Ficha Técnica
Jardín es un municipio ubicado al suroeste del departamento de Antioquia, caracterizado por su riqueza y diversidad. Según el Decreto Nacional 1132 de 1985, es considerado uno de los 18 Pueblos Patrimonio de Colombia, debido a sus calles empedradas, su entorno colonial y su arquitectura colorida, que lo cataloga como Monumento Nacional.
La principal actividad económica de Jardín es la agricultura, su especialidad es la producción de café. Su larga trayectoria con esta bebida, lo lleva a prepararlo de manera tan única y tradicional, que hace parte de la cultura local y que los jardineños conocen como el café conchita.
El programa Culturama Regional nos invita a descubrir la preparación del tradicional café, que recibe su nombre de la mula que acompañaba a Juan Valdés, de la mano de Margarita Bustamante trabajadora del Café de los Andes, en el emblemático Edificio del Café.
Podría pensarse que es como cualquier otro, pero realmente ¿Qué diferencias hay entre el café conchita y el café estándar?
Lo primero son los ingredientes, mientras el café convencional utiliza café molido de cualquier procedencia y agua. El café conchita tiene en su contenido panela como endulzante y café proveniente de las fincas cafetaleras aledañas, que cosechan este producto de manera orgánica llevándolo directamente al molino, después de tostar el grano de manera artesanal. Incluso puede contener clavos, canela o para los más atrevidos utilizar anís.
En segundo lugar, la diferencia radica en la preparación, puesto que el café conchita es propio de las zonas rurales de Colombia, especialmente en regiones cafetaleras. Normalmente se prepara en olla de barro o cobre para concentrar mejor los sabores proporcionando energía para comenzar un día de trabajo. Esta forma, es totalmente distinta a la convencional, en la que simplemente se infusiona el café con agua y azúcar.
Por último, está el sentido de pertenencia que se encuentra en cada sorbo del café conchita. Su aroma evoca el olor de la pasiflora o el magnolio, que crecen rodeados de cafetales en las haciendas paisas. Con cada grano cultivado en sus montañas, este café conecta a los jardineños con su territorio y su historia, convirtiéndose así en el alma de un pueblo que se refugia en el tiempo, para preservar las raíces de su cultura y sus tradiciones para generaciones futuras.
Por: Laura Alejandra Santos Álvarez