Ficha Técnica
Dentro de los múltiples viajes que realizó Héctor Mora en El Mundo al Vuelo visitó Nueva Zelanda, que en maorí significa “La tierra de la gran nube blanca”. Hoy hablaremos un poco de su historia aborigen, la colonización británica y su naturaleza.
Nueva Zelanda, un país ubicado en el suroeste del océano Pacífico y, en un principio, los indígenas maoríes fueron sus principales habitantes. Históricamente, desempeñan un papel fundamental en la identidad cultural del territorio ya que son descendientes de los polinesios, que llegaron a estas tierras hace más de 1000 años; actualmente, su herencia y tradiciones están aún arraigadas en la vida cotidiana de la nación.
No obstante, tras la llegada de los colonizadores británicos en el siglo XIX, los maoríes se vieron azotados bajo una nueva lógica que los vulneraba por completo. Por ello, los conflictos entre los colonos y los maoríes dieron lugar a la firma del Tratado de Waitangi en 1840, que buscaba establecer una relación de cooperación y respeto entre ambas culturas. Sin embargo, los maoríes enfrentaron desafíos en la protección de sus derechos y tierras a lo largo de los años.
Más allá de su historia colonial, el país es un verdadero paraíso natural, desde majestuosos fiordos hasta grandes montañas, praderas verdes y playas doradas, la diversidad de paisajes es asombrosa. Los parques nacionales, como el Parque Nacional Tongariro y el Parque Nacional Abel Tasman, ofrecen aventuras al aire libre y la oportunidad de explorar la flora y fauna autóctonas.
Además, Nueva Zelanda es famosa por su fauna única. Los amantes de la vida silvestre pueden disfrutar del avistamiento de ballenas en Kaikoura, nadar con delfines en las costas de Bahía de las Islas (del inglés Bay of Islands) o encontrarse con los icónicos kiwis, las aves no voladoras emblemáticas del país. La conservación de la naturaleza es un tema importante y numerosas áreas están protegidas para preservar la belleza natural para las generaciones futuras.
Por: Valentina Mena Castro