llanos también se expresan en el baile al imitar animales y actividades cotidianas como el arreo y el ordeño.
En estos cantos hay un sentir por la tierra y las masculinidades campesinas que se expresan en los contrapunteos. Tales encuentros se transforman en enfrentamientos entre pares con el fin de medir sus habilidades de canto e improvisación. Se les llama copleros y sus interpretaciones se asemejan a las de los poetas por las rimas de sus versos. Se asemejan al galope del caballo, compañero de las hazañas llaneras. Yuruparí documentó uno de estos contrapunteos.
Ramírez, Ofelia. (Directora). (1985). Yuruparí. [Serie documental] [Furruquero llanero]. Colombia: FOCINE. Archivo Señal Memoria, VR F16MM 802261.
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Así como en el vallenato y en la música del Pacífico, los cantos llaneros son un medio idóneo para la conservación y transmisión de la tradición oral e intangible de Colombia. Los tres géneros musicales son una muestra de la riqueza que se encuentra en la diversidad que nos caracteriza como país.
Autora: Laura Lucia González