Ficha Técnica
Una mujer dormida yace sobre una cama. Una cobija amarilla la arropa y sobre ella se posan hojas de tonalidad oscura. Encima del dosel de la litera se encuentra acostado, pero despierto, un esqueleto que está atrapado por explosivos. En el fondo de la pintura se observan, difuminados, el color blanco y el azul como si de un cielo se tratase. Esta escena representa a la vida y a la muerte, aquella que nos llegará a todos y que está presente en la obra “El sueño o la cama” de Frida Kahlo (1907-1954).
La artista mexicana pintó mucho, pero especialmente se retrató a sí misma, a sus diversos yos. Los pinceles fueron sus instrumentos para dar cuenta de su vida: su familia, el accidente que sufrió en un autobús, las molestias que padeció a causa del choque, su amor por el muralista Diego Rivera, el dolor que vivió debido a un aborto, los vínculos con su patria, su alma.
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Descifrar cada detalle de sus pinturas es una labor extensa, porque están llenas de símbolos que obtienen un significado particular de acuerdo con la persona que los analice. En “Lo que el agua me dio” se ven flotando diferentes objetos. Están algunos de sus familiares; un volcán y un vestido de su natal México; un rascacielos que habla de su vida en Nueva York; ella misma manteniéndose en la superficie del agua de la tina en la que están reflejadas sus vivencias; y los que probablemente son sus pies.
Alguna vez Frida Kahlo dijo: “Me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco”. Pese a que no solo hizo autorretratos, esa frase describe buena parte de su obra y hace un llamado a la autorreflexión. Inspirados por ella, otros artistas han decidido autocuestionarse para crear arte, tal como lo contó el crítico Alberto Ruy Sánchez para el programa Hablemos de... en 1998.
En el siguiente fragmento audiovisual se escuchan las palabras del crítico y se aprecian las dos pinturas que se mencionan en esta pieza web.
Por Laura González