Es importante reconocer el poder transformador de esta población en la construcción de paz en el país.
¿Qué es ser una víctima del conflicto armado en Colombia?
El conflicto armado en Colombia, representa una de las desventuras con la que cada día conviven los colombianos por la fratricida lucha por el poder político, podría decirse que a partir del mismo inicio de la República, pero es desde mediados del siglo XX, con la muerte del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán, el 9 de abril de 1948, que inicia una espiral de violencia que no ha logrado ser conjurada, pero que ha generado a su paso más de 9 millones de víctimas que esperan la verdad, la justicia y la reparación integral por parte del Estado y de sus victimarios.
Una crisis humanitaria constante
A mediados de los 90, luego del fin de los grandes carteles del narcotráfico, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN),—grupos guerrilleros que no participaron en los procesos de paz en los gobiernos de Barco y Gaviria— sumados al surgimiento de estructuras paramilitares que en connivencia con algunos actores del Estado crearon un escenario de vulneración de derechos a todos los colombianos.
Así, desde la década de los 90 y la primera del nuevo milenio, hemos asistido a una crisis humanitaria sin precedentes, en la que más allá de las muertes de combatientes y los constantes hechos de violencia que ocurren casi diariamente, actualmente contamos a más de 9 millones de compatriotas que han visto vulnerados sus derechos fundamentales, y que esperan que esa paz que nos ha sido tan esquiva, pueda avanzar en el restablecimiento de los derechos cercenados por la guerra y mostrar el poder transformador de las víctimas. Así lo menciona Ingrid Betancourt en el proyecto Víctimas realizado por Señal Colombia y Revista Semana en el año 2013, cuando plantea que la verdad de lo ocurrido en el marco del conflicto armado es la puerta de entrada a un escenario de paz con el que todos los colombianos deben comprometerse, como lo vemos a continuación:
Proyecto víctimas: [Informe especial]. 2013. Bogotá: RTVC Sistema de Medios Públicos; Revista Semana. Archivo Señal Memoria, DV-263929
El conflicto armado no discrimina, diversos sectores de la sociedad han sido víctimas de la confrontación armada, hemos visto atentados con explosivos en uno de los clubes más exclusivos de la ciudad de Bogotá, el Club El Nogal, y casi de manera simultánea la explosión de una iglesia en un pequeño municipio del departamento del Chocó, Bojayá, que acababa con la vida de las personas que buscaron refugio mientras pasaban los enfrentamientos entre guerrilleros y paramilitares.
También hemos visto el secuestro de políticos provenientes de familias de abolengo, de soldados y policías de familias de extracción humilde. El asesinato de altos dignatarios de forma escabrosa en las ciudades, así como la muerte de manera selectiva y en masacres de valientes líderes comunitarios que defendieron sus propios derechos y los de sus comunidades, y que a su vez generaron la amenaza y la intimidación de la población de los humildes caseríos en los que se encontraban.
Así mismo, el despojo de tierras afecta a los pequeños campesinos, comunidades indígenas y afrodescendientes vulnerando su arraigo al territorio, y a empresarios del campo que se ven obligados a pagar rescates o “vacunas” para poder seguir trabajando. Y como a las ciudades han llegado cientos de miles de compatriotas desplazados forzosamente, algunos con medios suficientes deciden abandonar el país en busca de una mano amiga que les ayude a reconstruir un proyecto de vida destrozado por el rigor de la guerra.
A partir de lo anterior, las víctimas son todas aquellas personas que ven afectada su dignidad humana debido al conflicto armado de manera constante y sistemática, esto se evidencia en los múltiples hechos victimizantes que describen la crueldad y el horror de la violencia con la que hemos convivido por más de medio siglo. Y nos invitan a reconocer a estas personas como promotores del cambio a una sociedad más justa, resiliente, incluyente y capaz de construir un mejor futuro a partir de la diferencia y la diversidad que compone nuestra sociedad.
