Encender velas en la noche, como vigilia en las fiestas religiosas, es una larga tradición en el cristianismo. Así como cada sociedad fue adaptando su cultura al calendario cristiano a lo largo del año, en Colombia fueron apareciendo durante siglo y medio una serie de costumbres en la víspera de la fiesta de la Inmaculada Concepción ¿En qué consiste el Día de las velitas? ¿Qué hacen los colombianos ese día? ¿Desde cuándo lo celebran?
[El dogma de la Inmaculada Concepción]. En Dávila, E. (directora). (1998). La Chiva: Día de las Velitas, Virgen María Inmaculada. Colombia, Señal Colombia. Archivo Señal Memoria, BTCX30 009692
Tal y como sucede en la víspera de la Cuaresma que engendró los carnavales, o la víspera de Todos los Santos que originó Halloween, cada cultura, luego de hacerse cristiana, ha incorporado su singularidad a ciertas fechas del calendario litúrgico. A Colombia le correspondió la Inmaculada Concepción, una fiesta relativamente reciente en los dos mil años que tiene el cristianismo (apenas siglo y medio), pero que tiene sus raíces en tradiciones más antiguas. Al oficializarse, aparecieron rituales que se fueron multiplicando y arraigando en todo el país. El credo moderno del Estado-nación también hizo de las suyas y ni se diga del siglo XX, con su cultura de masas y sus tradiciones divulgadas por la radio y la televisión. Así se hizo colombiana la costumbre de iniciar la Navidad encendiendo velitas al frente de nuestras casas, en la noche del 7 de diciembre.
Pero primero y atendiendo a nuestra obsesión de encontrarle orígenes a las cosas, hay que preguntarnos: ¿dónde surge el día de las velitas? Como decíamos con los ejemplos de la Cuaresma y de Todos los Santos, los días previos a las fiestas religiosas han formado tradiciones tan importantes en el cristianismo como las fiestas mismas. La propia Iglesia católica, en el conjunto de oraciones oficiales condensadas en la Liturgia de las Horas, creó en la Edad Media rituales en la víspera del domingo y de las celebraciones importantes. Aquellas oraciones, popularizadas entre los laicos como una forma de medir el tiempo, incluían el oficio vespertino (es decir, el que se realizaba apenas se ocultaba el sol). Por supuesto, la Inmaculada Concepción, celebrada el 8 de diciembre, no escaparía de la celebración de su víspera desde la noche del 7.
La difusión de la Inmaculada Concepción
[Vísperas a la Inmaculada Concepción]. En Dávila, E. (directora). (1998). La Chiva: Día de las Velitas, Virgen María Inmaculada. Colombia, Señal Colombia. Archivo Señal Memoria, BTCX30 009692
La Inmaculada Concepción es el dogma católico que establece que la Virgen María, como madre de Dios hecho hombre, estuvo libre del pecado original desde el momento mismo en el que fue concebida. Si bien la Iglesia proclamó este dogma en 1854, en la España del Antiguo Régimen se defendió este principio a través del patronazgo de parroquias, la organización de cofradías o hermandades y, desde luego, a través del arte (son muy famosas las representaciones de la Inmaculada de Zurbarán, Velásquez, Murillo o El Greco). La costumbre llegó a América, con tanta fuerza que el 8 de diciembre se convirtió en un festivo oficial en Argentina, Chile, Perú y Colombia. De su celebración en la Nueva Granada colonial quedan testimonios de novenas (algunas de ellas conservadas en la Biblioteca Luis Ángel Arango) y fiestas populares, al menos desde finales del siglo XVIII (en la Inmaculada celebrada en Santa Fe de Antioquia, por ejemplo, transcurre la trama de nuestra película Amores ilícitos).
La férrea reacción a las ideas modernas que caracterizó el papado de Pío IX, invitó a oficializar el dogma de la Inmaculada Concepción en todo el mundo católico. Esa proclamación intensificó en Colombia la celebración de homenajes a la Virgen María, de acuerdo con algunas pautas dictadas a lo largo del siglo XIX por los arzobispos de Bogotá Manuel José Mosquera (1835-1853), Antonio Herrán (1855-1868), Vicente Arbeláez (1868-1884) y especialmente Bernardo Herrera Restrepo (1891-1928), según contaba a finales de los años noventa el escritor Horacio Bejarano Díaz al programa La Chiva de Señal Colombia. Y al igual que en otra costumbre colombianísima de diciembre como la Novena de Aguinaldos, la herencia franciscana también estuvo presente desde la Colonia, pues esta comunidad defendía el dogma de la Concepción de María desde el siglo XIV.
De la Inmaculada a las Velitas
Orígenes de la fiesta de la Inmaculada Concepción en Colombia]. En Dávila, E. (directora). (1998). La Chiva: Día de las Velitas, Virgen María Inmaculada. Colombia, Señal Colombia. Archivo Señal Memoria, BTCX30 009692
La luz y su representación cotidiana más antigua (las velas y las antorchas) han acompañado los ritos de todas las religiones. El judaísmo ya las usaba para la preparación del Sabbat o la Janucá y el cristianismo les dio también valor bajo la definición que hizo el Evangelio de Jesús como “luz del mundo”. Se crearon velas litúrgicas para el bautizo y la comunión, al igual que un cirio encendido en la víspera de la Resurrección que permanece así toda la Pascua. También se crearon las velas votivas, es decir, las que enciende un fiel en los altares para acompañar la oración. Para fin de año, las comunidades católicas crearon diferentes tradiciones asociadas al uso de las velas: la corona de Adviento (para marcar los domingos que faltan para Navidad), las velas de la Candelaria (entre la Navidad y los cuarenta días que siguieron a la Presentación de Jesús en el Templo) y, por supuesto, nuestras velitas.
Pero todo esto no implica que se trate de una tradición inalterada durante siglos. Ha sido la cultura contemporánea la que más ha contribuido a darle importancia nacional a la fiesta. Antiguamente era más popular en el centro del país, especialmente en Bogotá. Es posible que el calendario laboral moderno también haya influido, marcando esta fecha de descanso como la ideal para decorar la casa, convirtiéndola de paso en un día de encuentro familiar (ni qué decir del hecho de que ha sido también un día en el que algunas parroquias programan bautizos, primeras comuniones y confirmaciones). Las alcaldías, por su parte, decidieron en las últimas décadas aprovecharla para inaugurar el alumbrado navideño en el espacio público. Todas esas coincidencias han forjado una celebración única, cuyos orígenes, eso sí, todavía nos falta muchísimo por investigar.
Autor: Felipe Arias Escobar.