El campesinado es pieza fundamental del entramado social colombiano. Sin embargo, durante mucho tiempo su representación en la televisión fue reducida a meros estereotipos. Este artículo reflexiona sobre cómo la televisión ha sido responsable en la construcción y en la reproducción de dichos estereotipos, pero también, deja ver la transformación hacia representaciones más diversas, que reconocen el valor del mundo campesino en medio de los desafíos contemporáneos.
Frecuentemente escuchamos que Colombia es un país rural, un país compuesto por campesinos y campesinas. Pero, ¿cómo definir lo campesino? Al respecto, el antropólogo estadounidense Marc Edelman plantea que existen por lo menos cuatro tipos de definiciones sobre el campesinado: definiciones históricas, definiciones desde las ciencias sociales, definiciones desde el activismo, y definiciones normativas.
En ese sentido, el autor argumenta que la pregunta por cómo definir al campesinado tiene una historia larga, complicada y polémica, en tanto la necesidad de definir a los grupos humanos va desde la descripción coloquial, el análisis social, la acción colectiva, hasta el control social. En este mismo sentido, la antropóloga Maite Yie Garzón, siguiendo la propuesta de autores como Gibson-Graham, señala que las categorías sociales más que necesarias, son contingentes y sometidas a relaciones de poder, es decir, que hay un uso político de las categorías sociales, y la categoría de campesino o campesina no es la excepción.
En en el año 2020 el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) dio a conocer el documento «Conceptualización del campesinado en Colombia», el cual propuso una definición de campesinado que permitiera el desarrollo de políticas públicas para este sector de la sociedad:
Campesino: sujeto intercultural, que se identifica como tal, involucrado vitalmente en el trabajo directo con la tierra y la naturaleza, inmerso en formas de organización social basadas en el trabajo familiar y comunitario no remunerado o en la venta de su fuerza de trabajo.
Sin embargo, llegar hasta la construcción de dicha definición tomó mucho tiempo y trabajo, en tanto el campesinado en Colombia ha enfrentado un largo proceso para alcanzar su reconocimiento.
Esta conceptualización fue posible gracias a que Dejusticia y más de mil campesinos y campesinas interpusieron una tutela en el 2017 con el propósito de ser reconocidos como sujetos políticos y de derechos. Y un año más tarde, se presentó una ponencia para la creación de una comisión de expertos, ejercicio encabezado por el ICANH, que pudieran construir un concepto campesino para su uso como categoría censal. Precisamente, porque sin saber cuántos campesinos existen en Colombia, resulta imposible desarrollar políticas públicas apropiadas y pertinentes.
Finalmente en 2023 el Congreso de la República reconoció al campesinado como sujeto político de derechos y de especial protección constitucional, fortaleciendo de esta manera su participación política, cultural, económica y ambiental.
Sin duda, estos logros se convierten en piezas fundamentales para la construcción de una sociedad cada día más plural y democrática. Lo que nos conduce a la principal pregunta en este artículo: ¿de qué maneras se ha definido y se ha representado al campesinado desde la televisión?, y de alguna manera, ¿cómo estas representaciones han influido en el reconocimiento de estos sujetos como parte de la sociedad?
En principio es importante reiterar que la televisión se constituye como un escenario para la construcción y la reproducción de imaginarios colectivos, en los cuales, las ciudadanías se reconocen –o no– y se ven representados –o no–. Vale la pena decir que, la representación del campesinado en los medios de comunicación, no puede equipararse al reconocimiento de estos sujetos per se. Es decir, que la presencia de unas imágenes en la vida pública, no es igual a ser visibles socialmente desde su diferencia.
Es indudable que la representación del mundo campesino en la televisión ha cambiado a lo largo del tiempo. Si nos remitimos a las series y programas que se transmitían durante los años ochenta y los años noventa, los campesinos aparecían como personajes cómicos, mediados por fuertes estereotipos, tanto en sus formas de vestir, de expresarse, como en sus personalidades, todas ocurrentes, ingenuas, y en muchos casos ignorantes. Desde los estudios de medios, autores como Robyn Quin y Barrie McMahon han planteado que la sociedad, indirectamente, ha sido la responsable de la creación de estereotipos, y que, convenientemente, los medios de comunicación los han sabido usar y apropiar.
