Ficha Técnica
El Dorado fue la leyenda tras la que cientos de europeos llegaron a América. El oro del “Nuevo Mundo” los haría ricos a la par en que conquistaban el territorio. Uno de los hombres que llegó de España fue Gonzalo Jiménez de Quesada, conocido por fundar Bogotá en 1538, aunque el territorio ya existía y estaba ocupado por los indígenas muiscas. Entre los conquistadores, se le ha reconocido por ser uno de los letrados que llegaron al continente, ya que estudió Derecho en la Universidad de Salamanca.
En palabras del antropólogo Juan Friede, fue “de los muy pocos intelectuales que llegaron a América”. Su voz y la del historiador Guillermo Hernández de Alba fueron registradas por la HJCK en febrero de 1979, cuando se cumplieron 400 años del fallecimiento de ese conquistador. A continuación, se puede escuchar un fragmento de esa emisión.
En su búsqueda por El Dorado, Jiménez de Quesada atravesó el territorio desde el Caribe hasta el centro de lo que hoy es Colombia. A medida que lo recorría, fue encontrando otras riquezas como esmeraldas y sal. Él y sus hombres derrotaron a los indígenas y les usurparon sus bienes, con lo que se estableció el dominio español en el interior de la zona.
De acuerdo con Hernández de Alba, “don Gonzalo era de los menos crueles, pero de todas maneras lo fue frente a los jefes chibchas”, ya que se le ha atribuido responsabilidad en la muerte de uno de los caciques del momento. El conquistador también encontró una manera de mantener a los indígenas como esclavos: respetando la organización de sus clanes. Así, buscó enriquecerse con el trabajo ajeno, mientras comprendía la manera en que el “mundo descubierto” había funcionado hasta antes de su llegada.
A El Dorado nunca lo encontró y las riquezas que consiguió no le fueron suficientes para lograr el reconocimiento que anhelaba en su natal España. Sus ansías de poder y de ser parte de la nobleza no pudieron ser saciadas con el oro y las esmeraldas que consiguió. Continuó siendo considerado un súbdito para la corona real hasta sus últimos días. En la actualidad no se resalta su rol de “civilizador”, sino se le subvierte. En el marco del paro nacional de 2021, una estatua del conquistador, que se encontraba en la Plazoleta del Rosario de Bogotá, fue derribada por los indígenas misak como un acto de “sanación”. La historia se reconstruye.
Por: Laura Lucia González