La Ley 1448 de 2011 el inicio de la reparación Integral
Teniendo en cuenta la grave situación humanitaria que presentaba el país, sumada a la presión de la comunidad internacional, cada vez más activa en los procesos de atención y reparación a las víctimas y los múltiples autos de seguimiento a la sentencia T-025 de 2004 en la que se declaraba un Estado de cosas inconstitucional (ECI) en los procesos de atención a población desplazada, el Gobierno Nacional en cabeza de Juan Manuel Santos y algunos congresistas realizaron el trámite necesario para promulgar la ley que establece el proceso institucional de verdad, justicia y reparación a las víctimas.
El presidente Santos en la apertura del Proyecto Víctimas en el año 2013, menciona cómo a partir del cansancio que ha representado el conflicto armado para la sociedad, ve en la promulgación de la ley el primer paso de un esfuerzo nacional para la reconciliación y la construcción de la paz a partir del reconocimiento, la participación y la visibilidad de las víctimas. Como lo vemos a continuación:
Proyecto víctimas: [Informe especial]. Bogotá. 2013. RTVC Sistema de Medios Públicos; Revista Semana. Archivo Señal Memoria, DV-263929.
De igual manera, el entonces senador Juan Fernando Cristo, ponente de la ley ante el Congreso de la República manifiesta, que la ley genera un cambio de paradigma para la construcción de paz, ya no desde la visión o la comprensión de los victimarios, sino desde el reconocimiento de las víctimas como sujetos de derechos y principales afectados en el marco del conflicto armado, como lo vemos a continuación:
Presidencia de la República. El Senado cumplió: Ley de víctimas. 2011. [Programa Institucional]. Bogotá: Presidencia de la República. Archivo Señal Memoria, DV-260075.
La Ley de Víctimas y Restitución de Tierras es el instrumento institucional con el que contamos los colombianos, no solo como la política social más importante del país, sino para reconocer y restablecer los derechos de las víctimas del conflicto, e iniciar un proceso real de construcción de paz a partir del acceso a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición de los hechos que tanto daño han hecho a toda la sociedad.
El poder transformador de las víctimas
Depués de aprobada la ley, la tenacidad, resiliencia y valentía de las víctimas cobra mayor valor, toda vez que nos muestran formas y mecanismos para transformarnos como sociedad y ver oportunidades de cambio a pesar de las adversidades que han sufrido en el marco del conflicto armado y las demoras institucionales para su reparación integral.
En este sentido, vale la pena traer a colación la intervención de Ana María Bidegain, viuda del Magistrado Carlos Urán en la toma del Palacio de Justicia del año 1985, en el foro Proyecto Víctimas en el año 2013, en donde menciona el largo y difícil camino que han recorrido las víctimas en sus procesos de reparación y transformación del Estado y la sociedad en la construcción de paz. Como se observa a continuación:
RTVC Sistema de Medios Públicos; Revista Semana, 2013. Proyecto víctimas: [Informe especial] / Proyecto víctimas. Bogotá: RTVC Sistema de Medios Públicos; Revista Semana. Archivo Señal Memoria, DV-263929.
Debemos partir de reconocer la vulnerabilidad y los daños que han sufrido más de 9 millones de colombianos y el derecho que tienen a que se restablezcan sus derechos por parte del Estado y la sociedad en conjunto.
Para esto, es necesario avanzar en tres elementos, en primer lugar, la importancia de la verdad para entender las causas del conflicto, no olvidarlas y evitar la ocurrencia de nuevos hechos de violencia. En segundo lugar, encontrar en la justicia un mecanismo para restablecer y satisfacer los derechos fundamentales que fueron afectados por las dinámicas de la guerra y fortalecer la confianza en las instituciones del Estado y entre los diversos sectores de la sociedad, y en tercer lugar, hacer un llamado para avanzar de manera más oportuna en la reparación integral, no solamente desde indemnizaciones y subsidios, sino también desde el reconocimiento de las víctimas como sujetos de derechos. Estos elementos en suma deben convertirse en garantía de la no repetición de los hechos de violencia que hemos vivido durante los últimos 50 años.
Autor: Iván Darío Romero Vega