Los orígenes de la Semana Santa | Señal Memoria

Cada año el cristianismo lleva a cabo la milenaria celebración de la Semana Santa, cuyo sentido es recordar la Pasión de Cristo, relacionada con eventos como la entrada de Jesús de Nazaret en Jerusalén, la Última Cena, el Viacrucis, su muerte y Resurrección. 

Así comenzó la Semana Santa...   

Tiene sus orígenes históricos en la Pascua judía, que celebra los siete días conmemorativos del Éxodo del pueblo escogido por Jehová, su salida de Egipto con destino a la Tierra Prometida. “Pascua” en hebreo significa “paso” o “salvación”. Precisamente, durante la Pascua judía, Jesucristo instituyó lo que en el cristianismo se conoce como la eucaristía.

Desde el siglo II, en el Primer Concilio de Nicea, se estableció la Semana Santa como la conmemoración del triduo sagrado o conjunto de tres celebraciones a lo largo de tres días consecutivos: la Pasión, la sepultura y la Resurrección de Cristo. 

La pasión de Cristo

Más tarde, el nuevo calendario litúrgico adoptó la Semana Santa destinada a recordar la Pasión de Cristo desde su ingreso en Jerusalén (también llamado Domingo de Ramos), hasta el Domingo de Resurrección, el día más importante de la Semana Santa, pues es el día de la Pascua y de la vida cristiana.

Con el paso de los siglos también se asignaron celebraciones a otros días de la Semana Mayor. Por ejemplo, el Sábado Santo se asumió como el día del ayuno, con ausencia de celebraciones litúrgicas. Es el paso de la muerte a la vida, expresada en la Resurrección. 

El siglo IV dio importancia al Viernes Santo, relacionado con la adoración de la Santa Cruz, emblema del cristianismo, que resume en su figura la redención del mundo. La Iglesia prescribe la abstinencia de carne como forma de penitencia. 

No se celebra la misa, como una manera de guardar luto por la muerte de Cristo. Las campanas permanecen mudas y son sustituidas en algunos lugares por las matracas de madera, muy populares en otras épocas.

Con el tiempo y gracias a la comunidad franciscana, en el Viernes Santo se institucionalizó la procesión del Vía Crucis o camino de la cruz, jalonado por los momentos vividos por Jesús desde su captura hasta la Crucifixión, sepultura y posterior Resurrección. Para la Iglesia católica se trata de un acto de piedad, un camino de oración, basado en la meditación de la Pasión y muerte de Jesucristo en su camino al Calvario.