La televisión ha aportado a la construcción de la identidad nacional en Colombia. Sus series, telenovelas, magacines y noticieros han contribuido a la conformación del sentimiento de pertenencia al territorio. ¿Cuál fue el panorama en los años noventa? Este artículo busca responder esa inquietud a partir de algunos de los programas que se emitieron durante esa década.
N.N., La casa de las dos palmas, Escalona, Señora Isabel, Café con aroma de mujer, Copas amargas, Padres e hijos, y Yo soy Betty, la fea fueron solo algunas de las novelas y series que se estrenaron en los años noventa con talento colombiano. Aunque cada una trataba temas específicos, todas mostraban particularidades del país y su gente como la música, las relaciones familiares, el ambiente laboral, la vida en el campo y la comedia, por supuesto. Prender el televisor era sinónimo de reír con historias que generaban empatía en los televidentes; se sentían identificados con sus cotidianidades.
La globalización en la televisión
Durante esa década los espectadores ya no solo observaban producciones con sello colombiano. Empezaron a ver canales de otros países como Perú y España. Esto trajo consigo una muestra de que la identidad nacional se transforma con el tiempo. En 1999, el historiador Fabio López afirmó que la identidad en los años cincuenta en Colombia estaba ligada al catolicismo, pero que eso había cambiado teniendo en cuenta el reconocimiento de la nación como una pluriétnica y multicultural con la Constitución Política de 1991. En el siguiente fragmento se aprecia la intervención del científico social en el magacín Antídoto.
Bray, Juana (directora). (1999). Antídoto. Bogotá: Inravisión. Archivo Señal Memoria, BTCX30-013746.
Como se menciona en el audiovisual, la identidad en Colombia se vio permeada por la globalización en los años noventa. Si bien desde el inicio de la televisión se transmitían programas de otros países, fue hasta finales del siglo pasado que se pudieron observar canales completos producidos en el extranjero. Eso trajo consigo la hibridación de tradiciones, de modos de vivir, de diferentes maneras de hacer comedia. Ese es uno de los motivos por los que no se puede pensar que la identidad nacional es una sola. En cambio, se presentan particularidades, bajo las que nos podemos sentir identificados en un territorio común.
Además de que las y los colombianos pudieran ver canales de otros países gracias al auge de las antenas parabólicas y, así, de la televisión por cable, también podían entretenerse con programas de viajes ideados desde Colombia. Específicamente, el programa El mundo al vuelo permitió que los televidentes pudieran recorrer el planeta sin salir de sus casas. Su presentador era el periodista Héctor Mora, quien fue entrevistado en el programa Café para tres en 1998. A continuación, se puede apreciar un fragmento de esa entrevista en la que el periodista contó un poco sobre la realización de su serie.
Egas, Magda (directora). (1998). Café para tres. Bogotá: Inravisión. Archivo Señal Memoria, BTCX30-013278.
A partir de esas muestras de otros países, las y los colombianos podían marcar diferencias entre costumbres, pero también comenzar a reinterpretar tradiciones de distintos lugares. Así mismo, la televisión de los años noventa exaltó a los colombianos. Por ejemplo, los noticieros se preocuparon por mostrar el rendimiento de los deportistas de nivel internacional. Tal fue el caso de Fabiola Zuluaga, la tenista que empezó a destacarse fuera del país en los años noventa. En el siguiente apartado se ve una entrevista que le hicieron en el Noticiero de las siete en la que la cucuteña destacó la importancia del apoyo de sus connacionales.
Orozco, Cecilia (directora). (1998). Noticiero de las siete N7. Bogotá: Programar Televisión. Archivo Señal Memoria, BTCX60-064529.
Un país diverso en la televisión
Además de la incidencia del contexto internacional en la identidad nacional de los colombianos, el reconocimiento de la diversidad del país en la Constitución Política dio paso a la creación de programas que dieran cuenta de ello. Uno de esos se llamó Travesías y registró las cotidianidades de comunidades negras e indígenas que viven en Colombia. A continuación, se puede observar un fragmento del capítulo que se grabó en el Chocó.
Molano, Alfredo (director). (1993). Travesías. Bogotá: Audiovisuales. Archivo Señal Memoria, VR-C1P-243541.
El sociólogo Alfredo Molano estuvo a cargo de la dirección de esa serie documental que dio cuenta del reconocimiento de la diversidad del país. Así, la construcción de la identidad nacional ya no podía dejar de lado a las comunidades étnicas u otras minorías. El sentimiento de pertenencia al territorio ya no se limitaba a lo que se decía desde el centro del país, sino que comenzó a tener más fuerza lo que ocurría en regiones como la Pacífica.
Del mismo modo en que se fueron introduciendo realidades ocultas décadas atrás en la televisión, se mantuvieron los espacios para contar relatos que han pertenecido a la historia de la nación desde hace años. A través del programa Nuestros pueblos, los colombianos pudieron acercarse a las realidades de municipios específicos. Particularmente, el siguiente fragmento recuerda uno de los sucesos trágicos del país que hace parte de las clases de ciencias sociales en la actualidad: la masacre de las bananeras.
Parra, Iván (director). (1998). Nuestros pueblos. Aracataca: Inravisión. Archivo Señal Memoria, BTCX30-009365.
La televisión de los años noventa es un ejemplo de que la identidad nacional se puede nutrir de aspectos que no surgieron específicamente en Colombia. En cambio, da cuenta de la importancia de la globalización para el autorreconocimiento como miembros de una nación. Además, permite comprender que no hay unas características inamovibles para hablar de identidad, sino que incluso se puede pensar en identidades nacionales, porque en esa época no solo llegó la suscripción por cable, sino que empezaron a operar los canales privados Caracol y RCN. La caja mágica encontró diferentes modos de contar sobre el país y de ofrecer variedad a los televidentes.