De la mano de los gobiernos de Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz, el país centroamericano llamó la atención del continente por la revolución social y política que impulsaron. La Radio Nacional, a partir de la visión de dos diplomáticos e intelectuales de ambas naciones, no fue ajena a esa historia.
Durante trece años, Guatemala había padecido la dictadura del general Jorge Ubico, en medio de una prolongada represión, la desigualdad social y una relación sumisa con Estados Unidos, representada en los intereses de la United Fruit Company. Pero en 1944, una alianza entre militares, estudiantes universitarios, intelectuales y líderes civiles logró presionar la renuncia de Ubico e insertar al país Centroamericano en la órbita de gobiernos progresistas que caracterizó a parte del continente durante el periodo anterior e inmediato de la Segunda Guerra Mundial.
Guatemala a través de la radio colombiana
Poco después de la caída de Ubico, los sectores que presionaron su renuncia organizaron movimientos políticos para acoger las garantías democráticas prometidas por un gobierno de transición y una nueva Constitución. El proceso sería liderado por Juan José Arévalo, ganador de las elecciones de 1945 e impulsor de reformas en la planeación económica, la educación y los derechos sociales, las cuales le permitieron conquistar el apoyo de las capas medias urbanas y los sectores obreros y cafeteros, en contraste con la oposición de grupos conservadores y terratenientes.
Parte de esa historia fue conocida y divulgada por la diplomacia colombiana a través de la señal de la Radio Nacional, como consta en esta entrevista al jurista santandereano Pedro Gómez Naranjo (padre del escritor Pedro Gómez Valderrama), quien ejerció durante esos años como embajador en Guatemala y dejó en nuestro archivo sonoro esta síntesis del estallido de la Revolución del 44.
Pedro Gómez Naranjo (1948). Cómo nos ven y cómo los vemos. Colombia: Radio Nacional. Archivo Señal Memoria, CD10611
Intelectuales guatemaltecos al aire
A pesar de las conspiraciones de opositores y militares insatisfechos, Arévalo fue sustituido democráticamente en 1950 por el coronel Jacobo Arbenz, quien impulsó una agenda de cambios políticos y sociales mucho más profundos. La reforma agraria, el desarrollo de infraestructura y la nacionalización de sectores productivos ampliaron el apoyo popular al régimen, pero también le hicieron ganarse la enemistad de las dictaduras de países vecinos y de Estados Unidos, en el marco de una naciente Guerra Fría. Y precisamente, el país fue desestabilizado por la presión conjunta de la CIA, grupos armados de derecha y los gobiernos de Nicaragua y Honduras, lo cual llevó a la renuncia y el exilio de Arbenz en 1954.
El entusiasmo por ese proceso revolucionario se reflejó en el apoyo de artistas e intelectuales dentro y fuera de Guatemala: Diego Rivera (quien homenajeó a la revolución en su obra Gloriosa victoria), Miguel Ángel Asturias (quien la narró en su novela Los ojos de los enterrados) o el poeta Luis Cardoza y Aragón (quien asistió a la Conferencia Panamericana de Bogotá en representación del gobierno de Arévalo), fueron algunos de esos personajes.
Al lado de ellos se destacó el veterano escritor Virgilio Rodríguez Beteta, quien desde tiempos de Ubico representó al país en las embajadas en España, Chile y Colombia. Fue en 1950 donde nos dejó su voz para la Radio Nacional, en un saludo grabado con la excusa de la fiesta de Independencia de Centroamérica, el 15 de septiembre. El archivo completo es una síntesis del valor que la revolución guatemalteca dio a la cultura para su reconocimiento internacional, pues fue entonces cuando la capital sirvió de sede para los Juegos Centroamericanos y del Caribe, al igual que se promovieron intercambios académicos y artísticos con Colombia durante todo el año.
Virgilio Rodríguez Beteta (1950). [Discurso en el aniversario de la Independencia de Centroamérica]. Colombia: Radio Nacional. Archivo Señal Memoria, CD008277 Corte 2
La Independencia de Centroamérica
El fragmento de esta grabación de Virgilio Rodríguez Beteta alude a un elemento histórico que Guatemala comparte con Colombia: la unidad regional en el establecimiento de su vida independiente. El 15 de septiembre de 1821 las autoridades de la antigua Capitanía General fueron presionadas por un levantamiento popular para formar un gobierno representativo, invitando a las provincias de Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica a unirse al movimiento. Tras una breve adhesión al Imperio Mexicano recién independizado, los representantes de las provincias del Istmo decidieron formar un nuevo estado: la República Federal de Centroamérica, bajo los liderazgos del salvadoreño Manuel José de Arce y el hondureño Francisco Morazán. Como en el caso de la Gran Colombia, las diferencias socioeconómicas de cada sección de la unión y los crecientes conflictos políticos entre las élites locales condujeron a aquel proyecto a la amenaza de frecuentes insurrecciones y a su disolución entre 1838 y 1840.
Autor: Felipe Arias Escobar