A comienzos de los años noventa, los colombianos pudieron conocer y viajar por varias regiones naturales del país, gracias a País de las maravillas. En este artículo, con ayuda de algunos documentos audiovisuales conservados en el Archivo Señal Memoria, recordaremos este programa de gran valor educativo y cultural para la televisión colombiana.
Un maravilloso viaje
País de las maravillas fue una serie documental producida por Audiovisuales y emitida semanalmente por el Canal A, en las horas de la tarde. Este programa usaba el formato de otras grandes producciones dedicadas a mostrar las diferentes culturas, paisajes y comunidades a lo largo y ancho del país como, por ejemplo, Naturalia o Yuruparí. Sin embargo, aunque se puede decir que esta producción le debía mucho a las enseñanzas dejadas por Gloria Valencia de Castaño y Gloria Triana, su esencia era distinta.
En efecto, además de mostrar el colorido de los paisajes naturales y la riqueza cultural de Colombia, esta serie invitaba a los televidentes a conocer todos estos lugares. Sin dejar de lado que se trataba de un programa de televisión, cada capítulo era una invitación para que los colombianos visitaran estos sitios y a sus comunidades. Todas las tardes, los televidentes tenían una cita con lo exótico, lo misterioso, lo impredecible y lo desconocido del país, como lo veremos en el cabezote del programa.
Ángel, Carlos (director). País de las maravillas. [Propiedades del lodo y las aguas termales de El Totumo, Tocaima, Tabio y Arbolete]. Bogotá-Colombia; El Totumo-Bolívar;Tocaima-Cundinamarca;Tabio-Cundinamarca; Arboletes-Urabá antioqueño: Audiovisuales (Compañía de Informaciones Audiovisuales). Archivo Señal Memoria, VHS-144380.
Aquí se combinaba el entretenimiento, la investigación científica y la geografía de cada una de las regiones visitadas, con la biología y la cultura. De esta manera, por medio de las cámaras se registraron festividades, costumbres, maravillas naturales, experiencias humanas y grupos étnicos, abarcando el territorio nacional de sur a norte. En ese sentido, se deben destacar al menos tres aspectos que marcaron la línea argumental de cada uno de los capítulos de la serie: el turismo, la naturaleza y la cultura.
Las fronteras entre el aprendizaje y el goce
A finales de la década de los años ochenta, por cuenta de la violencia, el país atravesaba una crisis en sus cimientos, con hondas repercusiones en la sociedad. A la ya conocida guerra contra las guerrillas, se sumaban otros focos de alteración del orden público por el crecimiento de los grupos paramilitares y de los carteles de la droga.
Estos grupos ilegales, no solo sembraron el pánico entre los colombianos de a pie, también, desestabilizaron el poder del Estado y las bases políticas y de seguridad en Colombia. De igual manera, estos fenómenos afectaron fuertemente algunos de los indicadores económicos nacionales a comienzos de los años noventa, entre estos los relacionados con el turismo.
Por ejemplo, en comparación con otras latitudes del continente, el turismo receptivo en Colombia presentaba una inestabilidad estructural en la década de los ochenta. Esa fragilidad se agudizó por cuenta de los problemas de seguridad de comienzos de los años noventa, como ya había sucedido en Irlanda del Norte o en Egipto, según afirmaba el exministro Sergio Díaz-Granados Guida.
Pese a esta situación, el Estado estaba empeñado en devolverle a los viajeros nacionales y extranjeros la tranquilidad arrebatada. Así, encontramos que, a finales del año 1992, el gobierno promulgó el Decreto 2152, que reestructuró el Ministerio de Desarrollo Económico. En sus artículos 23 al 25, este decreto reorganizó todo lo relacionado a la dirección, estructura y promoción del turismo receptivo y doméstico nacional.
