El siglo XX colombiano, por fortuna, fue escaso en golpes de Estado, a diferencia de lo que ocurría en otros países del continente, con excepción del ascenso a la presidencia de Gustavo Rojas Pinilla en 1953. Sin embargo, las ganas de tomarse el poder contra la Constitución no le faltaron a ciertos sectores políticos, en particular a algunos detractores de los dos gobiernos de Alfonso López Pumarejo. La tentación golpista casi tuvo éxito en 1944, cuando unos mandos medios del Ejército fueron vencidos por, entre otros, un enemigo tan insospechado como poderoso: la radio.
Lleras Camargo, Alberto. (1944). [Boletín sobre el Golpe de Pasto, 10 de julio de 1944]. Colombia: Radio Nacional. Archivo Señal Memoria, RDNC-DGW-038035
Lunes 10 de julio: Golpe de Estado
El evento fue grave y, aunque el gobierno salió victorioso, tuvo consecuencias nefastas para el régimen. Lo comentó la Radio Nacional ese mismo 10 de julio de 1944, cuando el ministro de gobierno Alberto Lleras Camargo habló al país a través de sus micrófonos: esa madrugada un grupo de militares comandados por el teniente coronel Diógenes Gil había puesto preso al presidente Alfonso López Pumarejo. López se encontraba en la capital de Nariño para presenciar unas maniobras militares que, según se rumoraba en la ciudad, se hacían para preparar un alzamiento. Y algo así no era inesperado, pues desde el año anterior corrían rumores de un clima subversivo en el Ejército. En medio de insultos al gobierno por parte de grupos de reservistas, el presidente López había llegado el día 9 a la ciudad. Gil, comandante de la brigada local, ordenó despertar al presidente y detenerlo, bajo el pretexto de que los militares acababan de levantarse en todo el país. El secretario de presidencia Enrique Coral Velasco logró comunicarse con Bogotá al amanecer, mientras López era trasladado a la Hacienda Consacá.
Lleras Camargo, Alberto. (1944). [Boletín sobre el Golpe de Pasto, 11 de julio de 1944]. Colombia: Radio Nacional. Archivo Señal Memoria, RDNC-DGW-0378038
Martes 11 de julio: Estado de sitio
Al mediodía del lunes 10 el designado presidencial Darío Echandía asumió la jefatura de Estado tras enterarse de la situación y declaró turbado el orden público. Hábilmente el ministro Lleras presentó en la tarde y en la noche los decretos de Echandía en la Radio Nacional, tranquilizando a la clase política y la ciudadanía adepta al régimen. Para el 11, aunque alcanzaron a darse brotes insurreccionales en Ibagué y Bucaramanga, el coronel Gil se encontraba sin apoyo, por lo que ordenó el traslado de López a Popayán y detuvo la escolta apenas salió de Pasto, para rogarle una amnistía al presidente que no fue escuchada por éste. Mientras tanto desde Bogotá, Lleras le recordaba por radio a los oficiales de todo el país que la sedición era obra de subalternos que desconocían la autoridad de la cúpula militar, asegurando su lealtad al Estado de derecho, mientras elogiaba el apoyo del pueblo pastuso. Al caer la tarde el coronel Gil ya estaba preso, los gobernadores de Nariño y Tolima en sus despachos y las multitudes en las capitales de los departamentos manifestaban su apoyo a López en las calles.
Radio Nacional. (1944). [Declaraciones sobre el Golpe de Pasto, 12 de julio de 1944]. Colombia: Radio Nacional. Archivo Señal Memoria, RDNC-DGW-038035
Miércoles 12 de julio: regreso del Presidente
Para el día 12, López ya estaba de regreso en Bogotá y era su voz la que le informaba al país del restablecimiento del orden por la Radio Nacional. Pero aunque Lleras había dicho por radio que el “cuartelazo” era una obra aislada de mandos medios del Ejército, la feroz oposición experimentada por el gobierno había alentado el golpe o por lo menos había simpatizado por él. Por eso además de los consejos de guerra a los militares insurrectos en Pasto, Ibagué y Bucaramanga, las miradas también se dirigieron al dirigente conservador Laureano Gómez. Desde el diario El Siglo, Gómez alcanzó a alentar a los golpistas, tras dos años de ataques feroces al gobierno y de recoger rumores callejeros sobre corrupción y supuesta eliminación de personajes críticos, del que se recuerda el asesinato del boxeador “Mamatoco”. Laureano se asiló en Ecuador, mientras algunos de sus colaboradores fueron también detenidos, como fue el caso de la periodista Emilia Pardo Umaña. El conflicto entre liberales y conservadores se hizo cada vez más irreconciliable.
López Pumarejo, Alfonso. (1944). [Discurso en el Palacio de la Carrera]. Colombia: Radio Nacional. Archivo Señal Memoria, HJCK-DGW-072264-03-SER001CPTDGW
Epílogo: la renuncia de López
A pesar del triunfo de López y su gobierno, no se detuvo el acoso de una oposición feroz, la cual no solo se ejercía desde el conservatismo sino también desde el ala derecha del liberalismo. Ambos rechazaban a López y su programa desde las elecciones de 1942, en una candidatura que fue salvada por las bases del Partido Liberal y en parte por la desconfianza que, en plena Guerra Mundial, despertaba en Estados Unidos la simpatía de Gómez y otros grupos de derecha hacia el Eje. Aun así, las críticas virulentas al régimen no cesaron ni siquiera después del golpe, a las que pronto se sumaron los ataques desde la disidencia liberal de Jorge Eliécer Gaitán. Para 1945, López renunció, entregando el 7 de agosto la presidencia a su discípulo Alberto Lleras Camargo, quien ofreció un gabinete compartido a conservadores moderados. Nueve meses después, la República Liberal recibía un entierro de tercera con la división del partido en dos candidaturas y la elección de Mariano Ospina Pérez.
Señal Memoria. (2024). 80 años del Golpe de Pasto
Por Felipe Arias Escobar