A partir del Mundial de México 1970, Adidas y la Fifa se asociaron para estandarizar los balones, que hasta entonces dependían del país anfitrión y variaban de distintas formas. El Telstar de 1970 y 1974 dio paso al Tango argentino de 1978, que fue hasta 1998. En el siglo XXI los balones, cada vez más aerodinámicos, han reflejado la cultura de cada país, como el Jambalini de Sudáfrica 2010 o el Brazuca de Brasil 2014. Así llegamos al Al Rihla, el balón del Mundial de Catar 2022, que simboliza el viaje.
Durante la dinastía Han, entre el 206 AC. y el 220 DC, China vivió una época dorada que dejó un gran legado cultural. En ese periodo, personas de todas las clases sociales jugaban cuju, que consistía en patear una pelota llena de plumas. El cuju es el ancestro más antiguo del fútbol. Otros juegos, como el episkyros griego, el kemari japonés, el soule francés y el calcio fiorentino italiano, también hacen parte de esta genealogía difusa, que incluye una vejiga de cerdo inflada como balón en la Edad Media.
En 1855 Charles Goodyear diseñó el primer balón de fútbol, hecho de caucho vulcanizado. Ocho años después, en Inglaterra se inventó formalmente el fútbol, con la fundación de la Asociación de Fútbol. En 1904 se fundó la Fifa en Francia y el primer mundial de fútbol llegó en 1930, celebrado en Uruguay. Hasta 1970 y durante ocho mundiales, cada país se encargaba de los balones, lo que los hizo dispares. Podía haber varios balones por mundial e incluso más de un balón por partido. Eran de cuero, normalmente de doce piezas.
Todo cambió en el Mundial de México 1970, cuando empezó la asociación entre la Fifa y Adidas, que se encargó de los balones. Esta estandarización cambió el mundo de los balones de fútbol. El primero fue el Telstar, una combinación de “televisión” y “star” (estrella), que mostraba la ambición que regía la Copa, con una gran popularidad que seguía creciendo. Telstar también era el nombre de un satélite de telecomunicaciones, cuyo patrón era parecido al del balón: blanco con algunos paneles negros, el balón de fútbol clásico, la idea platónica de balón de fútbol. En Alemania 1974 se mantuvo el Telstar, pero fue cubierto con poliuretano, lo que lo hizo más resistente al agua. Así, la evolución de los balones es también la de la tecnología.
En Argentina 1978 empezó la era del Tango, cuya inspiración la dice el nombre, que duró hasta Francia 1998. Dentro de ese marco hubo algunos ajustes. El Azteca, de México 1986, incorporó en el diseño algo de la arquitectura y arte azteca y fue el primer balón de fútbol puramente sintético. Asimismo, el Etrusco de Italia 1990 plasmó el arte etrusco, originario de lo que hoy es la Toscana. Este balón era más ágil gracias a una capa interna de espuma de poliuretano. En Estados Unidos llegó el Questra, que hacía referencia a la carrera espacial y a la búsqueda de las estrellas. Finalmente, la época del Tango se cerró con el Tricolore, que incorporó los colores nacionales del anfitrión, Francia, por primera vez.
El siglo XXI llegó y el juego no fue el mismo. Desde 1970 hasta 1998 solo había habido dos balones a lo largo de siete mundiales. Sí, con modificaciones, pero la estructura central se mantenía constante, lo que cambió a partir de Corea Japón 2002. El balón de este mundial fue el Fevernova, que se inspiró en la caligrafía asiática y su sensación de movimiento. Era un balón de 32 paneles, con once capas de espuma y caucho. Nunca antes había habido un balón tan ligero. Tanto así que fue un reto para los jugadores adaptarse a su movimiento y a su vuelo.
Alemania 2006 llegó con el Teamgeist, que significa espíritu de equipo, algo que siempre caracterizó a la selección alemana. Este balón contaba con 14 paneles que no estaban cosidos sino unidos con calor. Desde 1970 era la primera vez que un balón no tenía 32 paneles. Y si 14 era poco, ¿qué me dices del Jabulani de Sudáfrica 2010? Este apenas tenía 8. Su nombre hacía referencia a la felicidad y a la celebración en la lengua Zulu, con un patrón limpio en el que tonos marrón y amarillo contrastaban con el blanco. El Jabulani fue muy criticado por los jugadores del mundial. Era tan dinámico que causaba problemas, a pesar de toda la investigación que había tomado su elaboración.
En Brasil 2014 Adidas presentó el Brazuca. El nombre, que fue elegido por votación en Brasil, hablaba de identidad nacional y una manera de reconocer a los compatriotas. Sus colores estaban inspirados en las pulseras brasileras de los deseos. El Brazuca tenía apenas seis paneles y algunos cambios tecnológicos que solucionaron los problemas que habían surgido con el Jabulani. Y de esa máxima innovación, volvimos al pasado: todo es cíclico, al fin y al cabo. En Rusia 2018 volvió el Telstar en forma de Telstar 18, con 32 paneles. Fue un homenaje a todo el camino recorrido, una mirada nostálgica que recordaba los avances. El Telstar 18 cogió las formas principales y las adaptó a un estilo más contemporáneo. ¿Y adivinen qué? También fue muy criticado. Exigentes los futbolistas. Está bien, así debe ser: ellos son los que resultan abucheados u ovacionados por lo que hacen con estos balones.
Así llegamos a Catar y el Mundial del 2022. El balón de este año se llama Al Rihla, que significa el viaje. Sus colores, llenos de movimiento y velocidad, vienen de la cultura, arquitectura y bandera del país anfitrión. Además del concepto de viaje, en el que 32 selecciones se reúnen para celebrar el evento, Adidas asegura que el Al Rihla llevará la precisión a nuevas alturas gracias a que no tiene costuras y a su estructura Speedshell. Esperemos qué dicen los jugadores.
Para terminar de hablar de balones, recordemos la final del Mundial de Inglaterra 1966, cuando el país anfitrión derrotó a Alemania con un gol de Geoff Hurst, gol que es recordado como fantasma, por la polémica de si el balón cruzó o no la línea.
Autor: Santiago Cembrano