Por esa misma época, País de las maravillas le apostaba a dos elementos característicos del espíritu viajero de los colombianos: el goce y la biodiversidad. La serie no solo se preocupaba por mostrar “la Colombia profunda” o los escenarios turísticos tradicionales como Santa Marta o Barranquilla. También, visitó otros sitios menos conocidos en su momento como lo eran Nueva Venecia (Magdalena), Media Luna (Cesar), Cumbal (Nariño) o Tabio (Cundinamarca). Veamos esas características mencionadas en los dos siguientes fragmentos del programa.
En este primer fragmento de uno de los capítulos de la serie, vemos cómo se explicaban los beneficios medicinales de las aguas termales en el municipio de Tabio, al tiempo que se mostraba un lugar cercano a Bogotá para la recreación:
Ángel, Carlos (director). País de las maravillas. [Propiedades del lodo y las aguas termales de El Totumo, Tocaima, Tabio y Arbolete]. Bogotá-Colombia; El Totumo-Bolívar; Tocaima-Cundinamarca; Tabio-Cundinamarca; Arboletes-Urabá antioqueño: Audiovisuales (Compañía de Informaciones Audiovisuales). Archivo Señal Memoria, VHS-144380.
En este segundo fragmento, el escenario es el archipiélago de Nuestra Señora del Rosario, en el departamento de Bolívar. Allí, la producción mostró la belleza natural de las Islas del Rosario y, a su vez, abordó el tema de la preservación de la fauna marina:
Ángel, Carlos (director). (1992). País de las maravillas. Rosario de coral. Islas del Rosario-Bolívar: Audiovisuales (Compañía de Informaciones Audiovisuales). Archivo Señal Memoria, C1P-243422.
La serie logró presentar una propuesta que combinaba la experiencia del viaje con el rigor del conocimiento científico. Así, al tiempo que se destacaban algunos datos investigativos relacionados con la cultura, la medicina o la geografía, también había lugar para conocer diferentes destinos turísticos en el país.
Una producción, ¡qué maravilla!
En la producción de País de las maravillas participó todo un equipo de trabajo experimentado, que logró llevar a los hogares colombianos la complejidad y diversidad del territorio nacional. En ese orden de ideas, el trabajo argumental y de producción estuvo a cargo de Álvaro Vélez Isaza y Esperanza Triana, respectivamente.
Ambos profesionales contaban con una vasta trayectoria en programas culturales basados en labores investigativas y periodísticas. No solo se trataba de maravillar al televidente con lo exótico de las costumbres y comunidades visitadas, también era necesario plasmar sus vivencias como experiencias cercanas a la realidad del espectador. De esta forma, la serie no contaba una historia de lo raro, sino de lo diferente, pero nuestro.
Entre tanto, esta propuesta seguía una línea trazada por su director Carlos Ángel Serrano o simplemente Carlos Ángel. Como ya se mencionó, el programa recogía muchas de las viejas producciones audiovisuales de gran impacto en la cultura de la televisión nacional. Por eso, se puede decir que Ángel estuvo influenciado por una escuela de televisión que se interesaba por el sentido antropológico y sociológico de la narrativa.
No es gratuito que su trabajo lo encontremos en otras producciones que nos cuentan acerca de las creencias y prácticas culturales de los grupos sociales abordados, sin descuidar la calidad visual. Este tipo de argumentos los evidenciamos en programas de los ochenta en los cuales participó Ángel, como el ya mencionado Yuruparí, pero también en otros como Hecho en Colombia o Por las rutas de Colombia.
Estos elementos los podemos ver con mayor claridad en el siguiente fragmento, donde se contempla cómo el espíritu crítico y el enfoque antropológico hacían parte de la serie.
Ángel, Carlos (director). (1992). País de las maravillas. Volcán Cumbal: Audiovisuales (Compañía de Informaciones Audiovisuales). Archivo Señal Memoria, C1P-243424
Debido al trabajo realizado en el capítulo dedicado a las prácticas de subsistencia de las comunidades aledañas al volcán Cumbal, en Nariño, el programa fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, en la categoría de mejor fotografía del año 1990.