Ficha Técnica
Decenas de dulces deleitan a paladares en el departamento de Cundinamarca. Las brevas, las marquesas y las obleas son solamente algunos de ellos. Algo en común que tienen esos tres manjares es el arequipe, un alimento cuyos orígenes se remontan a la Antigüedad, pues está hecho con dos ingredientes básicos: leche y azúcar.
El arequipe es tan importante para el dulce de brevas que hace parte de su nombre: “brevas con arequipe”. No se sabe cuándo se empezaron a preparar en Cundinamarca, pero sí se ha estipulado que tiene relación con los árboles que se veían en la zona. En Bogotá, por ejemplo, las casas tenían brevos en sus patios. Incluso, todavía se puede ver esa planta en algunos sectores de la ciudad.
Las obleas tienen sus raíces en una especie de galleta que se preparaba en la Edad Media que tenía agua, harina, leche y azúcar. A América llegaron durante la época de la Colonia. Sin embargo, las y los colombianos hemos hecho de las obleas uno de nuestros dulces típicos, pues les hemos añadido complementos como el arequipe, el queso y el dulce de mora. Aunque en Cundinamarca sean uno de los postres predilectos, también se consumen en otras zonas del país. Por ejemplo, en Floridablanca existen locales especializados en los que las preparan con mayor variedad de adiciones.
El arequipe también es un ingrediente principal de las marquesas, aquel dulce que se consume en la capital del país desde hace por lo menos dos siglos. Según el relato popular, unas señoras que habitaban este territorio las crearon para unos invitados que iban a recibir. El postre gustó y se empezó a consumir en lo que hoy conocemos como La Candelaria, lugar en el que todavía se vende. Este dulce tiene dos presentaciones: una con arequipe y otra con guanábana.
Desde Señal Memoria decidimos recoger las historias de estos dulces que se encuentran en Cundinamarca, pero también en otras zonas de Colombia. Por eso, creamos la siguiente nota audiovisual en la que los dueños de Obleas Dany, Brevas el Reposo y Marquesas Amparo nos cuentan sobre estos postres, sus relaciones con el territorio y sus relatos personales.
Por: Laura Lucía González Conteras
