Ficha Técnica
No deja de ser una gran paradoja de nuestro tiempo: cuanta mayor capacidad ha mostrado la humanidad para producir artículos de toda naturaleza, la lucha contra la pobreza –a pesar de los grandes avances– sigue sin dar tregua, haciendo de la erradicación de la misma un auténtico espejismo. De ahí la decisión que tomó en 1992 la Organización de las Naciones Unidas de destinar cada 17 de octubre al Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.
En efecto, desde la primera mitad de los años noventa, el número de hombres y mujeres que viven en la pobreza extrema, es decir, con menos de 1,90 dólares al día, bajó de manera constante. Sin embargo, el proceso se vio interrumpido en 2020 cuando sobrevinieron la pandemia de la COVID-19, el estallido de la guerra en Ucrania, los efectos del cambio climático, y la galopante inflación.
En el caso de la pandemia, por ejemplo, La reducción de los ingresos, la pérdida de puestos de trabajo y los despidos laborales, fueron especialmente negativos en las familias pobres. Las mujeres, los jóvenes y los trabajadores informales y de bajos salarios, sobre todo aquellos que viven en zonas urbanas, estuvieron entre los más afectados. La desigualdad aumentó tanto al interior de los países, como entre ellos, trayendo consecuencias a largo plazo en el acceso a las oportunidades y la movilidad social.
Así las cosas, se calcula que al cierre de 2022 entre 75 y 95 millones de personas más podrían haber caído en la pobreza extrema, cosa que no afecta por igual a todas las regiones del mundo, pues una persona típica de un país de ingreso bajo desembolsa cerca de dos tercios de sus recursos en comida, mientras que una persona representativa de un país de ingreso alto gasta cerca de un 25 por ciento en la misma necesidad. Por ejemplo, casi el 42 por ciento de la población del África subsahariana sigue viviendo por debajo del umbral de pobreza.
América Latina y el Caribe persisten en la lista de las regiones con la pobreza más aguda del mundo, pues aunque se redujo en la primera década del siglo XXI pasando del 45 por ciento al 28 por ciento, sobrevino un estancamiento, propiciado por una baja en el crecimiento, aparatos económicos poco productivos, e informalidad, la cual ronda el 50 por ciento de la población.
En el caso de Colombia, cerca de 20 millones de personas carecen de los suficientes ingresos para suplir sus necesidades básicas, situación que desde hace décadas se ha convertido en un desafío para la sociedad y el Estado, que ha puesto en marcha un sinnúmero de iniciativas en distintos puntos del territorio. Lo anterior puede apreciarse en el siguiente documento de archivo de 1989 producido para la Presidencia de la República, el cual muestra los resultados de un plan de autoconstrucción en los alrededores de Neiva (Huila), con el apoyo de la Alcaldía de la ciudad. “Porque donde la pobreza cede, Colombia crece para el bien de todos”.
Autor: Fernando Nieto
