Ficha Técnica
En una sala de redacción llena de hombres estaba ella: Emilia Pardo Umaña. A sus 27 años comenzó su carrera periodística en El Espectador. Inició publicando columnas sin su firma en 1934, luego consiguió un espacio diario en el impreso y después logró pasar a la página editorial. También trabajó para los diarios El Tiempo, El Mercurio, El Siglo y para la emisora El mundo en Bogotá de la HJCK.
Pardo es conocida por ser la primera mujer en ejercer el periodismo de manera profesional en Colombia. ¿Cómo llegó a hacer esa labor? El 14 de enero de 1956 publicó una columna en El Mercurio titulada Una noche de bridge en la que contó la historia. Un día estaba jugando cartas en el Hotel Regina cuando Camila Suárez Costa le dijo que la había recomendado para hacerse cargo de la “Vida Social” de El Espectador. Ante tal propuesta, Pardo afirmó: “No, Camila, no digas tonterías. En los periódicos, al menos escribiendo, no trabajan sino hombres. Yo no sirvo para eso”.
Al día siguiente la llamó el jefe de redacción. Asistió al diario y le indicaron sus obligaciones: encargarse de la “Vida Social” y “tomar en taquigrafía los editoriales de Luis Cano”. Así, una noche casual de bridge hizo que el periodismo se convirtiera en su oficio hasta su fallecimiento el 18 de diciembre de 1961. Los cafés y los lugares de reunión siguieron siendo espacios de encuentro predilectos por Pardo, como lo mencionó para la HJCK.
De su carrera periodística han quedado muchos relatos. Uno de ellos es que durante aproximadamente diez años de su carrera fue la ‘doctora Ki-Ki’, una consejera de amor que respondía las cartas a través de las páginas de El Espectador. Respecto a su personaje, alguna vez dijo: “trabaja en una aislada y silenciosa biblioteca, no sale jamás de ella en un sillín, víctima de la gota y de la neura, naturales consecuencias de haber amado mucho”. Las respuestas que brindaba daban cuenta de su ironía. Por ejemplo, en una ocasión dijo que debían corregirse los defectos pequeños, pero no los grandes, porque eran la “base de la personalidad”.
Por: Laura Lucía González Contreras