Un programa de televisión de hace cuarenta años denominó al fútbol como “el mejor espectáculo del mundo”. Desde las canchas de barrio de gran parte del mundo, hasta los costosos estadios de Catar, la diversión del fútbol ha estado cargado de alegría y polémica. Ríos de tinta y sudor de hombres y mujeres han corrido a la par con las controversias en torno a los trofeos que, cada cuatro años, se entregan a los ganadores de la Copa Mundial de Fútbol. Un recuento de casi cien años de historia.
Su historia tiene un halo de misterio, conspiración y codicia. Se llamó la Copa Jules Rimet en honor al dirigente de la FIFA, responsable de la creación del torneo, el cual se empezó a llevar a cabo a partir de 1930 en Uruguay. Fue entregada a los ganadores hasta 1970, cuando fue otorgado definitivamente a Brasil, entrega que se justificaba por una regla específica del torneo: aquel equipo que ganara por primera vez tres campeonatos se haría merecedor del trofeo a perpetuidad.
Su diseño es muy propio de los años treinta, con líneas definidas, y destaca la inspiración en las raíces deportivas de la antigua Grecia. Es una copa octagonal, sostenida por una figura alada que representa a la diosa griega Niké, la de la victoria, la cual presidía las competiciones atléticas y las disputas militares.
La Copa del Mundo, como era originalmente su nombre, fue diseñada por el escultor y medallista francés Abel Lafleur. Posteriormente se dio al trofeo el nombre de Jules Rimet. Tenía 35 centímetros de altura, pesaba casi cuatro kilos y estaba hecha en plata esterlina chapada en oro y lapislázuli y montada en una base en cuyos cuatro lados había cuatro placas de oro, en las cuales se escribían los nombres de los ganadores.
Robo, desaparición y posible fundición
La Jules Rimet fue robada dos veces y la versión de los hechos planteada oficialmente hace creer que terminó fundida. Su valor aproximado era de cincuenta mil francos. Una investigación reciente del Museo de la FIFA reveló que la base de cuatro caras, con la que fue creada, sobrevivió. Una réplica del trofeo, con la base original, reposa en el Museo de la FIFA, en Suiza.
Conspiraciones, robos, reemplazos, sospechas y demás historias truculentas están incluídas en la historia de esta especie de Santo Grial del fútbol, que al igual que la copa de Cristo, se cree desaparecida, aunque de cuando en cuando surgen versiones que dicen que aún existe en el mercado negro del arte y las rarezas historicas.
El nuevo trofeo
Con las lecciones previas aprendidas, surgió en 1974 el trofeo denominado Copa Mundial de la FIFA, hecha con cinco kilogramos de oro de 18 quilates y una base de malaquita. Su peso completo es de casi 7 kilos y representa a dos figuras humanas sosteniendo la Tierra. Ya no es otorgada a perpetuidad al equipo que gane tres mundiales, como la Jules Rimet. No obstante, se rumora que en el 2038, el trofeo cambiará.
Debido a los robos, rumores y conspiraciones de las que gozó la Jules Rimet, la FIFA asignó un permanente y celoso sistema de seguridad al trofeo, el cual lo resguarda todo el tiempo en las diferentes giras que hasta años recientes han llegado a los cinco continentes. Fue diseñada por el escultor italiano Silvio Gazzaniga y solo se entrega la original al equipo ganador durante la celebración en el estadio. Posteriormente se le da una réplica, en baño de oro, que solo retorna a la organización en el sorteo del siguiente mundial.
Autor: Javier Hernández
