Ficha Técnica
Hoy, los colombianos y todos los amantes de la literatura, contamos diez años sin Gabriel García Márquez. Su muerte, tal como le pasó a él al despedirse de su Coronel Aureliano Buendía, nos llenó los ojos de lágrimas y nos dejó -como al propio Macondo- arrasados por el viento y desterrados de nuestra propia memoria.
Entre los documentos sonoros y audiovisuales que guarda Señala Memoria sobre la gran carrera del escritor y periodista, encontramos esta entrevista realizada a los pocos días de recibir la noticia del Nobel de literatura de 1982. En ella, García Márquez reflexiona sobre el impacto de dicho reconocimiento en su vida personal, augurando todos sus esfuerzos para poder mantener su intimidad lo más intacta posible. Además, destacó que el Nobel había sido para Colombia, dando inicio así a la construcción de esa figura nacional que desdibuja los límites de lo humano para convertirse en mito.
Actualmente, cuarenta y dos años después del Nobel, diez después de su fallecimiento, sabemos que dicho galardón marcó indeleblemente la vida del escritor y su familia. Lo que quizá no recordamos tan menudo es que ese personaje ilustre, el colombiano más universal del mundo, era una persona como cualquiera otra. En este aniversario nos permitimos recordar al escritor disciplinado y comprometido que continuó ejerciendo su labor hasta el final de sus días para dejarnos todo un universo de historias y personajes que nos conectan con nuestra realidad.
Fue así como su obra lo convirtió en ícono, sus palabras le dieron forma a nuestra realidad y sentido a nuestras desventuras nacionales, pero detrás de esa magnificencia estuvo siempre el niño tímido de Aracataca que creció con sus abuelos y que nunca se separó del universo caribeño en que floreció su imaginación.
Por: Adriana Uribe
