A las seis y media de la tarde, la familia ya había comido y se reunía en la sala para rezar el Rosario y luego, oír radionovelas.
Colección que da cuenta de la historia de la televisión y la radio pública en el país a lo largo del siglo XX y lo que va corrido del siglo XXI.
Algunos sonidos son rutinarios: casi siempre habrá platos que choquen, papeles que se desplieguen y pasos que se acerquen, pero otros…
Quienes estaban detrás del vidrio viendo a un actor decir ¡maldito¡, ¡toma! y darse puños en el pecho, y a otro confesar ¡te quiero! y besarse el dorso de la mano, pensaban: esta gente está loca.
Qué encanto debieron de tener esos ensayos y esas sesiones de grabación para que, tanto los niños como los adultos, pese a que estudiaban y trabajaban los cinco días de la semana, aceptaran de buen grado cambiar el descanso del sábado por la interpretación de personajes en los radioteatros de la emisora del estado colombiano.
Vivien Leigh corre por el escenario encarnando a un personaje de un drama shakesperiano, se enreda con el vestido y cae y el público exclama, pero el accidente no la amilana y, todavía en el suelo, comienza a interpretar su monólogo.
El conde Bartok, enemigo acérrimo de Kalimán, tenía una risa estruendosa. Mario García, el hombre que interpretaba al conde, recupera sin problema la voz de su antiguo personaje.
Así como algunos padres temen a la vocación artística de sus hijos, otros la fomentan, tal fue el caso del padre de Carmen Delia y Manuel, los hermanos Pachón, actores a temprana edad, aunque solo Manuel siguió el camino de las tablas radiales.
Un día, leyó en los clasificados: ¿quiere ser locutor? ¡Claro! Admiraba a grandes locutoras, como Teresa Gutiérrez, y quería ser como ellas.
Comenzó como locutor en la radio privada y, en el camino, su voz y su admiración por la dramatización radial, le permitieron incorporase a los elencos de las novelas