La esclavitud no es un tema del pasado, persiste en pleno siglo XXI. Actualmente la Organización Internacional del Trabajo (OIT) tipifica a la trata de personas, el trabajo infantil, el reclutamiento forzoso de niños para la guerra y la servidumbre por deudas como los nuevos tipos de esclavitud moderna. Un negocio con ganancias anuales estimadas en cerca de 150.000 millones de dólares.
De las nuevas formas de esclavitud son víctimas 45 millones de personas alrededor del mundo. Por eso hoy, día internacional del recuerdo de la trata de esclavos y de su abolición, es para reflexionar sobre las nuevas formas de esclavitud, que está en fábricas y maquilas, en todo tipo de industrias, en el trabajo forzoso, en el trabajo infantil y en la explotación sexual. Es urgente preguntarse por cómo el sistema económico en el que vivimos permite o promueve estas situaciones.
En 1981, Mauritania abolió la esclavitud. El país africano fue el último del mundo en hacerlo. Así acabó la historial de trabajo forzado y sin salida, del tráfico y la propiedad de cuerpos como si fueran mercancía, de una práctica deshumanizante que duró milenios, aunque solo un día habría sido demasiado. Si África fue el continente que más sufrió el flagelo de la esclavitud, tenía sentido que ahí fuera donde acabara. Y así la humanidad siguió trabajando por un mundo más justo, menos desigual y, sobre todo, más libre.
Ojalá este artículo acabara ahí, sin peros. Hoy, día internacional del recuerdo de la trata de esclavos y de su abolición, sería una ocasión para rememorar esa historia. Hablaríamos de cómo el 23 de agosto de 1791 la insurrección de las personas esclavizadas de Saint-Domingue, el occidente de la isla La Española, triunfó y recuperó el nombre original del territorio: Haití. Discutiríamos cómo la revolución haitiana fue una reivindicación de la libertad de toda la humanidad. Resaltaríamos la urgencia de continuar lucha contra todo tipo de discriminación y por los derechos humanos.
Ojalá este artículo acabará ahí, pero no puede hacerlo, porque aunque en 1981 Mauritania sí abolió la esclavitud, como lo habían hecho todos los otros países del mundo antes, ese no fue el fin de la esclavitud. Y cuarenta años después, en 2021, la esclavitud persiste: no es un recuerdo del pasado sino una realidad dolorosa y punzante de la que son víctimas 45 millones de personas, con el 35% en Asia, según la BBC. Sus prácticas han cambiado, opera de forma distinta, pero sigue siendo esclavitud. Por eso este día, además de recordar, debe ser para develar las estructuras que sostienen la esclavitud en sus nuevas formas.
La organización australiana Walk Free Foundation define la esclavitud como una "situación de explotación a la que una persona no puede negarse debido a amenazas, violencia, coerción, abuso de poder o engaño". Puede encontrarse en fábricas y maquilas abusadoras, en barcos a los que no llega la luz del sol, en sótanos a los que no llegan los derechos más básicos. Está en la industria de los alimentos, de la tecnología, de los servicios. Está en el trabajo en servidumbre de los que con su mano de obra y su vida pagan deudas interminables. Está en el trabajo forzoso de los que son explotados. Está en el trabajo infantil del que se benefician otras personas. No es una excepción, entonces.
Históricamente, la pregunta por la esclavitud ha llevado a la pregunta por la humanidad que se le reconoce a las personas esclavizadas.
De la Grecia antigua nos llegó la democracia y reflexiones filosóficas profundas, y ahí había esclavitud. Las personas esclavizadas, claro, eran los llamados bárbaros, a los que no se les reconocía la misma humanidad que a los ciudadanos griegos. Durante la Colonia, hubo debates respecto a si los indígenas y africanos esclavizados eran completamente humanos. Esto encontraba sustento en la ley, que respaldaba la esclavitud. Hoy el panorama legal es distinto, pues se reconoce como humanos iguales en derechos a todas las personas. Y aun así la esclavitud persiste. Es decir, se les niega la humanidad a 45 millones de personas.
No piensen que este es un problema lejano. Las nuevas formas de esclavitud no surgen de la nada. Así como la esclavitud clásica estaba entrelazada con los proyectos
colonizadores, la contemporánea es posible por las contradicciones del mundo que habitamos: en la economía de libre mercado —o capitalismo tardía o neoliberalismo o como se quiera describir este sistema— cabe la esclavitud. Esas maquilas y fábricas donde se producen los bienes de consumo de empresas que exportan a todo el mundo hacen parte de la dinámica de explotación laboral que vulneran la dignidad humana. Por eso este día también es para hacerse esas preguntas incómodas, sobre hasta qué punto nuestra forma de vida, nuestra ropa, el dispositivo desde el que leen esto, tiene que ver o es posible por nuevas formas de esclavitud.
La esclavitud choca y se magnifica con dinámicas de clase, raza y género. Y así, millones de mujeres pobres del sur global son víctimas de esclavitud sexual.
No son las únicas del total de 4.5 millones de mujeres que según la Organización Internacional del Trabajo son explotadas sexualmente. Estas mujeres son engañadas, raptadas o chantajeadas para integrarlas a redes de prostitución forzada. Son encerradas sin que puedan salir, a veces con la promesa de que podrán ser libres e irse una vez paguen la deuda, el precio por el que fueran compradas. Esta es una de las formas en la que la esclavitud se manifiesta en el siglo XXI.
Este tema fue abordado por un episodio del programa Mujer, de 2001. Lo rescatamos del archivo de Señal Memoria para comprender mejor cómo opera la trata de personas y la explotación sexual, para escuchar los testimonios de las víctimas y para pensar en qué podemos hacer —aunque el problema es enorme y va más allá de la voluntad individual— para que deje de suceder. Este día sigue siendo uno de búsqueda de libertad, que aún no es completa para todo el mundo. En muchos casos ni siquiera existe.
Franco, Marco Antonio (2001). Mujer [Capítulo 7 - Tráfico de mujeres].Colombia: Audiovisuales, Ministerio de Comunicaciones para Señal Colombia. Bogotá, Archivo Señal Memoria. BTCX30 008235.
Autor: Santiago Cembrano