Ficha Técnica
La labor de los maestros ha sido un eje de las sociedades, ya que ha servido para transmitir y establecer conocimientos que nos han ayudado a comprender el mundo. A propósito del Día del Maestro, en Señal Memoria recordamos a uno de sus referentes. Se trata de Sócrates, un filósofo de la Antigua Grecia del siglo V a. C., cuyas enseñanzas también buscaban que sus alumnos se conocieran a sí mismos.
El filósofo mostró una forma distinta de instruir: la dialéctica. Sus predecesores (y contemporáneos), los sofistas, utilizaban la retórica, es decir, transmitían conocimientos por medio del convencimiento. Como en algunos contextos en la actualidad, los estudiantes escuchaban, pero no participaban. En cambio, Sócrates usaba el diálogo para llegar a la “verdad”. Una de sus técnicas fue la mayéutica, que consiste en que el maestro pregunta y el alumno responde hasta llegar a los saberes.
De acuerdo con el doctor en Filosofía José Penalva, para Platón, uno de los seguidores de Sócrates, este filósofo estaba consagrado a la enseñanza, por lo que ser maestro no era una actividad como tal, sino que era su esencia. Además, mencionaba que la formación era un proceso lento que requería volver a dialogar sobre los mismos problemas, lo que tenía como propósito conocerse a sí mismo por el bien propio y el de los demás, según la doctora en Lingüística Rosa Asuaje.
En ese sentido, la figura de Sócrates como maestro muestra que los saberes no se reciben, sino que se llega a ellos, a la vez que se fomenta el autoconocimiento. En 1999, el programa Mundo sorprendente: Atenas y Serengeti describió el papel de este filósofo y las características del Ágora, un lugar de discusión en la Antigua Grecia.
A pesar de sus esfuerzos por motivar a los jóvenes atenienses a que pensaran por sí mismos, Sócrates fue acusado de proponer nuevos dioses y corromper a la juventud. Aunque presentó una defensa magistral que se registra en La apología de Sócrates, fue condenado a morir envenenado.
Autora: Laura Lucía González