Desde la Baja Edad Media, el catolicismo tiene una fiesta que celebra la presencia de Cristo en la eucaristía. Su importancia ha trascendido sincretismos y mestizajes, constituyéndose en Colombia en un evento que, si bien ya no tiene la recordación y popularidad de otros tiempos, sí ha representado tradiciones que han sido retratadas por distintos iconos del cine documental.
Historia de una fiesta
Sesenta días después del Domingo de Resurrección, cuando la Semana Santa ha terminado, la Iglesia católica establece el Corpus Christi (“cuerpo de Cristo”, en latín), tradición que se remonta al año 1264, cuando el papa Urbano IV estableció la fecha siguiendo la práctica difundida por la monja agustina santa Juana de Lieja, fallecida nueve años antes. Al año siguiente, se celebró la primera misa de aquella fecha con textos redactados por santo Tomás de Aquino. En 1316 terminó la regulación de la tradicional procesión de ese día, en el cual se exhibe públicamente una hostia consagrada dentro de una custodia.
Si bien los orígenes del Corpus son rastreables en el periodo de fortalecimiento de la ortodoxia cristiana en Occidente, sus raíces son diversas. Parte de su arraigo en sociedades campesinas de Europa y América, radicó en su relación con el calendario agrícola, más viejo que el cristianismo. El Corpus Christi fue entonces una sacralización de la tradición de celebrar el solsticio de mitad de año. A la llegada de los europeos a América, la fiesta coincidía con el Año Nuevo o con la fiesta de adoración del sol en algunas culturas indígenas. No era difícil incorporar en aquel culto el desfile de una custodia con rayos de oro, que representa a aquel hombre en el Evangelio al que se llama “luz del mundo”.
Echavarría, C. (1985). Yuruparí: El Corpus Christi o la fiesta del sol. Colombia: Audiovisuales-Focine. Archivo Señal Memoria, C1P 242852
Una fiesta para la historia
Esta característica hizo que en América la fiesta del Corpus Christi fuera una de las más populares, cuya preparación y celebración involucraba a toda la comunidad. La historia de cargueros, peregrinos, músicos, escultores, carpinteros, cocineras y feligreses, está ligada a aquel día de junio, tanto en las ciudades principales, como en los pueblos más apartados. Del obispo al doctrinero, del virrey al cacique, del funcionario del rey al humilde artesano… Todos ellos hacían parte del cortejo procesional, siguiendo las normas establecidas por el Concilio de Vienne de 1311.
Y aunque ya no lo recordemos, su legado vive en el hecho de que aún sea día festivo en veinte países de América Latina y el Caribe, incluyendo Colombia, donde ha tenido un arraigo especial en Choachí, Anolaima, Mogotes y Guamo. Allí está relacionado con la celebración de la identidad campesina, como en el caso especial de Atánquez, corregimiento de Valledupar, habitado en su gran mayoría por el pueblo kankuamo de la Sierra Nevada. En Atánquez, la mezcla de las religiosidades indígena y occidental, ha dejado una fiesta de una enorme riqueza cultural, cuyos orígenes se remontan al siglo XVII y a la cual, en las últimas generaciones, se han vinculado también las tradiciones afrodescendientes.
Echavarría, C. (1985). Yuruparí: El Corpus Christi o la fiesta del sol. Colombia: Audiovisuales-Focine. Archivo Señal Memoria, C1P 242852
El Corpus Christi en la pantalla
El Corpus fue una fiesta tan popular en Colombia, que su recuerdo está inevitablemente ligado a la historia del audiovisual. Su procesión en Bogotá involucró a toda la ciudad hasta mediados del siglo XX, de lo cual da razón una rica serie fotográfica realizada en 1895 por Henry Duperly y el registro cinematográfico hecho en 1915 por Vincenzo di Domenico (una de las filmaciones más antiguas que se conservan en el país). Por su parte, los valores culturales de la fiesta de Atánquez le hicieron merecer aparecer en la serie documental Yuruparí (1983-1986) dirigida por Gloria Triana, en el episodio El Corpus Christi o la fiesta del sol, a cargo de Cristina Echavarría.
Autor: Felipe Arias Escobar