Gabriel Martínez Surinyac en su texto El guion del guionista, señala que los estereotipos son absolutamente necesarios, prácticos y usuales en los medios audiovisuales, y propone que, de alguna manera, el público siempre necesita de esos estereotipos para la comprensión rápida de los personajes y la historia. Pero también es fundamental cuestionarse cómo el uso y la reproducción de estos estereotipos afectan las luchas y los procesos de reconocimiento de sectores de la sociedad, especialmente de aquellos que se han denominado minorías. Jesús Martín Barbero es un autor que constantemente invita a cuestionarnos el poder que se ejerce a través de los medios de comunicación, dejando ver la responsabilidad que tienen estas plataformas en la transformación de ordenamientos sociales desiguales.
Teniendo estas reflexiones presentes, queremos hacer un viaje por algunos de esos estereotipos campesinos que se han reproducido desde la televisión.
En principio encontramos personajes con un marcado estilo costumbrista, muy presentes en las comedias de la década de los años ochenta y noventa. Podríamos decir, uno de los estereotipos más interiorizados por los colombianos. Para este caso, proponemos poner la mirada sobre Josefa Chivatá, la empleada doméstica de la familia Vargas en la comedia Dejémonos de Vainas. Josefa es un personaje de origen campesino cundiboyacense, con un marcado uso del lenguaje coloquial, y una clara exageración de gestos y costumbres. Ella representa ese personaje folclórico, popular, exótico y ocurrente, pero también ignorante y empobrecido, que a través de la ironía y la sátira proponía ya una definición del mundo campesino.
Bernal, Claudia (Directora) (1993) Dejémonos de vainas: 1984-1998 [serie] [Josefa agropecuaria]. Colombia: Coestrellas. Archivo Señal Memoria, BTCX60 061716
Por otro lado, encontramos el estereotipo del campesino rebelde, un actor difícil y beligerante que demanda sus derechos y exige que se le cumplan, es un estereotipo que fácilmente aparece en las narrativas de los noticieros. Esta representación corresponde a la experiencia del campesino organizado, aquel que opera desde la movilización social, y que, apunta a resolver el problema de la distribución de la tierra. A su vez, este estereotipo de campesino rebelde se ha construido y reproducido bajo la idea según la cual, toda acción política del campesinado en Colombia, es una acción manipulada y organizada por algún grupo armado, finalmente una representación que desconoce y reduce la agencia política del campesinado.
Programar Televisión (Productor). Noticiero de las siete N7: 1983-2001. [Manifestaciones en Bogotá de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos ANUC] [Programa informativo]. Colombia: Programar Televisión. Archivo Señal Memoria, BTCX60 064344
También es posible encontrarnos en la televisión con el estereotipo del buen campesino, refiriéndonos a la idea del clásico debate de la antropología sobre el mito del “buen salvaje”. Estas representaciones del campesinado, apuntan a la idea de un sujeto de otro tiempo, rudimentario, silvestre, en su estado natural, un campesino bondadoso e ingenuo. Y particularmente, para el caso colombiano nos encontramos con la idea del campesino como trabajador sacrificado, incansable, pero hasta un punto irracionalmente idealizado, en tanto desconoce unas condiciones históricas de explotación, despojo y violencia.
En esa misma línea, y de acuerdo con la antropóloga Maite Yie Garzón, podemos encontrar al campesino representado como un sujeto trabajador, pero a pequeña escala, un trabajador ineficiente pero con buenas intenciones. Reducido en su condición de productor de materias primas y alimentos, una representación que desconoce sus aportes a la construcción y al desarrollo de la nación.
Es justo reconocer que actualmente la televisión, especialmente la televisión pública, se ha esforzado en hacer visible la diversidad del mundo campesino. Y queda un largo camino por seguir transformando esos estereotipos, por medio de las voces propias de la gente, las cuales, nos permitan como sociedad entender que hay una infinita posibilidad de formas de vida.
Villegas, Paola (directora). (1999). Mujer campesina [Asociarnos, un camino más corto al éxito]. [Serie documental]. Colombia: Instituto Nacional de Radio y Televisión. Archivo Señal Memoria, BTCX30 011746.
Molano, Alfredo (director). (1996). Travesías [serie documental]. [Pueblos: Cumbitara, tiempo para vivir]. Colombia: Audiovisuales. Archivo Señal Memoria. C1P 242331
Finalmente, y así como nos recuerda la antropóloga Alhena Caicedo Fernández, esas son infinitas formas de vida que están absolutamente conectadas con la realidad actual, y que además tienen alternativas y propuestas frente a la crisis climática, social y económica que atravesamos, entonces valdría la pena visibilizar y escuchar esas voces con más atención.
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Autora: Laura Vera.