En esta película en la que, como en cualquier obra de Hitchcock, el primero que muere es el protagonista, intervinieron 5 personajes con intereses diferentes y definieron toda la trama de violencia e intriga política de los años siguientes en Colombia. Son 5 personajes cuyas voces pueden escucharse en diversas facetas en nuestro producto transmedia La voz del poder. Cómo ejercieron el poder y otros aspectos de sus respectivos mandatos se encuentran aquí.
Pero por lo pronto, estos 5 presidentes tuvieron un papel definido en la trama y estuvieron en la primera línea de los acontecimientos posteriores a la muerte de Gaitán.
Mariano Ospina Pérez, el presidente
Siendo el primer mandatario en esta difícil coyuntura política y social, su interés fue mantenerse en el poder para no romper el orden institucional. Esto se resumió en la famosa frase: "para la democracia colombiana vale más un presidente muerto que un presidente fugitivo". Ospina resistió ese día el embate de los violentos en el Palacio en compañía de su círculo más cercano. La labor del presidente aquel día se resume en el discurso “Balance tras los sucesos del 9 de abril de 1948”, conservado en La voz del poder.
Retrato de Mariano Ospina Pérez (1946-1950) Autor: Guillermo Camacho. Óleo sobre lienzo. Presidencia de la República
En La voz del poder se relata: “frente a los desórdenes y la sacudida institucional, Ospina no tuvo más opción que convocar nuevamente a la unión nacional, para lo cual conformó un gabinete con miembros de ambos partidos y nombró como Ministro de Gobierno a Darío Echandía, líder de la corriente más popular del liberalismo.”
Laureano, el conspirador
Gómez sería el siguiente Presidente de la República entre de 1950 a 1951 y durante un día en 1953, una disparidad en la forma de ejercer el poder debido a fuertes quebrantos de salud que generaron su salida precipitada. Desde el gobierno de Ospina Pérez, Laureano, se desempeñó como Ministro de Relaciones Exteriores, en el que estuvo al tanto del desarrollo de la IX Conferencia Panamericana.
En el momento de los acontecimientos Gómez se instaló en el Ministerio de Guerra, desde allí impartía sugerencias que después le costarían su cercanía con el gobierno de Ospina Pérez. Según Lleras Restrepo en sus memorias Crónica de mi propia vida él pedía desde el Ministerio a donde lo habían llevado en un tanque, que se retuviera a la comisión de notables liberal en condición de rehenes y que una Junta Militar se hiciera cargo del gobierno.
Retrato de Laureano Gómez Castro (1950-1953) Autor: Guillermo Camacho. Óleo sobre lienzo. Presidencia de la República
En su conferencia de abril 1953 titulada «Contra Ospina Pérez», reproducida en La voz del poder, Gómez resume su participación de la siguiente forma: “De cuanto vi, oí y supe esa noche nefanda, deliberada y persistentemente no he dicho sino lo que resulta en gloria y alabanza del doctor Ospina Pérez: porque mi carácter, por bendición de Dios, libre de envidia y curado de toda suerte de ambiciones, goza con magnificar las personas a su alrededor, tengo la satisfacción actual de cerciorarme que las cosas que he dicho no han podido ser olvidadas. Aparte de quienes perdieron la vida, ¿podría discutirse que yo fui la mayor víctima del 9 de abril?”
Echandía, el maestro
Ya había ejercido el poder en la coyuntura política del gobierno de Alfonso López Pumarejo en su condición de designado a la presidencia (1943-1944). El 9 de abril Echandía hizo parte de la comisión de notables que llegó al Palacio a discutir con el Presidente Ospina la solución a la crisis de orden público.
De esta reunión la noche del 9 de abril hasta la mañana del 10, surgió el mito urbano de la famosa frase de Echandía ante la posibilidad de exigir a Ospina Pérez dejar el poder en manos del designado a la presidencia, el liberal Eduardo Santos: “¿el poder para qué?”. Como parte de la solución a los desmanes, se le nombró Ministro de Gobierno de ese gabinete de Unión Nacional, que tanto había sido esgrimido por Ospina Pérez durante su mandato.
La frase de Echandía ha sido objeto de interpretaciones por parte de algunos mandatarios desde aquel entonces, y la certeza de si se emitió en aquel momento no está registrada formalmente en ningún testimonio. Sin embargo, ha sido el caballito de batalla de muchos gobernantes locales y nacionales para resumir su labor.
Lleras Restrepo, el conciliador beligerante
Se desempeñó como presidente de la República durante el Frente Nacional entre 1966 - 1970. El 9 de abril estuvo a la cabeza del grupo de liberales que llegó al Palacio a definir la solución a la crisis. En sus memorias resume el objetivo de esa reunión: “... todos sabíamos que Eduardo Santos era el Primer Designado y que una salida razonable podría ser la de avisar al pueblo que se le había llamado para que se encargara del poder.... Tan sólo comprendiamos que era indispensable buscar, de común acuerdo con el Presidente Ospina, una solución que evitara el choque frontal entre los sublevados y las fuerzas del Gobierno, una solución que pusiera fin al caos aterrador, a la sangrienta orgía”.
Retrato de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) Autor: Rafael Salas Óleo sobre lienzo. Presidencia de la República
Lleras Camargo, el contemplador
Había ejercido la Presidencia de la República en condición de designado entre 1945 -1946 ante la renuncia de López Pumarejo. Sería, además, el primer Presidente de la República durante el periodo del Frente Nacional entre 1958 -1962. En La voz del poder se reseña su actividad tras su primer periodo de gobierno: “En 1947 fue designado director de la Unión Panamericana, por lo que se escogió a Bogotá como sede de la IX Conferencia. La reestructuración de dicha organización culminó en la creación de la OEA en 1948 por medio de la Carta de Bogotá”.
Retrato de Alberto Lleras Camargo (1945-1946). Autor: Rafael Salas. Óleo sobre lienz. Presidencia de la República
Durante la coyuntura del 9 de abril de acuerdo con García Márquez en Vivir para contarla, Lleras se “había salvado la vida por milagro al ser reconocido en su automóvil sin blindaje cuando abandonaba el Capitolio y trataron de cobrarle la entrega legal del poder a los conservadores” en 1946. La IX Conferencia trasladó sus sesiones al Colegio Gimnasio Moderno. Desde allí Lleras Camargo en su condición de Presidente de la Unión Panamericana, contemplaba los hechos con preocupación.
Autor: Javier Hernández