En los años 60 el campesinado colombiano vivió una primavera de reparto de tierras y movilizaciones, ambos procesos apoyados por la política agraria del gobierno. Esta es una historia al parecer olvidada por el Estado y la opinión pública dentro del establecimiento y fuera de él, como también entre la derecha o la izquierda. Los aciertos y desaciertos de aquel proceso son claves para el debate actual de la reforma agraria, en la cual se asumen ilusiones y estigmas tan idénticos como los de entonces.
Lleras, Carlos. (1969). Discurso en la Asamblea Departamental de Usuarios de La Caja Agraria en Sincelejo. Colombia: Radio Nacional. Archivo Señal Memoria, RDNC-DGW-204283-01
En septiembre de 2023 sectores de la opinión, en la política y los medios, se manifestaron contra un decreto del Ministerio de Agricultura, el cual planteaba la promoción de movilizaciones campesinas en el marco de la política agraria del gobierno. Puede que algo así causara sorpresa en una generación acostumbrada a la larga confrontación entre el Estado y el movimiento campesino, cuya expresión más reciente fue el Paro Agrario de 2013. De otras orillas también pudo enfatizarse en el carácter inédito de esa postura del Ministerio al repetir aquel mantra de que Colombia “estuvo gobernada por la derecha durante dos siglos”. Sin embargo, hay un notable y sorpresivo antecedente de aquel apoyo gubernamental al movimiento campesino.
Del Incora a la ANUC
“He asistido con profunda emoción a estas primeras muestras de la organización de la masa campesina colombiana, a la cual aspiro a ver actuando en el trazo de su propio destino, no recibiendo simplemente órdenes como algo pasivo, no obediente a la voz de los amos, sino consciente de su propia responsabilidad, de sus propios derechos”. La anterior frase no es de un discurso de Gustavo Petro, la pronunció el presidente Carlos Lleras Restrepo en 1969 en Sincelejo, en la misma ciudad que dos años después atestiguaría la radicalización del movimiento campesino colombiano, en una época en la que aún no se olvidaba el deber del Estado de resolver la grave crisis que a lo largo del siglo experimentaba el sector agropecuario.
Las desigualdades socioeconómicas y los conflictos en el campo colombiano eran problemas conocidos y padecidos desde el inicio del siglo XX, los cuales impedían la plena democratización y modernización del país. A eso se enfrentó el intento de reforma agraria promovido por el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo, bajo el cual se promovería la colonización agraria y que naufragó entre los intereses latifundistas y la pausa de las reformas sociales que desaceleraron el proceso de titulación de tierras. Luego, la Violencia bipartidista no solo frenaría el impulso de la Ley 200 de 1936, sino que daría razones al abandono del campo. Lograda la paz de los partidos, el Frente Nacional buscó fortalecer la economía rural con la creación del Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (Incora) en 1961 y la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc) en 1967. De nuevo el movimiento campesino y los sectores de avanzada del liberalismo coincidían en un trascendental proyecto político.
Campaña Nacional de Organización Campesina. (1967). Colombia: Inravisión. Archivo Señal Memoria, BTCX60 062666B (material sin audio)
De la ilusión al fracaso
Bajo el gobierno de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) el proyecto parecía fortalecerse. Ya no se trataba solo de sentar las bases legales para la expropiación, distribución y el estímulo a la colonización, sino también era necesario el incentivo de la movilización. Además del trabajo con la Anuc, que llegaría a tener dos millones de afiliados, se emprendió la Campaña de Organización Nacional Campesina, con el fin de que la población conociera y accediera con mayor celeridad a los programas de distribución de tierras, crédito, mercadeo y asistencia técnica. Se trataba, como lo recuerda el historiador Juan Camilo Franco, de que se superara la dinámica de un campesinado que debía esperar la llegada del Estado, y de que más bien las familias campesinas fueran copartícipes de la propia atención de sus necesidades. Además de las organizaciones campesinas agrupadas en la Anuc, estos programas contaron con el liderazgo clave de Enrique Peñalosa Camargo, primero como director del Incora y luego como ministro de agricultura.
La organización campesina, de esta manera, no solo influyó sobre esta política en el espacio institucional sino también en la formulación de proyectos productivos y en la creación de empresas comunitarias. Sin embargo, otros factores incidieron en el fracaso de este proceso. El temprano reparto de tierras se hizo muchas veces sobre terrenos improductivos, mientras que el gasto social fue reducido o inexistente para numerosas comunidades, como ha enfatizado la historiadora María López Uribe. Mientras tanto, los latifundistas estigmatizaban y saboteaban estos esfuerzos, tanto en el campo como en la prensa y el Capitolio. A partir de 1972, el Pacto de Chicoral reafirmó el sabotaje de las élites terratenientes y le daría la estocada final a la política agraria del Frente Nacional, lo cual se agravaría con el arribo de un nuevo ciclo de violencia en los años 70 y 80. Y medio siglo después, una parte significativa de la opinión pública cree que esta historia nunca pasó.
Oficina de Información y Propaganda del Estado. (ca. 1966-1970). Presidente Carlos Lleras Restrepo. Colombia: Inravisión. Archivo Señal Memoria, UMT 200888 (material sin audio)
Autor: Felipe Arias Escobar